Había escuchado hablar de ella, y la temática me resultaba atrayente. Pero hasta hace unos días sólo había visto algún trozo perdido que me había encontrado por ahí. Pero unos cuantos días de asueto han servido para poder engancharme a esta interesantísima serie.
Basada, según he leído, brevemente en el personaje de unas novelas, Dexter, ese supuesto psicópata asesino de tintes justicieros, en realidad no lo es tanto. Lo cierto es que Dexter es un incapaz emocional. Se queja de no sentir, aunque sin embargo siente. Siente que no puede sentir como los demás. Es emocionalmente inexperto y anempático. Y todo ello lo intenta controlar. Tanto que ello le provoca ira, y su ira sólo se manifiesta matando. La muerte como búsqueda de sentido y como búsqueda de sentimiento. En forma ritualista y metódica, tan metódica que nunca deja huella, y sabe cómo hacerlo, porque en lo profesional se dedica a eso. Al fin y al cabo es forense de la policía.
En estos días he visto las dos primeras temporadas, aparentemente separadas por distintas intrigas pero, en realidad, interconectadas entre ellas por un mismo sentido: la persecución que sufre Dexter por uno de sus compañeros de trabajo, ese que conseguirá que finalmente Dexter se plantee entregarse y hacerse responsable de sus crímenes. Esos crímenes por los que, en algún momento, siente remordimientos y hasta algo parecido a la culpa, a pesar de que sea en base a los problemas que pueda causarles a sus seres queridos, esos a los que quiera aunque no se de cuenta.
La serie mezcla intriga con algo de acción y, lo que es más importante, ciertos toques de humor que no le van nada mal, por más que las historias paralelas, sobre todo las historias afectivas de su hermana, resulten prescindibles e incluso incoherentes con la trama principal. Hay quizá demasiados personajes y no todos son tan buenos actores como podría esperarse, pero aun así merece la pena. Michael C. Hall, además, realiza una composición estupenda del difícil Dexter, aunque demasiado parecido a su magnífico David, de A dos metros bajo tierra (serie de la que tendría que hablar en algún momento), otro que podría pasar por psicópata, aunque se parecía más a un obsesivo. El resto tienen momentos, aunque no le llegan a la suela de los zapatos. Claro que es el mismo personaje de siempre... eso sí, que atractivo resulta en ese papel.
Basada, según he leído, brevemente en el personaje de unas novelas, Dexter, ese supuesto psicópata asesino de tintes justicieros, en realidad no lo es tanto. Lo cierto es que Dexter es un incapaz emocional. Se queja de no sentir, aunque sin embargo siente. Siente que no puede sentir como los demás. Es emocionalmente inexperto y anempático. Y todo ello lo intenta controlar. Tanto que ello le provoca ira, y su ira sólo se manifiesta matando. La muerte como búsqueda de sentido y como búsqueda de sentimiento. En forma ritualista y metódica, tan metódica que nunca deja huella, y sabe cómo hacerlo, porque en lo profesional se dedica a eso. Al fin y al cabo es forense de la policía.
En estos días he visto las dos primeras temporadas, aparentemente separadas por distintas intrigas pero, en realidad, interconectadas entre ellas por un mismo sentido: la persecución que sufre Dexter por uno de sus compañeros de trabajo, ese que conseguirá que finalmente Dexter se plantee entregarse y hacerse responsable de sus crímenes. Esos crímenes por los que, en algún momento, siente remordimientos y hasta algo parecido a la culpa, a pesar de que sea en base a los problemas que pueda causarles a sus seres queridos, esos a los que quiera aunque no se de cuenta.
La serie mezcla intriga con algo de acción y, lo que es más importante, ciertos toques de humor que no le van nada mal, por más que las historias paralelas, sobre todo las historias afectivas de su hermana, resulten prescindibles e incluso incoherentes con la trama principal. Hay quizá demasiados personajes y no todos son tan buenos actores como podría esperarse, pero aun así merece la pena. Michael C. Hall, además, realiza una composición estupenda del difícil Dexter, aunque demasiado parecido a su magnífico David, de A dos metros bajo tierra (serie de la que tendría que hablar en algún momento), otro que podría pasar por psicópata, aunque se parecía más a un obsesivo. El resto tienen momentos, aunque no le llegan a la suela de los zapatos. Claro que es el mismo personaje de siempre... eso sí, que atractivo resulta en ese papel.
4 comentarios:
Bueno. No soy un experto en series porque me canso enseguida, pero vi un par de capítulos de ésta y... también ¿para qué negarlo? Me da la impresión de que hay una fiebre por intentar resucitar la época dorada de las series; el problema es que estos productos se veían mejor hace treinta años, porque la mirada era más inocente. Ahora parece que todos quieren decir la más gorda (House; Saving Grace; Dexter...). Pero me resulta una metonimia harto forzada, pues hasta un asesino es presentado como entrañable y virtuoso, cuando, en realidad, eso juega en su contra. Es como la falsa violencia del equipo A, o la de Star Wars, donde sólo se destruyen robots. Es decir, todo vale mientras tengamos empatía con el elemento destructor y el destruido sólo pase como un "malo" más a anular. Entiendo tu postura, pues las series cada vez son más sofisticadas y profesionales, pero siempre habrá algo intangible que separe la violencia de un silencio en Bergman y esta violencia que, inevitablemente, se ve engullida por sí misma. Y corto el rollo que me enrrollo. Saludetes...
En resumen: estoy de acuerdo con ambos, pero a mi si me siguen gustando. Y respecto a A dos metros bajo tierra, no te hagas demasiadas ilusiones, Lo, la primera temporada es soberbia y luego se convierte en un dramón bastante menos atractivo. Aunque yo no me la perdía... tendría que aprovechar y leer más.
Discrepo con lo de A dos metros...: me parece extraordinaria de principio a fin.
Ah, ni se te ocurra rebatirme, soy capaz de estrangular a quien sea por defender esa serie.. me pareció lo mejor que se ha hecho para TV no en años, sino en décadas, incluidos Los Soprano, que tb me gustan.
No he visto Dexter, pero intentaré hacerlo.
Si a mi me encanta, pero si que echo de menos el sentido del humor de la primera temporada en las siguientes. Todavía recuerdo esos anuncios de productos funerarios del primer capítulo, ahí me enganché. Pero no te preocupes, no me tendrás que estrangular. Cuando quieras hacemos una maratón y vemos todos los capítulos uno detrás de otro.
Publicar un comentario