Woody Allen es uno de los grandes, quizá de los más grandes en activo. Y esta película es quizá una de las más originales y divertidas que ha hecho. La historia ficticia de Leonard Zelig le dio muchas alegrías entre la crítica, aunque pobres resultados en taquilla, como parece que a él le gustaba. Me parece una pena que para seguir dirigiendo se le exijan esos buenos resultados en taquilla, cosa que hace que últimamente se meta en proyectos donde recurra a lo fácil, y deje de inventarse historias como esta, mucho más de agradecer.
Allen crea un falso documental mezclando imágenes de archivo, música de archivo, falsas entrevistas (incluso de Bruno Bettelheim, prestigioso psicoanalista para los no entendidos, cosa que me recuerda que tengo algún libro suyo pendiente) y grabaciones para la película tratadas para que parecieran coetáneas de las antiguas, acerca del personaje de Zelig, un extraño hombre que tiene la capacidad de mimetizarse totalmente con el entorno, tanto que es capaz hasta de cambiar de color de piel y de rasgos físicos. Esa capacidad mimética que Zelig tiene para intentar pasar desapercibido y ser aceptado por el ambiente (que es la base fundamental de la mimesis, si no, que me lo digan a mi) le hace, muy a su pesar, convertirse en mono de feria para una sociedad ávida de novedades, y en gran estrella de los años 20. Cuenta además la historia de amor entre Zelig (Allen) y su psicoanalista, Eudora Fletcher, una Mia Farrow menos insoportable que habitualmente gracias a que, en base a la documentalidad, casi no se la escucha y todo lo que se ven son fotos o retazos de supuestas noticias grabadas (a mi es que Mia Farrow...). Y sirve además para realizar un estudio de la sociedad de los años 20, esa época dorada hasta el crack del 29, y del inicio de los años 30, con la llegada del fascismo.
Todo ello mezclado con los mismos temas que trata siempre Allen (el judaísmo, la tiranía, la hipocresía, el jazz, las religiones en general, el psicoanálisis, la medicina...) en el mismo tono satírico y absurdo al que nos tiene acostumbrado. Solo que de otra manera. Algunas de las supuestas grabaciones de las entrevistas de Fletcher-Zelig son soberbias, toda la historia de la hermana de Zelig es divertidísima, y la escena en el palco con el Papa es otra prueba de que los golpes en el cine son estupendos cuando se saben rodar (cosa que llevo diciendo...). En resumen, lo mismo pero de otra manera. Y eso sin contar el tratamiento de las imágenes, los fotomontajes... antes de que el photoshop lo manejara media humanidad, cosa que tenía mucho más mérito.
En fin, que hacía mucho que no la veía y la volví a ver ayer. Y me entraron ganas de postear todas las de Allen, y estoy consiguiendo alguna que hace tiempo que no veo, y... espero que no llegue el momento de hacer un monográfico porque este blog puede pasar a ser mucho más aburrido de lo que puede resultar ahora.
Allen crea un falso documental mezclando imágenes de archivo, música de archivo, falsas entrevistas (incluso de Bruno Bettelheim, prestigioso psicoanalista para los no entendidos, cosa que me recuerda que tengo algún libro suyo pendiente) y grabaciones para la película tratadas para que parecieran coetáneas de las antiguas, acerca del personaje de Zelig, un extraño hombre que tiene la capacidad de mimetizarse totalmente con el entorno, tanto que es capaz hasta de cambiar de color de piel y de rasgos físicos. Esa capacidad mimética que Zelig tiene para intentar pasar desapercibido y ser aceptado por el ambiente (que es la base fundamental de la mimesis, si no, que me lo digan a mi) le hace, muy a su pesar, convertirse en mono de feria para una sociedad ávida de novedades, y en gran estrella de los años 20. Cuenta además la historia de amor entre Zelig (Allen) y su psicoanalista, Eudora Fletcher, una Mia Farrow menos insoportable que habitualmente gracias a que, en base a la documentalidad, casi no se la escucha y todo lo que se ven son fotos o retazos de supuestas noticias grabadas (a mi es que Mia Farrow...). Y sirve además para realizar un estudio de la sociedad de los años 20, esa época dorada hasta el crack del 29, y del inicio de los años 30, con la llegada del fascismo.
Todo ello mezclado con los mismos temas que trata siempre Allen (el judaísmo, la tiranía, la hipocresía, el jazz, las religiones en general, el psicoanálisis, la medicina...) en el mismo tono satírico y absurdo al que nos tiene acostumbrado. Solo que de otra manera. Algunas de las supuestas grabaciones de las entrevistas de Fletcher-Zelig son soberbias, toda la historia de la hermana de Zelig es divertidísima, y la escena en el palco con el Papa es otra prueba de que los golpes en el cine son estupendos cuando se saben rodar (cosa que llevo diciendo...). En resumen, lo mismo pero de otra manera. Y eso sin contar el tratamiento de las imágenes, los fotomontajes... antes de que el photoshop lo manejara media humanidad, cosa que tenía mucho más mérito.
En fin, que hacía mucho que no la veía y la volví a ver ayer. Y me entraron ganas de postear todas las de Allen, y estoy consiguiendo alguna que hace tiempo que no veo, y... espero que no llegue el momento de hacer un monográfico porque este blog puede pasar a ser mucho más aburrido de lo que puede resultar ahora.
1 comentario:
Lo mejor es haberle dado por culo al tonto de Zemeckis, que creía haber descubierto América con el otro tonto. Es que Woody Allen es tan ingenioso que casi no le hace falta ser original. Con cuatro temas es uno de los grandes. Tiene mérito ¿no?
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