lunes, 25 de agosto de 2008

Dogma

Dogma (Kevin Smith, 1999)


A veces repasar la filmografía de algunos directores resulta desolador. Es el caso de Smith, un director que había dado señales de grandiosidad cuando dirigió su primera película, Clerks, tuvo un pequeño bache del que salió airoso con Mallrats (y es que parece que contratar a Shanen Doherty tiene sus riesgos) y se recuperó con creces con la magnífica Persiguiendo a Amy (si bien hace mucho tiempo que la vi, debería repasarla), para comenzar a caer con Dogma, y seguir cayendo y cayendo... hasta no saber dónde.
Porque Dogma no es especialmente buena, pero funciona. Y funciona porque el que la escribe y dirige tiene buenas ideas. En momentos determinados resulta francamente genial, como la aparición de Janeane Garofalo, en el papel de judía trabajadora en una clínica abortista, cuando llega a la misma y, para conseguir librarse de los antiabortistas exclama “¡Ostia puta, el Papa!”. El problema es que esa genialidad se limita a situaciones concretas, y no terminan de inundar un metraje que resulta excesivo a todas luces.
Y es que la historia de los ángeles Loki y Bartleby, esos que quieren regresar al mismo cielo del que fueron expulsados ( “¿Les envió al infierno?” “Peor, a Wisconsin.”), y a quien Bethany (qué guapa es Linda Fiorentino aunque tenga cara de no haberse acostado en quince días) tiene que detener con la ayuda de Jay y Bob el silencioso entre otros, se complica demasiado para una película de estas características. Quizá uno de los problemas de Dogma es que hay demasiada gente a la que dar protagonismo, y es que, aparte de Ben Affleck, Matt Damon, la ya mencionada Fiorentino, Mewes y Smith (Jay y Bob), aparecen Rufus, el supuesto decimotercer apostol (Chris Rock), Serendipity (Salma Hayek, en el papel de musa), Azrael (el demonio interpretado por Jason Lee), el Megatron (Alan Rickman como la Voz de Dios, tipo de ángel de vuelta de todo que conforma quizá el mejor personaje de la película)... y demasiada gente para darle cabida en una historia a la que dos horas le vienen bien largas.


Todo ello a pesar de los hallazgos, a pesar de las reflexiones sobre las religiones, tan presente en el cine de Smith, a pesar de una primera escena, esa la desvelación de esa “reforma” del catolicismo llamado el “Catolicismo guay” y su figura fundamental, la que sustituye al crucificado, el “Jesucristo colega” (todavía recuerdo las carcajadas que pegamos en el cine yo y la amiga que me acompañaba). Porque a mi el cine de Smith, en ese sentido, me recuerda mucho al de otros grandes obsesionados con la religión (Buñuel, Allen...) lo que hace que las comparaciones sean odiosas a pesar de que no tiene nada comparable, porque el cine de Smith no tiene comparación con el de ninguno de estos genios. Quizá el cine más parecido sea el de John Hughes, salvando las muchísimas distancias. Un cine al que hace muchísimas referencias y del que parece su hermano cafre, solo que con mucho más talento.
Porque talento hay, por más que a veces no se note. Y es que lo fundamental en esta película es la irregularidad, que es el problema básico del cine de Smith, mezcla de escenas y, sobre todo, diálogos memorables con otros bastante mediocres. Ahí precisamente es donde creo que pierde. Y puede perder mucho. En esta película no tanto, pero es un avance de las siguentes. Y es que hay caídas que parecen imparables. Aunque algunos tengamos la esperanza de que se vuelvan a recuperar.
Por cierto, y como última nota: me encanta la escena en que Dios (no revelaré quién lo interpreta, por si alguien no la ha visto) aparece. Dios no habla, sólo actúa, y Jay le pregunta: “¿Qué coño es esto, El Piano? ¿Por qué coño no habla esta tía?”.


3 comentarios:

dvd dijo...

Después de haber visto cine suficiente como para irme a descansar, tengo que admitirlo: ¡No he visto ni una de este tipo! Que no cunda el pánico, empezaré con CLERKS, que se supone que es la mejor, y ya contaré.

sangreybesos dijo...

Y Dios le da un beso a Jay y se le pone dura. Brutal!

Justo dijo...

Coincido contigo.

Después de Clerks y Persiguiendo a Amy -Mallrats también tiene su punto--, no levanta cabeza.

Ojalá lo consiga en el futuro.