Reconozco mi total desconocimiento de la saga del muñeco diabólico hasta ayer por la noche, más allá del saber de su existencia. Creo haber podido ver alguna porción de la primera de las películas de la encantadora marioneta hace los suficientes años para no acordarme de ella, lo que supongo que tendría que ver con su nulo impacto.
El motivo de haber visto esta secuela no tenía que ver con el interés, sino con la falta de sueño, y puedo decir y diré que tras la experiencia no puedo hacer otra cosa que querer ver las anteriores, por si me perdí algo.
Llega un momento en que los personajes de cine de terror son más risibles que terroríficos, y suelen terminar cayendo en el más absoluto de los ridiculos si no saben reinventarse. Ya he dicho que desconozco el origen de Chucky, pero esta quinta parte parece (aunque no se si lo es) una reinvención del mismo, ya comenzada según pude leer en la anterior La novia de Chucky, donde lo que venía siendo una serie de películas de terror termina convirtiéndose en una suerte de comedia de familia con algo de sangre.
El hijo de la pareja Chucky-Tiffani despierta a ambos tras un viaje desde Inglaterra al ver el "sello" de la familia (un Made in Japan tatuado en la muñeca) en un reportaje sobre la película que Jennifer Tilly protagoniza como novia de Chucky en Holllywood. El recurso metalingüístico, que incluye a una Jennifer Tilly ridiculizándose a si misma y a medio star-system hollywoodiense, sirve además para realizar distintos homenajes cinéfilos (la doble personalidad del hijo de los muñecos: Glen/Glenda... ¿a alguien le suena?) y para hacer muchos chistes (incluida el despeñar a Britney Spears) con la colaboración de alguno de los otros niños malos del cine norteamericano (en este caso, John Waters).
La historia de la disfuncionalísima familia de Chucky, de la falsa promesa de tratar su "adicción" al asesinato para no dar mal ejemplo al niño/niña, de las ansias de Tiffani de ser famosa y reconocida como la Srta Tilly (memorable la escena del sofá, cuando tras llamarle guarra le pide un autógrafo), de la dualidad Glen (pasivo, sumiso, miedoso)/Glenda (asesina despiadada), de los secretos en forma de cadáveres que se esconden dentro de los armarios... no es más que una cafre revisitación de Gente corriente, por poner un ejemplo, pero mucho más divertida.
Eso o es que llevaba demasiado tiempo sin dormir...
El motivo de haber visto esta secuela no tenía que ver con el interés, sino con la falta de sueño, y puedo decir y diré que tras la experiencia no puedo hacer otra cosa que querer ver las anteriores, por si me perdí algo.
Llega un momento en que los personajes de cine de terror son más risibles que terroríficos, y suelen terminar cayendo en el más absoluto de los ridiculos si no saben reinventarse. Ya he dicho que desconozco el origen de Chucky, pero esta quinta parte parece (aunque no se si lo es) una reinvención del mismo, ya comenzada según pude leer en la anterior La novia de Chucky, donde lo que venía siendo una serie de películas de terror termina convirtiéndose en una suerte de comedia de familia con algo de sangre.
El hijo de la pareja Chucky-Tiffani despierta a ambos tras un viaje desde Inglaterra al ver el "sello" de la familia (un Made in Japan tatuado en la muñeca) en un reportaje sobre la película que Jennifer Tilly protagoniza como novia de Chucky en Holllywood. El recurso metalingüístico, que incluye a una Jennifer Tilly ridiculizándose a si misma y a medio star-system hollywoodiense, sirve además para realizar distintos homenajes cinéfilos (la doble personalidad del hijo de los muñecos: Glen/Glenda... ¿a alguien le suena?) y para hacer muchos chistes (incluida el despeñar a Britney Spears) con la colaboración de alguno de los otros niños malos del cine norteamericano (en este caso, John Waters).
La historia de la disfuncionalísima familia de Chucky, de la falsa promesa de tratar su "adicción" al asesinato para no dar mal ejemplo al niño/niña, de las ansias de Tiffani de ser famosa y reconocida como la Srta Tilly (memorable la escena del sofá, cuando tras llamarle guarra le pide un autógrafo), de la dualidad Glen (pasivo, sumiso, miedoso)/Glenda (asesina despiadada), de los secretos en forma de cadáveres que se esconden dentro de los armarios... no es más que una cafre revisitación de Gente corriente, por poner un ejemplo, pero mucho más divertida.
Eso o es que llevaba demasiado tiempo sin dormir...
3 comentarios:
no, es que es MUY divertida.
Eso sí, es mejor haber visto antes La Novia...
...
Lo de tu insomnio empieza a preocuparme
...
Gran película. Divertidísima. Lo del hijo gay de Chuky es genial.
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