sábado, 29 de noviembre de 2008

Babe, el cerdito en la ciudad

Babe, el cerdito en la ciudad (George Miller, 1998)


Tras el éxito de la primera aventura del cerdito, hicieron una segunda parte. El encargado de dirigirla fue el creador de Mad Max. Y el resultado fue esta suerte de cuento casi gótico, siniestro, oscuro, perverso y aterrador por momentos, que provocó llantos innecesarios en los niños que nunca debieron ir al cine a verla, y sensación de malestar en los padres que creían que iban a ver estupideces varias con ensalzamiento de la amistad. Ni que decir tiene que me pareció mucho más interesante esta vertiente.
Babe marcha a la ciudad y descubre en todo su esplendor la inhumanidad que nos rodea por medio de una suerte de fábula en la que intervienen una serie de animales, cada uno poseedor de personalidades muy civilizadas, y que, por tanto, en ocasiones rozan lo dantesco. La ingenuidad de Babe, su bondad, es masacrada en aras de la modernidad, de la civilización, de la ciudadanía... y se nos expone y nos damos cuenta de ello.
Quizá antes de ver esta película habría que haber hecho dos advertencias: primera, no es una película para niños; y segunda, es una comedia, lo que no quiere decir que necesariamente sea graciosa, que no lo es.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Destrozando a... Hasta el fin del mundo

Hasta el fin del mundo (Win Wenders, 1991)


Así de larga, ni más ni menos. He de reconocer que no se si me gusta el cine de este señor. Mi película favorita, de las que he visto, continúa siendo una de las menos arriesgadas quizá, El amigo americano. Paris, Texas me sigue resultando un tanto cargante por más que no me disguste, hay otras que evito desde hace años (como El cielo sobre Berlin) y de la última hornada, tras sufrir El final de la violencia (demasiado parecida a Carretera perdida, protagonista incluido) o El hotel del millón de dólares, prefiero no saber nada. Pero aún así, de vez en cuando lo intento.
Hasta el fin del mundo es de esas películas que me encontré en alguno de esos momentos en que había decidido dilapidar mi vida social quedándome los sábados por la noche viendo cine de arte y ensayo en vez de comprobar en carne propia cuanto aguantaba mi organismo antes de llegar al coma etílico como cualquier adolescente normal, y reconozco que la retengo en mi memoria únicamente para saber reconocerla y salir huyendo despavorido si me la vuelvo a encontrar por ahí.
Tras quedar hipnotizado durante la primera hora de metraje por una historia futurista sin historia y prácticamente sin explicación, de esas que me gustan a mi que siempre estuve tan perturbado y que preferí lo sensorial a lo explicativo, recuerdo que William Hurt y la señora coprotagonista se mudaban al desierto y todo aquello se hacía largo, largo, largo como un día sin pan. Y yo realizaba esfuerzos ímprobos para intentar no dormirme mientras Wenders probaba a dar forma a lo que sin tenerla resultaba mucho más atractivo y dar sentido metafilosófico a lo que no lo tenía, resultando de un pedante que a las tres de la mañana lo único que conseguía era dar sueño y que entraran ganas de salir corriendo a buscar un veinticuatro horas de Iberia para coger pitando un vuelo a Düsseldorf o donde fuera que viviera de Alemania y partirle las piernas (entonces no teníamos internet). Afortunadamente, mi paga semanal daba nada más que para el tabaco que me fumaba a escondidas y para algún otro exceso poco saludable. Si no, nos hubiéramos ahorrado algún otro engendro semejante.
Ah, y lo siento por los señores de Cahiers du Cinemá, pero en absoluto puedo estar de acuerdo con ellos. No, no creo que haya nadie infalible.


lunes, 24 de noviembre de 2008

Frase de la semana.

Uy, los conejos... Mira los nabos, como les gustan.

