Antes de que le diera por hacer otras cosas, algunas mucho más interesantes (Heavenly Creatures), otras más farfulleras (King Kong), Jackson se ganó el respeto de muchos gracias a películas que ahondaban, entre otras perversiones, en el gore.
Filmó en 1992 una película de culto, titulada en este nuestro país tan amante de las traducciones y los doblajes Tu madre se ha comido a mi perro, donde contaba además con la colaboración de la española Diana Peñalver, que ya iba camino de convertirse en musa de obras de este tipo (recordemos su colaboración en Fotos) aunque no sabemos qué le pasó por el camino.
Jackson, y es a lo que vamos, realiza una divertidísima comedia que gira en torno a un pánfilo neozelandés, subyugado por su madre y acosado hasta el enamoramiento por una latina que ha podido aventurar en las cartas de su abuela que él será su futuro. La madre no está de acuerdo e intentará evitar de todas formas esta unión, de manera mucho más fructífera cuando, herida por un animal mitad rata mitad mono, se convierta en un zombi que vaya propagando la muerte (viviente) a mordiscos, con el encubrimiento (y sedación) de su hijo.
Las situaciones se van alocando, los personajes (incluyendo el bebé fruto de la relación sexual de los zombis enfermera y cura) van siendo cada vez más desenfrenados hasta llegar a ese orgiástico final sangriento que acabará con la amenaza.
Llena de momentos hilarantes, Braindead es un espectáculo no apto para todos los públicos, magníficamente rodado y planificado donde Jackson demostró lo que podría haber dado de si antes de hacerse liposucciones y ser engullido por Hollywood. Aunque a lo mejor era eso lo que pretendía desde el principio.
Filmó en 1992 una película de culto, titulada en este nuestro país tan amante de las traducciones y los doblajes Tu madre se ha comido a mi perro, donde contaba además con la colaboración de la española Diana Peñalver, que ya iba camino de convertirse en musa de obras de este tipo (recordemos su colaboración en Fotos) aunque no sabemos qué le pasó por el camino.
Jackson, y es a lo que vamos, realiza una divertidísima comedia que gira en torno a un pánfilo neozelandés, subyugado por su madre y acosado hasta el enamoramiento por una latina que ha podido aventurar en las cartas de su abuela que él será su futuro. La madre no está de acuerdo e intentará evitar de todas formas esta unión, de manera mucho más fructífera cuando, herida por un animal mitad rata mitad mono, se convierta en un zombi que vaya propagando la muerte (viviente) a mordiscos, con el encubrimiento (y sedación) de su hijo.
Las situaciones se van alocando, los personajes (incluyendo el bebé fruto de la relación sexual de los zombis enfermera y cura) van siendo cada vez más desenfrenados hasta llegar a ese orgiástico final sangriento que acabará con la amenaza.
Llena de momentos hilarantes, Braindead es un espectáculo no apto para todos los públicos, magníficamente rodado y planificado donde Jackson demostró lo que podría haber dado de si antes de hacerse liposucciones y ser engullido por Hollywood. Aunque a lo mejor era eso lo que pretendía desde el principio.
4 comentarios:
No estoy de acuerdo. Toda la película es TAN exagerada, TAN pasada de vueltas, TAN histriónica, que acaba convirtiendo el gore extremo en comedia para toda la familia. SÍ es para todos los púbicos.
A mí tampoco me dijo mucho. Yo es que Jackson (Peter) no lo tengo bien pillado. Otro friki que se ha camelado a las productoras...
Cuando me refiero a que no es para todos los públicos lo digo por lo de las tripas, a la mayoría de mis amigos les darían arcadas...
precisamente lo que me gusta de ella es la exageración hasta lo ridículo, me parece que lo hace todo mucho más interesante. ¿Qué es el gore si no?
De todas formas, acepto barco como animal acuático (aunque ya os advierto que a mi me va a seguir gustando...)
Ah, no, si a mi me encanta.
Pero es como un dibujo de Tex Avery en imagen real...
Publicar un comentario