No hablaré aquí de la carrera de su director, ni de lo que me gusta o me disgusta de ella. Solondz puede dar para mucho debate. Aquí me limitaré a hablar de esta película, una película demoledora, cruel, despiadada y en cierto sentido abyecta como pocas. Happiness es un juego donde Solondz, quizá mejor que en ninguna otra de sus obras, ha mostrado su poca fe en la raza humana, su poco aprecio por lo humano en general. Happiness, desde su título, es un juego en lo paradojal. Esa felicidad, esa búsqueda de la felicidad que supuestamente nos muestra la película, no es más que un paseo por las mayores miserias del ser humano pasadas por la óptica del que no tiene conmiseración alguna con sus semejantes. Y para ello se vale, precisamente, de una envoltura límpida, casi de comedia romántica, lo que aleja al espectador de la suciedad, lo que lo deja más expuesto si cabe a lo desagradable, lo que hace que las defensas bajen y no se espere en ningún momento el tropel de barbaridades que, con toda la naturalidad posible, se le van a presentar ante los ojos.
Desde la primera escena, esa en la que Joy rompe con Andy diciéndole que no hay nada más para romper: "No, eres tú", podemos intuir la barbarie. El psiquiatra pederasta, la ama de casa que quiere que su marido psiquiatra le cuente lo que le dicen los pacientes, la hermana escritora que se desespera porque su vida es mentira porque no la han violado, el vecino que le hace llamadas obscenas, la vecina que ha matado al portero y guarda su pene en el congelador, los padres que se separan pero entran en crisis al hablar de divorcio... las familias disfuncionales donde todo está dicho sin que se diga nada y el mundo de las apariencias donde se dice todo sin ánimo de ofender, en un entorno de familia feliz que se ve reflejado, en su máximo esplendor, en la hilarante última escena final, ese falso final feliz de falsa familia reunida, donde los padres separados (que no divorciados) se preguntan por sus vidas, las hermanas que no lo han sido nunca se buscan novios que no se echarían a ellas mismas, y los nietos siguen con unas vidas de los que los demás, como buena familia que no existe, no tienen ni idea. Y ese diálogo entre Joy, la hermana que todos han decidido que sea una fracasada y su hermana escritora de éxito (magnífica Lara Flynn Boyle), intentando que ella se sienta menos mal:
- Lo siento, Joy. No quiero que te sientas mal. No me estoy riendo de ti, me estoy riendo contigo.
-Pero es que yo no me estoy riendo.
Bellísima en las formas y durísima en el fondo, Happiness es otra mirada más al falso sueño americano (y europeo y civilizado en general), que termina con una bellísima canción de Michael Stipe y Rain Phoenix que, tras mucho preguntarse dónde estará la felicidad concluye: "Felicidad, sabes que no puedes permanecer tan lejos de mi". Y que a partir de hoy estará abriendo esta página.