María Barranco, en Mujeres al borde de un ataque de nervios.

sábado, 22 de noviembre de 2008

AntZ

AntZ (Eric Darnell, Tim Johnson, 1998)



Recuerdo haber salido del cine de ver otra película y pasar al lado de un emocionadísimo gafapasta que se refería a esta primera película de animación que salía de la factoría Dreamworks como "la mejor película del año". Otro gafapasta, menos emocionado, ya le hacía ver que "no era para tanto", y yo, acostumbrado a la Disney y a las técnicas de marketing vendiendo voces famosas para contar las mismas historias ñoñas e infantiloides de siempre, no esperaba mucho a pesar de Allen por lo que no quise hacer demasiado caso de gafapastas emocionados y pasé de ella.
Años después, ya en casa, y gracias al estupendo video comunitario de mi comunidad de vecinos, video comunitario que como todos los videos comunitarios que se precien incumplía sistemáticamente la ley y programaba películas recién estrenadas en DVD, eso sí, con un gusto exquisito (sospecho que detrás de la programación había algún gafapasta al que le encantaba el cine francés) hecho harto peculiar teniendo en cuenta que vivía en un barrio obrero de Sevilla, me la encontré una tarde de domingo y me di cuenta de que quizá debería ser menos prejuicioso. El como he terminado buscando unas gafas de pasta negras con patilla cuadrada sin encontrarlas durante años y comprándome camisetas con mazingueres zetas y demás motivos de mi infancia es una historia que dejaré para el otro blog... algún día.
AntZ es la mejor película de animación que ha hecho el estudio de Spielberg, fundamentalmente porque es su película más adulta. Se olvidan un poco de la emoción boba y el simplismo y dibujan el retrato de una sociedad clasista y dictatorial, donde hay un individuo que intenta (y consigue) cambiarla, desde una perspectiva más sensata y menos bobalicona que su prima hermana Bichos (salida de Pixar, y también divertida, no lo vamos a negar), a base de chistes e ideas que en ocasiones entran casi dentro de lo existencial. Luego ya empezaron con lo de los Príncipes del Egipto esos, y ya les perdí la pista. Me parece mucho más interesante esta vertiente.


Una pena que para que los niños fueran a verla al final tuvieran que terminar simplificando la trama y la metralla (a lo mejor es que tampoco había más, pero por una vez vamos a pensar bien) porque de no haber sido así, puede que hubieramos estado frente a un auténtico monumento cinematográfico... y que mi conversión en gafapasta hubiera sido aún más rauda. Pero eso ya es otra historia.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Destrozando a... Dirty dancing

Dirty dancing (Emile Ardolino, 1987)



Se que este es muy muy muy fácil. Pero comprenderán que no se puede usar toda la artillería pesada a la vez, si no me quedo sin sección antes de fin de año. En resumidas cuentas, lo que quiero es que me ayuden a resolver una duda.
Dirty dancing no pudimos verla en su momento porque teníamos diez años y nuestros padres no nos dejaron. Lo hicimos con doce, a escondidas, en casa de una amiga. Por aquel entonces el único que sabía que a mi me gustaban los señores era yo (o al menos eso creía), con lo que, aunque la película ya entonces me pareció una auténtica tropelía, porque uno era muy leído y veía cineclub de madrugada (también a escondidas) desde que tenía nueve años (al hacer este tipo de confesiones me doy cuenta de por qué mi vida sentimental es tan triste), no me atreví a preguntarle a nadie la pregunta que haré a continuación so pena de ser tachado de celoso: ¿Fui al único al que le entraron ganas de rociar con un bidón de gasolina a Baby y meterle fuego en el tercer fotograma en el que aparecía? ¿O sólo lo han hecho con su director?
En resumidas cuentas, otro de esos claros ejemplos de lo mala que es la adolescencia.

martes, 18 de noviembre de 2008

Tú no existes

Tú no existes (Astrud, 2007)


Me encantan Astrud. No debe sorprender a nadie. Lo que no deja de sorprenderme hasta a mi mismo es que incluso habiendo escuchado más de una vez todos sus discos, una vez me los reencuentro tiempo después es como si los escuchara de nuevo, y me vuelvo a emocionar redescubriendo maravillas como Minusvalía, El vertedero de Sao Paulo, La paliza o, ante todo y sobre todo, Los otakus, ese absoluto monumento musical lleno de ironía y absurdo como sólo Astrud saben hacerlo en este país (y en el mundo entero en general). Y eso por no hablar de la contestación musical a la canción de Roberto Carlos “Yo soy el que tiene un millón de amigos...” magistral, magistral. Quiero ser su amigo ya.

