Hubo una época en que las grandes superproducciones de Hollywood basaban su espectacularidad en los decorados, los extras y los montajes de fotografía, aunque parezca mentira en la era de la infografía. Además en esa época los directores de este tipo de cine intentaban que sus guiones tuvieran sentido y eran capaces de aunar espectáculo, entretenimiento y buen cine, aunque a estas alturas eso parezca irrealizable. Es en esta época donde ejerce su mandato como gran creador de historias colosales Cecil B. de Mille, y este es su testamento cinematográfico.
Revisión de su misma película de 1923, pero con los beneficios del color, el sonido y el mayor presupuesto, Los diez mandamientos no es la mejor de todas las historias épicas, pero no importa. Cuatro horas casi de cine clásico nos ofrece la versión de de Mille de la historia de Moisés como libertador del pueblo hebreo esclavizado en Egipto, historia que ha dado suficientes vueltas como para que yo la explique aquí.
Cuatro horas de emoción y escenas colosales como las de las plagas o la apertura de aguas del Mar Rojo, cuatro horas de grandes actores y grandes interpretaciones, cuatro horas de diálogos y dudas morales (muy influidas por lo religioso, pero moralidad al fin y al cabo) espectáculo y magnificencia. Cuatro horas de cine de entretenimiento con contenido, en definitiva. A estas alturas irrepetible experiencia, por otra parte.
Cuatro horas de emoción y escenas colosales como las de las plagas o la apertura de aguas del Mar Rojo, cuatro horas de grandes actores y grandes interpretaciones, cuatro horas de diálogos y dudas morales (muy influidas por lo religioso, pero moralidad al fin y al cabo) espectáculo y magnificencia. Cuatro horas de cine de entretenimiento con contenido, en definitiva. A estas alturas irrepetible experiencia, por otra parte.
2 comentarios:
¿Y cómo es posible que LOS DIEZ MANDAMIENTOS siga emocionando hasta al ateo más acérrimo? Efectivamente, tú lo has señalado: Ritmo, coherencia y tensión; lo del texto bíblico te lo puedes tomar como sci-fi y ya está... Y eso que de Mille nunca ha sido santo de mi devoción, pero al césar...
si es que al final no es tan difícil
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