Independientemente de lo que hiciera antes y después su director, aquí estamos frente a una de esas películas de actores. Y sobre todo, estamos ante una demostración de poderío de Bette Davis. Joan Crawford también está soberbia, pero reconozcamos que si por algo pasará a la historia esta maravilla del suspense es por el personaje que crea y con el que se recrea la Davis.
Davis, además de pelearse (y según se comenta, de qué maneras) con la Crawford, construye un personaje patético en exceso, ridículo en ocasiones y tremendamente desasosegante para el que lo ve. El personaje de esa niña que ha crecido, que ya es mayor, y que quiere volver a recuperar la fama de su infancia como si fuera una niña todavía. La escena de la contratación del pianista donde Davis canta I've written a letter to daddy es a la vez patética y aterradora. Y sólo es una de ellas. El resto es casi que peor.
3 comentarios:
Me mola mucho esta peli. A mí el personaje de Bette Davis me da más miedo que otra cosa. Muy acertada la película que has escogido para este post. Saludos.
Junto a la sensiblemente inferior HUSH... HUSH, SWEET CHARLOTTE, ésta conforma la etapa más patética (entiéndaseme lo de patético, en el sentido artístico) de Davis, auspiciada por la admiración que Aldrich profesaba hacia la diva. Crawford no pudo estar en aquella, pero en la que tú comentas eleva considerablemente el desasosegante tono interpretativo. Inmortales, las dos.
Un saludo.
No se qué contestaros, solo que la película que me diches, dvd, creo que no la he visto. Y si la vi hace tiempo. Otra más para la lista de pendientes.
Publicar un comentario