Por cierto, no se por qué el blogger hoy no me deja elegir ni la letra, ni editar el estilo ni justificar ni nada... me voy a pasar a wordpress en cuanto tenga un poquito de tiempo y ganas...

lunes, 17 de noviembre de 2008

Frase de la semana


¡Pero si no tiene cabeza!


Whoopy Goldberg en Escándalo en el plató.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Poison

Poison (Todd Haynes, 1991)

El primer largometraje de Todd Haynes es tan interesante, quizá más, que todo el resto de su filmografía. Estructurado en tres historias independientes cerradas y casi antagónicas en su tratamiento, mantiene sin embargo un tono global entre atrayente y repugnante que resulta hipnótico.
Haynes nos presenta tres películas distintas que se entremezclan sin ningún tipo de conexión y sin que aparentemente tengan nada que ver, logrando así enganch
ar al espectador, a pesar de que lo desagradable es la norma incluso en la historia erótico-amorosa de los presos. Todas ellas tienen un toque sórdido dentro de lo dramático que se presenta incluso en la magnífica "Hero", una magnífica película de terror de serie B de los 50 acerca de un científico que sufre los efectos secundarios de su propio descubrimiento y es rechazado por toda la sociedad. Quizá esa es otro de los puntos de conexión de las tres historias de la película, el rechazo social de todos los personajes que pululan por las tres historias, desde el padre que maltrata al hijo que finalmente le dispara, y que Haynes nos cuenta a modo de documental, a los presos que mantienen relaciones en la cárcel, o al científico exitoso que pasa a ser perseguido como Frankenstein por su deformidad.


Me cuesta explicar esta película porque siempre me pareció una película sensorial. Haynes logra con la mezcla de estilos (al fin y al cabo son tres cortos intermezclados con mucho saber mezclar, eso sí) situarnos en todo el amplio espectro de las sensaciones, desde lo más primario a lo más elaborado, pasando de una situación a otra con un simple cambio de plano-historia. Podríamos hablar mucho de cómo cada historia se cuenta de una forma distinta, de cómo cada historia tiene personalidad propia... pero tampoco Haynes inventó nada. Quizá lo realmente hábil de esta película es esa capacidad para dominar lo que quiere mostrar, y mezclarlos con tanto estilo. No se si se han dado cuenta que esta película me encanta.

sábado, 15 de noviembre de 2008

¿Dónde están mis amigos?

¿Dónde están mis amigos? (Extremoduro, 1993)


Este disco se merece estar entre los grandes del rock en español de todos los tiempos (y de todo el rock en general) aunque sea simplemente por una de las canciones de amor más viscerales y hermosas que he escuchado nunca, Bribriblibli (En el más sucio rincón de mi negro corazón):

Me acuerdo de ti,
me cago en tus muertos,

no puedo dormir
me sueño que has vuelto.
Sueño con tu piel, me siento mejor,
ya no tengo sed, ya puedo bailar de flor en flor,
me vuelvo a perder entre el edredón
me vuelvo a quedar sin sol, sin sol, sin sol.
De tanto pensar,
de perder el tiempo,
de tanto privar
por poco reviento.
Sueño con tu piel, me siento mejor,
ya no tengo sed, ya puedo bailar de flor en flor,

me vuelvo a perder entre el edredón
me vuelvo a quedar sin sol, sin sol, sin sol.

Me coge de la mano y yo me sueño con tu pelo
para estar tan colgado
hace falta echarle güevos.
Os regalo mis canciones
y me apuntan con el dedo
mira por donde va el Robe para mi que ya está pedo.

