miércoles, 4 de febrero de 2009

Tanguy, ¿qué hacemos con el niño?

Tanguy, ¿qué hacemos con el niño? (Ètienne Chatiliez, 2001)


Esta semana toca comedia gabacha. Y respecto a ella, Tanguy puede que no sea la película perfecta, pero si que tiene una virtud fundamental respecto al resto: es divertida, muy divertida.
Tanguy es un chico que no llega a los treinta y que se nos presenta en principio como seductor, inteligente, el perfecto estudiante, responsable, encantador... el hijo que cualquier padre querría tener... menos los suyos, que están deseando que se vaya de casa, porque Tanguy en realidad es un ególatra estúpido pagado de sí mismo al que sus padres mantienen únicamente por la promesa de perderlo de vista en cuanto se marche a hacer su tesis a Pekin. Cuando éste les informa de su decisión de alargar un año dicha marcha, los sufridos padres entran en pánico y deciden hacerle la vida imposible para echarlo de casa, perpetrando tretas y más tretas que a Tanguy le resbalan, para desesperación de sus mayores.


Comportándose como adolescentes fumados (literalmente), el comportamiento de esos padres que quieren recuperar su juventud liberándose de su insufrible hijo (y al que no quieren echar de casa como haría cualquiera porque, precisamente, es el hijo que cualquiera de sus amigos querría tener) arranca las mismas carcajadas que ellos obtienen bajo el influjo de la maría que consumen en su habitación de matrimonio maquinando contra el hijo que estudia en la habitación de al lado.
Quizá un poco reiterativa, quizá un poco deslabazada, quizá no es la mejor película que se podría haber hecho, pero teniendo en cuenta lo aburridos que son los franceses a la hora de hacer comedia, el hecho de que hagan una película divertida sin recurrir al esperpento y a lo escatológico, es más que encomiable. Y repito, yo me reí muchísimo.


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