Tenemos a una Christina Ricci de buen año intentándo que todos olviden que es la protagonista de Casper, una Lisa Kudrow pretendiendo tener una carrera más allá de Friends cuando ya se preveía su final, un Martin Donovan queriendo que la gente dejara de relacionarlo con Hal Hartley y un director que quería hacer algo original.
Para ello dibujaron una serie de personajes bien caracterizados e incluso adorables en su repugnancia [donde por supuesto se lleva la palma Dedee, esa lolita entrada en carnes que no hace nada sin interés y que Ricci borda a la perfección], tenemos a esa lolita narrando la historia que queremos ver e insinuandonos lo que no queremos ver, tenemos que somos parte del juego perverso de la que nos cuenta su historia, tenemos una de las comedias indie mejor resueltas de los noventa... hasta que empezamos a hablar de sexo.
En un mundo cada vez más simplista no es de extrañar, y los ejemplos son muchos, que todos los directores modelnos puerilicen las relaciones interpersonales entendiendo que se limitan a un intercambio de fluidos en una idea tan cosmopolita como estúpida. En ese sentido el director, que definitivamente quiere ser modelno, llevan esa máxima a su esplendor aún incluso en contra del discurso que nos presenta y de las relaciones profundas que se establecen entre los personajes de su obra.
Que eso es absurdo, pues miren ustedes, sí... pero no menos que el periplo de una ciudad a otra que viven los protagonistas en busca de no se sabe muy bien qué, pero ,a pesar de lo que se nos cuenta, y gracias al cielo tenemos neuronas para percatarnos de ello, bastante más que un polvo como resumen de la vida afectiva de nadie. Faltaría más.
Para ello dibujaron una serie de personajes bien caracterizados e incluso adorables en su repugnancia [donde por supuesto se lleva la palma Dedee, esa lolita entrada en carnes que no hace nada sin interés y que Ricci borda a la perfección], tenemos a esa lolita narrando la historia que queremos ver e insinuandonos lo que no queremos ver, tenemos que somos parte del juego perverso de la que nos cuenta su historia, tenemos una de las comedias indie mejor resueltas de los noventa... hasta que empezamos a hablar de sexo.
En un mundo cada vez más simplista no es de extrañar, y los ejemplos son muchos, que todos los directores modelnos puerilicen las relaciones interpersonales entendiendo que se limitan a un intercambio de fluidos en una idea tan cosmopolita como estúpida. En ese sentido el director, que definitivamente quiere ser modelno, llevan esa máxima a su esplendor aún incluso en contra del discurso que nos presenta y de las relaciones profundas que se establecen entre los personajes de su obra.
Que eso es absurdo, pues miren ustedes, sí... pero no menos que el periplo de una ciudad a otra que viven los protagonistas en busca de no se sabe muy bien qué, pero ,a pesar de lo que se nos cuenta, y gracias al cielo tenemos neuronas para percatarnos de ello, bastante más que un polvo como resumen de la vida afectiva de nadie. Faltaría más.
2 comentarios:
Me gustó, hace mucho tiempo que la vi y me dejó buen sabor de boca... ¿No está demasiado perdida Ricci en el cine actual? Pasa con muchas actrices, encadenan una serie de películas interesantes y luego, desaparecen...
Un abrazo.
De acuedro con el comentario anterior, la de actrices (o actores) jóvenes de los que se habla muchísimo, después casi desaparecen, y terminan en una extraña tierra de nadie.
D.Ricci parecía que se iba a encasillar en su papel de chica extraña (e irritante) y ahora ¿qué ha sido de ella exactamente?
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