Pero por si no fuera suficiente, también están Pepe Botika, Sin dios ni amo, El duende del parque... a mi casi que me gusta más que el Deltoyá, con eso lo digo todo...

jueves, 13 de noviembre de 2008

Destrozando a... Reality bites

Reality bites (Ben Stiller, 1994)

Aprovecharemos que se está estrenando su última película, afortunadamente más parecida a sus comedias alocadas, para homenajear esta primera película de Ben Stiller como director, película a la que siempre le he tenido una especial tirria y eso que teniendo en cuenta el desolador paisaje de la comedia yanqui comercial de principios de los noventa tampoco es de las peores, hay que reconocerlo, pero los ardores llegan cuando llegan, es algo que el estómago no puede evitar.
Reality bites es una especie de revisitación mala de St. Eltmo, punto de encuentro, en forma de revisión del mito de generación de jóvenes desencantados con la situación generada por sus predecesores que les ha tocado vivir, y que siempre encuentra eco en quienes se sienten identificados y la convierten en película de cabecera como guía espiritual. Esta sirvió para inventarse la llamada Generación X, esa que resultaba del mismo desencanto del inicio de década de siempre que llegaba además de la década hortera y superficial por antonomasia, los 80 (hay quien me dirá que fueron los 60, pero que se fije un poco
en el estilo de vida yuppie para darse cuenta de que no era así), y justo antes del fin de siglo y precedida del grunge, con lo que lo nihil se hacía quizá un poco más patente en un mundo que ya parecía querer irse a la mierda.
Por ahí todo bien. El problema venía por el hecho de que esa misma película generacional que se quejaba del orden establecido la financiaba el mismo orden, la publicitaba la cadena del mismo orden (llámese Mierditivi, por poner un ejemplo), y los acto
res que la interpretaban se han ido haciendo, sin que se les caiga la cara de vergüenza ni nada, un hueco dentro de ese mismo orden contra el que se quejaban. Y lo del nihilismo a tomar por culo en menos que cante un gallo. Y es que hay que darle pan a todo el mundo, hasta al que se queja. Cliches estereotipados con discursos más o menos estereotipados en historias de amor más o menos estereotipadas para una película que, afortunadamente, llegó en un momento en el que en este país todavía no nos había dado por querer ser americanos y se seguían estrenando en salas películas de Fernán Gómez (tengo que volver a ver Siete mil días juntos, que no se si es buena o mala, pero a mi me encantó). Si no, puedo asegurar que la mitad de los treintañeros españoles tendría una copia original en su casa (y por favor, si la tienen, que nadie me lo diga, prefiero pensar que la corrupción cultural no había llegado tan pronto).
Eso sí, hay que reconocer que a Ethan Hawke le sentaba estupendamente no lavarse.


martes, 11 de noviembre de 2008

La noche de Halloween

La noche de Halloween (John Carpenter, 1978)

Treinta años se conmemoran del estreno de la que sería iniciadora del cine de terror adolescente que conocemos. Es cierto que quizá la idea la tuvo años antes Tobe Hooper cuando rodó La matanza de Texas, pero el que puso orden, concierto, y esquemas que se repetirían hasta la saciedad fue Carpenter en esta obra, quizá la mejor de su género.
El problema, treinta años después, viene dado porque todo lo que la ha seguido, desde sus mismas secuelas, a los Viernes 13, a los Screams, a las Pesadillas en Elm Street, a los Se lo que hicisteis el último verano, a los... han sido repeticiones y más repeticiones de lo mismo, con lo que, tiempo después, los méritos de la cinta de Carpenter pueden parecer pocos. Pero no lo son.

Todos los habituales sabeis de mi predilección por él, y confieso que de Carpenter me gustan especialmente estas primeras obras. Es verdad que películas como esta o como Asalto a la comisaría del distrito 13, ambas magníficas a mi (en ocasiones poco) juicio, adolecen, con el paso del tiempo, de unos mayores bienes materiales que las puedan hacer competir con sus iguales posteriores, y es que la originalidad en este tipo de cintas de entretenimiento es nula. Pero el valor se lo da, precisamente, el haber sido originales en su momento, para luego ser copiadas hasta la saciedad.
Aunque si hay que reconocer que las cintas de Carpenter, más que les pese a los nuevos directorcillos que pretenden hacer lo mismo (o a otros como Wes Craven que han sacado tajada incluso de supuestas revisitaciones riéndose de lo hecho anteriormente), tienen algo que el resto no tienen. Carpenter narra, es un narrador, y dirige cine como nadie. La tensión se masca en el ambiente, y no a base de artificio, sino a base de exponer secuencias completas, no hay montajes efectistas, no hay más ni menos planos de la cuenta, los planos están hecho para lo que están, y, efectivamente, dan bastante más miedo que todos sus posteriores imitadores. Y eso sin tener en cuenta una banda sonora, también suya, que está en la memoria de todo buen amante del cine de terror. Y del que no lo es también.


