Vamos a hablar de la única ocasión en que el nombre de la Menestra ha estado ligado a la magnificencia cinematográfica, y me temo que es la última que lo estará. Ante todo porque, como ya demostró al tenerse que hacer cargo del final del rodaje de Lágrimas negras tras el fallecimiento de Ricardo Franco, el talento para hacer esta preciosidad de película lo tenía el director, y ella sólo actuó aquí de co-guionista.
Tengo que reconocer que tuve mis reticencias iniciales, fundadas quizá en la reiteración de los cineastas españoles en los dramas costumbristas que terminan siendo todos iguales, pero superadas estas, me encontré ante una de las películas más bellas que vi a finales de los noventa. La buena estrella es una película de susurros, de miradas, de gestos... algo que no necesariamente tiene que ver con el guión.
La historia que nos dibujan en realidad es anecdótica: un hombre salva a una chica de su chulo y la encauza por la buena vida, para comprobar que, tiempo después, la chica volverá con su chulo por motivos puramente pasionales... mientras lo que nos muestra Franco es cómo rodar una película romántica de verdad.
Llena de poesía, tristísima y conmovedora, la triste historia de Rafael y Marina está llena de sensibilidad y afectos, que no necesariamente hay que decir, porque se muestran. Y los actores, incluido Moyá, pocas veces han estado mejor.
Tengo que reconocer que tuve mis reticencias iniciales, fundadas quizá en la reiteración de los cineastas españoles en los dramas costumbristas que terminan siendo todos iguales, pero superadas estas, me encontré ante una de las películas más bellas que vi a finales de los noventa. La buena estrella es una película de susurros, de miradas, de gestos... algo que no necesariamente tiene que ver con el guión.
La historia que nos dibujan en realidad es anecdótica: un hombre salva a una chica de su chulo y la encauza por la buena vida, para comprobar que, tiempo después, la chica volverá con su chulo por motivos puramente pasionales... mientras lo que nos muestra Franco es cómo rodar una película romántica de verdad.
Llena de poesía, tristísima y conmovedora, la triste historia de Rafael y Marina está llena de sensibilidad y afectos, que no necesariamente hay que decir, porque se muestran. Y los actores, incluido Moyá, pocas veces han estado mejor.
6 comentarios:
Como bien sabes, hablé (bien) de ella (la peli) hace muy muy poco. La cosa es que si la Sinde tuviese talento... hombre, tiempo y oportunidades ha tenido. Y Ricardo Franco, sin embargo, fue ninguneado durante casi toda su carrera, abocado a producciones de medio pelo y realizaciones alimenticias en TVE. Aquí se desató, indudablemente, en cineasta mayor.
Gran película...
De acuerdo, de acuerdo y de acuerdo, hasta Moyá está medio bien.
De la carrera de la menestra no hablo, porque francamente, no conozco nada de lo que hizo, menos estas dos películas.
Se de muy buena fuente, (alguien que siguó todo el proceso de la película como jefe de equipo?) que la menestra se limitó a poner caritas y a recordar de quien es hija, sobrina y hermanísima...
Y si,quince años ha tenido para demostrar si lo de "La buena estrella" fue talento de guionista o confluencia lunar.
Saludos.
Lord. A.
Viendo lo visto a posteriori, me temo que fue confluencia lunar... o maestría de Franco. Es lo que tienen los buenos, que hacen parecer buenos hasta a los que no lo son.
De mis películas españolas preferidas... De los tríos amorosos mejor contados en el cine. Genial.
La "menestra" se encontró con un guión, que iba a dirigir Juanma Bajo Ulloa, que se titulaba "El manso", sólo tuvo que darle una vuelta. Finalmente la película la dirigió Ricardo Franco, que fue reconocido por la Academia, ya que estaba ya enfermo y "para luego era tarde". Se cambió el título, claro, pero la peli está dividida en cuadros que protagonizan cada uno de los personajes, "El manso" es el personaje de Antonio Resines.
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