jueves, 15 de noviembre de 2007

Serie Z: Karate a muerte en Torremolinos.

Karate a muerte en Torremolinos. (Pedro Temboury, España, 2001).


A algunos les habrá parecido que Robert Rodríguez y mi adorado Tarantino han vuelto a resucitar el género con el inicio de la saga Grindhouse (que no sabemos si continuará, esperemos que sí), pero en realidad, es un género que nunca murió. La confusión puede venir de lo difícil que es que todo este tipo de cine salga de los videoclubs y se integre con cierta difusión en la gran pantalla. No fue el caso. Pedro Temboury, director malagueño experto en esta serie Z, dirigió, con más medios de los habituales, una película que quedará en la retina de todo el que la vea. Calificada como "la peor película española estrenada en cines" (cosa de la que se jactan en la carátula del DVD), se trata de serie Z en estado cuasi-puro. Se trata de una especie de experimento de cómo hacer serie Z con algo más del presupuesto del habitual. No se pretendía hacer una buena película, se pretendía hacer una buena película de serie Z, que no es lo mismo. Y lo consiguieron.
El doctor Malvedades resucita a cuatro zombies karatekas, que irán secuestrando "vírgenes recién folladas" por Torremolinos, con la intención de resucitar al monstruo de Jocántaro, que los ayudará a conquistar el mundo. A todos ellos les harán frente una pandilla de surferos católicos y un profesor en ciencias ocultas que lleva como arma un "Simon dice". Eso es la premisa. Lo demás es pura locura. No hay profundidad en nada, todo está hilado con seda dental, odas al hachis, sexo, humor, efectos especiales cutres y, sobre todo y ante todo, casquería, mucha casquería. Si alguien cree que todo esto no sirve para salir corriendo a conseguirla (cosa que no es nada fácil, yo he tardado unos cuantos años en lograrlo) y tragársela esta misma noche, es que no tiene ni idea de lo que es la diversión.

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