sábado, 17 de noviembre de 2007

Historias de amor: Brokeback mountain.

Brokeback mountain. (Ang Lee, 2005).
En ese grandísimo monumento de estudio sociológico que es South Park, hay un capítulo donde Robert Redford decide llevarse el Festival de cine independiente de Sundance a South Park, y a los niños los obligan a ver, al menos, una película "independiente", que, inmediatamente, son definidas por el gran Cartman como "películas de vaqueros gays que hacen puding", y que, cuando se aburren, exploran su sexualidad. Pues eso mismo. Sólo que aquí no hay puding, sino latas de judías que hacen al baño maría. No voy a entrar en la dependencia o independencia de las películas de cine indie, porque no viene al caso, y me dedicaré a hablar de esta maravilla.
Me he resistido mucho, sobre todo porque yo todo eso que se haga famoso lo llevo regular si no lo he descubierto previamente, uno es así de pedante. Y más cuando todavía sigo cabreado por la escasa repercusión mediática que tuvo una de las mejores películas de los 90, La tormenta de hielo. Que Ang Lee resonara con esta historia de vaqueros, siendo La tormenta de hielo la obra maestra que es (y teniendo siete años más) podía con mis nervios.
Pero al final la he visto. No me esperaba otra cosa, sigo a Ang Lee (más o menos) desde sus tiempos hongkoneses, su medio salto a la occidentalidad (qué buena es El banquete de bodas), y su permanencia en el staff de directores hollywoodienses con algo de personalidad. Con lo que ya se qué es lo que me voy a encontrar. Y que además me va a gustar.
Sensible (que no sensiblera), bella (visualmente y en el contenido), profunda, emotiva... Acabo de verla y no tengo palabras para calificarla. Todavía no puedo entender por qué me pongo tan burro cuando se me mete algo en la cabeza, y me arrepiento de llevar dos años perdiéndomela. En parte también porque hacía mucho que no lloraba con una película. ¿Por qué no le dieron el Oscar a Heath Ledger?

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