A ver, probablemente ni me hubiera acordado de este disco si no fuera porque ayer me puse a ordenar cedeses. Y es que lo que ofrecía y lo que da son dos cosas muy distintas. No es que esté mal, sino que a mi no me da más, ni para bueno ni para malo.
Yo no conocía al grupo, me sonaba de algo, pero no sabía muy bien de qué. Así que en una de mis excursiones madrileñas de estas que hago para ir a la Fnac, encontré este disco que me llevé por la portada, y porque el título me hizo gracia. Y digo me hizo gracia literalmente, ya que me recordó a Martes y Trece. Por mucha imagen tétrica que tenga en la portada, a mi me parecía que iba a ser un disco de pop divertido, no me pregunten por qué.
Una vez en casa, ya dispuesto a escucharlo, me emociono al leer que es un grupo de rock. Pero toda la emoción terminó cuando lo escuché. Hoy lo he buscado en la wikipedia, y lo definen como un grupo de pop-punk, sólo que en este disco pasan a ser de punk-pop. A mi las etiquetas no me terminan de gustar, pero si queremos etiquetar, la presencia de esos dos estilos juntos creo que lo dice todo. No se lo que era, pero no consiguieron lo que pretendían.
Este es uno de esos discos que pertenecen a esos grupos que la MTV y los 40 Criminales quieren hacernos creer que son de género punk, pero que no suenan a punk en absoluto, y cuyo máximo exponente (no porque sea la mejor, sino porque es con la que más por culo han dado) es Avril Lavigne, esa señora estéticamente perfecta, que se cree que por berrear mínimamente y meter cuatro guitarras ya hace punk, y cuyas canciones suenan a tantos y tantos grupos y artistas creados por marketing en pos de vender discos a los adolescentes. En España incluso creamos una imitadora, una tal Belén Arjona, que hacía muchos cuernitos con los dedos, para al final terminar cantando las mismas tonterías que La oreja de Van Gogh.
El problema fundamental es doble. Primero hay un error conceptual: el punk es un subgénero del rock, y por eso mismo jamás el pop podrá ser punk. Y después hay un error de educación musical, precisamente por dejar esa educación en manos de las multinacionales, esas que nos quieren convencer de lo bueno que es la globalización, y lo fantástico que es que una barra de pan cueste más que el caviar Beluga. Así nos va.
Pero de lo que iba a hablar es de este disco. Mejores que todos los que he nombrado, PXNDX, sin embargo, se sigue quedando a medio camino. Las letras son buenas, la música suena bien, pero no terminan de encuadrarse, y quizá es eso lo que hace que el disco no convenza del todo. Yo sigo quedándome con las ilustraciones del album, que si que son una auténtica obra de arte, y ahí teneis la portada para comprobarlo.
Yo no conocía al grupo, me sonaba de algo, pero no sabía muy bien de qué. Así que en una de mis excursiones madrileñas de estas que hago para ir a la Fnac, encontré este disco que me llevé por la portada, y porque el título me hizo gracia. Y digo me hizo gracia literalmente, ya que me recordó a Martes y Trece. Por mucha imagen tétrica que tenga en la portada, a mi me parecía que iba a ser un disco de pop divertido, no me pregunten por qué.
Una vez en casa, ya dispuesto a escucharlo, me emociono al leer que es un grupo de rock. Pero toda la emoción terminó cuando lo escuché. Hoy lo he buscado en la wikipedia, y lo definen como un grupo de pop-punk, sólo que en este disco pasan a ser de punk-pop. A mi las etiquetas no me terminan de gustar, pero si queremos etiquetar, la presencia de esos dos estilos juntos creo que lo dice todo. No se lo que era, pero no consiguieron lo que pretendían.
Este es uno de esos discos que pertenecen a esos grupos que la MTV y los 40 Criminales quieren hacernos creer que son de género punk, pero que no suenan a punk en absoluto, y cuyo máximo exponente (no porque sea la mejor, sino porque es con la que más por culo han dado) es Avril Lavigne, esa señora estéticamente perfecta, que se cree que por berrear mínimamente y meter cuatro guitarras ya hace punk, y cuyas canciones suenan a tantos y tantos grupos y artistas creados por marketing en pos de vender discos a los adolescentes. En España incluso creamos una imitadora, una tal Belén Arjona, que hacía muchos cuernitos con los dedos, para al final terminar cantando las mismas tonterías que La oreja de Van Gogh.
El problema fundamental es doble. Primero hay un error conceptual: el punk es un subgénero del rock, y por eso mismo jamás el pop podrá ser punk. Y después hay un error de educación musical, precisamente por dejar esa educación en manos de las multinacionales, esas que nos quieren convencer de lo bueno que es la globalización, y lo fantástico que es que una barra de pan cueste más que el caviar Beluga. Así nos va.
Pero de lo que iba a hablar es de este disco. Mejores que todos los que he nombrado, PXNDX, sin embargo, se sigue quedando a medio camino. Las letras son buenas, la música suena bien, pero no terminan de encuadrarse, y quizá es eso lo que hace que el disco no convenza del todo. Yo sigo quedándome con las ilustraciones del album, que si que son una auténtica obra de arte, y ahí teneis la portada para comprobarlo.
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