Lola-Lola es uno de los grandes papeles de la historia del cine y Marlene Dietrich prácticamente se lo debe todo a ella, empezando por el papel que ella misma interpretaría en su vida. Lola-Lola además es una heroína única en su especie.
La protagonista de una de las primeras películas sonoras de la historia del cine (y creo que la primera del cine alemán) es la perfecta encarnación de lo perverso: seduce para, una vez hecho el trabajo, denigrar al seducido por pura diversión. Lola-Lola no tiene contrapunto, no hay yang para ella, nadie que de réplica de bondad a la ridiculización que ella produce. Lola-Lola se convierte en todo para el que cae en sus redes, y es capaz, sin que sepamos muy bien cómo, de hacer que nadie pueda escapar de ellas.
Y El ángel azul es el bar donde actúa Lola-Lola, un antro que desprende vileza y degradación desde antes de entrar en él, aunque esté escondida tras ese humo perpetuo que juega con las luces para conseguir hacer mayor su atracción. Un local adonde el profesor Rath se dirige para salvar de la perdición a sus alumnos, y donde encontrará la suya propia en manos de la pérfida cantante, que ganará todo lo que quiera de él.
El ángel azul es la amoralidad como estilo de vida en el que caen hasta los seres más íntegros, esos mismos que tantas lecciones dan de ética. El ángel azul es la perdición de los hombres en forma de mujer que conducirá a sus presas a su fatal destino. El mismo que el profesor, una vez recuperada su cordura tras su escarnio público, sufrirá. El ángel azul es el engaño y la pérdida, pérdida de la dignidad y de la vida. Pero sin remordimientos ni penalizaciones.
Lo más llamativo, aún a estas alturas, de la película es esa misma transmisión de lo inmoral como forma de vida, ese camino que escogen sus personajes de motu propio y que les traerá consecuencias, como modo de vida alternativa. El ángel azul, la película, se encuentra tan falta de moral como el antro del que lleva el nombre y como la protagonista que la cámara idolatra, y esa quizá sea una de las más interesantes lecciones morales que ha dado el cine.
La protagonista de una de las primeras películas sonoras de la historia del cine (y creo que la primera del cine alemán) es la perfecta encarnación de lo perverso: seduce para, una vez hecho el trabajo, denigrar al seducido por pura diversión. Lola-Lola no tiene contrapunto, no hay yang para ella, nadie que de réplica de bondad a la ridiculización que ella produce. Lola-Lola se convierte en todo para el que cae en sus redes, y es capaz, sin que sepamos muy bien cómo, de hacer que nadie pueda escapar de ellas.
Y El ángel azul es el bar donde actúa Lola-Lola, un antro que desprende vileza y degradación desde antes de entrar en él, aunque esté escondida tras ese humo perpetuo que juega con las luces para conseguir hacer mayor su atracción. Un local adonde el profesor Rath se dirige para salvar de la perdición a sus alumnos, y donde encontrará la suya propia en manos de la pérfida cantante, que ganará todo lo que quiera de él.
El ángel azul es la amoralidad como estilo de vida en el que caen hasta los seres más íntegros, esos mismos que tantas lecciones dan de ética. El ángel azul es la perdición de los hombres en forma de mujer que conducirá a sus presas a su fatal destino. El mismo que el profesor, una vez recuperada su cordura tras su escarnio público, sufrirá. El ángel azul es el engaño y la pérdida, pérdida de la dignidad y de la vida. Pero sin remordimientos ni penalizaciones.
Lo más llamativo, aún a estas alturas, de la película es esa misma transmisión de lo inmoral como forma de vida, ese camino que escogen sus personajes de motu propio y que les traerá consecuencias, como modo de vida alternativa. El ángel azul, la película, se encuentra tan falta de moral como el antro del que lleva el nombre y como la protagonista que la cámara idolatra, y esa quizá sea una de las más interesantes lecciones morales que ha dado el cine.
1 comentario:
Ich bin von Kopf bis Fuß
Auf Liebe eingestellt,
Denn das ist meine Welt.
Und sonst gar nichts...
Esa canción en boca de Marlene Dietrich produce una extraña pena.. como lo que le sucede a su profesor de Universidad cuando se mofan de él y le obligan a hacer el gallo... me recuerda a la historia de El hombre elefante..
Muy buena tu reseña.
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