Tras el éxito de la primera aventura del cerdito, hicieron una segunda parte. El encargado de dirigirla fue el creador de Mad Max. Y el resultado fue esta suerte de cuento casi gótico, siniestro, oscuro, perverso y aterrador por momentos, que provocó llantos innecesarios en los niños que nunca debieron ir al cine a verla, y sensación de malestar en los padres que creían que iban a ver estupideces varias con ensalzamiento de la amistad. Ni que decir tiene que me pareció mucho más interesante esta vertiente.
Babe marcha a la ciudad y descubre en todo su esplendor la inhumanidad que nos rodea por medio de una suerte de fábula en la que intervienen una serie de animales, cada uno poseedor de personalidades muy civilizadas, y que, por tanto, en ocasiones rozan lo dantesco. La ingenuidad de Babe, su bondad, es masacrada en aras de la modernidad, de la civilización, de la ciudadanía... y se nos expone y nos damos cuenta de ello.
Quizá antes de ver esta película habría que haber hecho dos advertencias: primera, no es una película para niños; y segunda, es una comedia, lo que no quiere decir que necesariamente sea graciosa, que no lo es.
Babe marcha a la ciudad y descubre en todo su esplendor la inhumanidad que nos rodea por medio de una suerte de fábula en la que intervienen una serie de animales, cada uno poseedor de personalidades muy civilizadas, y que, por tanto, en ocasiones rozan lo dantesco. La ingenuidad de Babe, su bondad, es masacrada en aras de la modernidad, de la civilización, de la ciudadanía... y se nos expone y nos damos cuenta de ello.
Quizá antes de ver esta película habría que haber hecho dos advertencias: primera, no es una película para niños; y segunda, es una comedia, lo que no quiere decir que necesariamente sea graciosa, que no lo es.