Todavía recuerdo cuando, a finales del pasado siglo, los puritanos elevaban sus voces ante la presentación en no recuerdo qué festival (creo que en Cannes) de Romance X, una espantosa película dirigida por Catherine Breillat donde aparecían escenas cuasi-pornográficas. Ese fue sólo el comienzo de una "nueva ola" de cine a uno y otro lado del Atlántico que olvidaba que casi treinta años antes los japoneses habían filmado El imperio de los sentidos, y se ponían a vender sexo explícito en historias donde el sexo era más o menos importante como el culmen de la modernidad.
Mi percepción de la historia es la que es: ¿sirve de algo a la trama o al desarrollo ver cualquier tipo de penetración? Pues yo creo que no, qué quieren que les diga ¿Hubiera cambiado en algo la estupenda escena del polvo de Eusebio Poncela y Antonio Banderas en La ley del deseo si se hubiera visto como el primero penetraba analmente al segundo? Pues sigo creyendo que no, oigan. Pero a algún palo tendremos que agarrarnos para que nos pongan estrellitas en las críticas. Claro que hay dos formas de verlo.
Intimidad, por ejemplo, es una estupenda película, pero lo hubiera sido igual si el señor Chereau hubiera obviado las felaciones y penetraciones y se hubieran actuado como se ha hecho toda la vida. Claro que cuando la película es buena, eso no da ni quita, simplemente es otra forma. El problema es cuando la película no es buena, y el sexo es el reclamo para vender las virtudes, que se centran en que el sexo es el tema de la película. Como ejemplo de esta segunda vía tenemos a la ya comentada Nine songs. Y en ese punto sigo pensando que mucho mejor ver porno de verdad.
Lie with me sin embargo no es Nine songs, aunque no se yo lo que es peor. Lie with me tiene historia y guión, claro que una historia y un guión que son para tirar al señor Virgo de lo alto de la torre más alta de Toronto. Porque esta es la tercera variante: el disfraz. Lie with me se disfraza de historia vital de una chica que lo vivencia todo en cuanto al sexo, ofreciéndonos una disección caprichosa, superflua y artificial de la historia de una atracción sexual (porque no hay más que eso) pretendiendo que pase por algo casi existencial, y olvidándose de todo lo que no tiene que ver con sus impulsos libidinosos, como si en esta vida el único que hubiera que hacer fuera follar, puesto que con esas ínfulas nos lo pretenden vender, y lo único que tenemos es un videoclip larguísimo donde, aparte del físico de sus dos protagonistas, no hay nada salvable. Quiero decir, la filosofía básica de esta película se sustenta en el mismo sitio que la de un chiste que me contaron el otro día que reproduciré a continuación y que, aviso, es de muy mal gusto:
"Dice que era una monja que estaba todo el día echándose agua en el chichi. Una de las otras monjas le pregunta:
-Hermana ¿por qué estás todo el día echándote agua en el chichi?
-Hombre, porque ya que no come, que beba."
Mi percepción de la historia es la que es: ¿sirve de algo a la trama o al desarrollo ver cualquier tipo de penetración? Pues yo creo que no, qué quieren que les diga ¿Hubiera cambiado en algo la estupenda escena del polvo de Eusebio Poncela y Antonio Banderas en La ley del deseo si se hubiera visto como el primero penetraba analmente al segundo? Pues sigo creyendo que no, oigan. Pero a algún palo tendremos que agarrarnos para que nos pongan estrellitas en las críticas. Claro que hay dos formas de verlo.
Intimidad, por ejemplo, es una estupenda película, pero lo hubiera sido igual si el señor Chereau hubiera obviado las felaciones y penetraciones y se hubieran actuado como se ha hecho toda la vida. Claro que cuando la película es buena, eso no da ni quita, simplemente es otra forma. El problema es cuando la película no es buena, y el sexo es el reclamo para vender las virtudes, que se centran en que el sexo es el tema de la película. Como ejemplo de esta segunda vía tenemos a la ya comentada Nine songs. Y en ese punto sigo pensando que mucho mejor ver porno de verdad.
Lie with me sin embargo no es Nine songs, aunque no se yo lo que es peor. Lie with me tiene historia y guión, claro que una historia y un guión que son para tirar al señor Virgo de lo alto de la torre más alta de Toronto. Porque esta es la tercera variante: el disfraz. Lie with me se disfraza de historia vital de una chica que lo vivencia todo en cuanto al sexo, ofreciéndonos una disección caprichosa, superflua y artificial de la historia de una atracción sexual (porque no hay más que eso) pretendiendo que pase por algo casi existencial, y olvidándose de todo lo que no tiene que ver con sus impulsos libidinosos, como si en esta vida el único que hubiera que hacer fuera follar, puesto que con esas ínfulas nos lo pretenden vender, y lo único que tenemos es un videoclip larguísimo donde, aparte del físico de sus dos protagonistas, no hay nada salvable. Quiero decir, la filosofía básica de esta película se sustenta en el mismo sitio que la de un chiste que me contaron el otro día que reproduciré a continuación y que, aviso, es de muy mal gusto:
"Dice que era una monja que estaba todo el día echándose agua en el chichi. Una de las otras monjas le pregunta:
-Hermana ¿por qué estás todo el día echándote agua en el chichi?
-Hombre, porque ya que no come, que beba."
3 comentarios:
Mira, ésta ni sabía que existía. Así me la ahorro. Otro engendro era BAISE MOI (FÓLLAME, en castellano); con actores porno y todo...
Coincido: Intimidad, muy interesante -como todo lo de Chéreau-. Nine songs y Baise moi, muy malas.
Lie with me no la vi, pero con lo que dices..
Pero Catherine Breillat sí me gusta, aunque Romance no es de sus mejores películas; y me hizo gracia ver a Rocco.
Si tengo que decir la verdad, a mi Baise Moi, aunque sea solo por la mezcla de porno y gore, me resultó curiosa y hasta entretenida... claro que llevo años diciendo que algún día tendré que tirarme en un diván... gracia que por cierto tengo muy gastada, lo que me recuerda que tengo que renovar el repertorio.
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