La noche de Halloween es una gran película, aunque sólo sea por lo que le ha seguido. ¿Qué no es de las mejores de Carpenter? Pues puede ser, pero a mi me sigue encantando, qué quieren que les diga.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Frase de la semana


Quítenme el chip de una vez. Me han dejado sin vocabulario.


Eric Cartman. South Park, más grande, más largo y sin cortes.

domingo, 9 de noviembre de 2008

V for Vendetta

V for Vendetta (James McTeigue, 2005)

Supongo que a veces hay historias que es complicado cargarse. A pesar de contar como guionistas con los Wachowski, a pesar de contar como director con un desconocido que, me temo, no llegará lejos, a pesar de realizar una película mediocre, los libros ideados por Alan Moore y puestos en imágenes por David Lloyd (sigo sin tener ni idea de comic, todo esto lo he sacado de la wikipedia, estoy en ello, pero Thomas Mann me quita mucho tiempo) tienen al parecer la suficiente enjundia como para conseguir que todo lo demás se olvide y consigamos quedarnos ensimismados con una historia de intrigas políticas mucho más realista de lo que pudiera parecer.
Yo que esperaba encontrarme Matrix, fui gratamente sorprendido. Quizá otros esperaran mayores efectos especiales o mayores secuencias de acción. Todo ello está justito justito. Y en realidad lo que hay es una historia, muy bien hilada, donde poco a poco se van desvelando los secretos que han llevado, en un mundo casi apocalíptico, a que una fuerza fascistoide se haga con el poder y haya alguien, V, que les haga frente. V, ese que es una víctima de ese mismo sistema, de uno de los intentos de ese sistema por autoperpetuarse, jura venganza y hace todo lo posible hasta que lo consigue, aunque eso signifique lo peor para él. Y consigue no sólo vengarse de quienes lo llevaron a su penosa situación, sino vengarse consiguiendo que ese sistema caiga presa de sus propias artimañas.


Como siempre que veo este tipo de películas, como comentaba hace no demasiado con Brazil, se me levanta la vena revolucionaria. Quizá sea porque el mundo cada vez se acerca más a esto que Moore contaba hace ya veinte años (aunque aquí lo sitúen en un futuro no muy lejano), quizá porque se de buena tinta que las compañías farmacéuticas se inventan enfermedades para vender medicamentos y convierten en enfermedades lo que nunca lo fueron para conseguir más ingresos, quizá porque sabemos como el Estado y el poder económico se retroalimentan para que todo siga igual, porque al final los que forman parte de uno y de otro son los mismos (eso de que el Estado somos todos, jajaja...), quizá porque desde hace algún tiempo llevo escuchando a demasiada gente que la cosa está cada vez peor... Quizá porque lo mismo este año me hago una máscara y no para carnaval, precisamente.


P.D.: Y siguiendo con el tema, aunque sin pretenderlo porque esto estaba programado desde la semana pasada, acabo de publicar esta misma mañana uno de los mejores post que he hecho nunca, en el otro blog: Diez motivos para resucitar el noble arte de la guillotina. Os lo recomiendo fervientemente. Si las televisiones lo hacen, ¿por qué yo no?

sábado, 8 de noviembre de 2008

In the ghetto

In the ghetto (El príncipe gitano)

Haciendo un recorrido por mi penúltimo descubrimiento bloguero, Yo soy la Chumi, recordé la versión que más me gusta de la aburrida In the ghetto de Elvis, esta de El príncipe gitano que ha sido parte de la banda sonora de mi vida y que ya era hora que sufriera homenaje desde estas páginas, cerrando quizá la, hasta el momento, semana más rara de todo el recorrido, aunque espero que no sea la última. Ahí os lo dejo.




jueves, 6 de noviembre de 2008

Destrozando a... La mala educación

La mala educación (Pedro Almodóvar, 2004)

Seré breve. Sólo colocaré un vídeo con lo mejor de La mala educación, y con mucho. Creo que lo digo todo. Las reacciones abajo, como siempre.



martes, 4 de noviembre de 2008

La confusión de géneros.

La confusión de géneros (Ilan Duran Cohen, 2000)


Hay títulos que parecen advertencias. La confusión de géneros parece no sólo referirse a la temática de su planteamiento, la supuesta confusión de un abogado supuestamente bisexual respecto a esa orientación. Parece también referirse a lo confuso en general que es todo el planeamiento del film, desde el guión hasta el tratamiento y la planificación.
La comedia francesa siempre se decantó por ser un poco más sesuda q
ue el resto. Es una de las señas de identidad del cine gabacho en general y de la comedia en particular. El problema es cuando el sesudismo tiene que ver con las mismas inseguridades de unos personajes que nadan en aguas turbulentas y que rozan lo exagerado en cuanto a sus dudas, como es el caso del protagonista, pero se pretende plantear eso como una posibilidad dentro de lo sensato, cayendo en el ridículo más espantoso.
Y eso que como tal la película no empieza mal. Un abogado que se hace mayor y que, como ya dije, no parece tener clara su orientación sexual, se plantea casarse con su amiga, jefa y compañera de trabajo, también inmersa en la madurez etaria,
más para acallar familias y planificar una vejez tranquila que para otra cosa. En esto que el abogado conoce a un joven, hermano de una ex-amante, que lo turba y su idea de matrimonio placentero(de la que tampoco está muy convencido) empieza a flaquear. El problema es que a partir de ahí, y es a los cinco minutos, entra en acción un asesino atractivo, la atractiva ex-pareja de este, el compañero de celda, las familias de los dos abogados... para conseguir quitarle la gracia a una comedia cuyos mayores logros están en la relación entre el protagonista y su joven conquistador (Cyrille Thouvenin, del que me enamoré inmediatamente), impulsivo en ocasiones pero mucho más centrado que su "viejo" partenaire.


Algunos diálogos ingeniosos son desperdiciados en aras del dramatismo en situaciones que no lo tienen, y escenas que podrían haber sido hilarantes se desperdician por aquella tontería que consiste en tomarse en serio lo que en broma hubiera quedado muchísimo mejor, dando como resultado una película irregular, con momentos agradables e incluso divertidos y otros que dan muchísima vergüenza ajena. No está mal para ver en sobremesa, pero tampoco para ir corriendo a alquilarla.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Frase de la semana.

-¡Aquí huele a muerto!
-Pues yo no he sido.

Josema Yuste y Millán Salcedo en Aquí huele a muerto.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Lo tuyo no tiene nombre

Lo tuyo no tiene nombre (II) (Ellos, 2001)


El funcionamiento de mi cerebro es un tanto extraño, todo el mundo lo sabe. Por ello, tras dos meses interrumpiendo la sesión aleatoria del iPod para buscar cada cuatro canciones el Hoy voy a asesinarte de Siniestro Total, el haya pasado a no parar de escuchar este disco durante una semana (miento, también he escuchado dos veces esta tarde el Cerca de Shibuya de La casa azul) es un misterio que ni los de Fátima. Misterio que se verá solucionado para todo aquel que conozca a este grupo y se pare a escuchar a este sencillo en sus letras pero efectivísimo en sus sonidos, primer disco que habla de amor y noche como todos los suyos.
Ya dije hace unos meses que este era uno de esos grupos que sabía que existía, que sabía que me iban a gustar, pero que evitaba quizá porque ya me gusta demasiada gente como para tener que tener más en la cabeza. Lo dije cuando posteé este mismo disco durante una primera escucha. Ya intuía que me iban a gustar más de la cuenta. Por lo que hoy os dejo dos videoclips para demostrar lo ya dicho. Y porque yo lo valgo.

Diferentes.



En tu lista.


Sólo diré una cosa. No se qué he hecho sin Ellos.

P.D. Lo se, hay días que estoy inspirado.