lunes, 22 de junio de 2009

Déjame entrar

Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)

Hay un dicho canario, que nos gusta especialmente a los godos emigrados, en el que se dice que alguien tiene un "déjame entrar" cuando se trata de alguien con cierto atractivo, podríamos llamarle morbo. Precisamente ese cierto atractivo que posee la niña de la película (Eli) es la que hace que surja la amistad con Oskar, aunque no es lo único.
Ambos son seres solitarios, él desterrado de su entorno gracias al maltrato de los matones del colegio, ella relegada a la noche por su naturaleza, que se encuentran en su soledad y deciden hacerse compañía, surgiendo un amor irrealizable que lo
gra que lo incomprensible se torne entendible llegado el momento.
Nunca he sido especialmente fan de las películas con niño, por más que muchas obras maestras del cine tengan esa característica, pero había visto demasiadas reseñas positivas de esta película como para dejarla pasar, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una película teóricamente "de vampiros". El logro de Alfredson precisamente es ese, engañarnos como Ikea, para algo es sueco él también.


Bajo la apariencia de una película de entretenimiento con distintos efectos especiales se esconde una preciosa historia de vida, de amor, de muerte, de supervivencia y de desesperación, la misma que hace que el supuesto padre de la niña, acompañante al menos, decida poner fin a su trayectoria asesina de la forma más boba posible, la misma que lleva a la protagonista a beber sangre, la misma que lleva a Oskar a dejar sin oreja a su perseguidor, la misma que los une para no volver a separarlos. Y todo ello sin dejar de realizar una película encuadrada dentro del género de terror que realmente funciona como tal, quizá porque hartos de tanto efectismo producido desde los estudios anglosajones, la suavidad y lentitud sueca sirvan para que pueda llegar la sorpresa.
Querría decir demasiadas cosas sobre esta película, pero prefiero no destripar nada más, lo merece.


4 comentarios:

Justo dijo...

Precisamente son algunos toques efectistas lo que no me gustó de la película -la escena final de la piscina...-, que en conjunto me pareció poética y sugerente...

También es inquietante su ambigüedad moral, porque el niño que supuestamente es angelito se convierte de la noche a la mañana en un tiranuelo mucho más peligroso que la banda que practica el bullying, unos infelices a su lado...

dvd dijo...

Pues yo creo que es de lo mejor de lo que va de año. Un cuento terrible donde no hay ni un resquicio a la sensiblería. La imagen de la piscina es un prodigio de montaje de la escuela del mejor Hitchcock...

Justo dijo...

Lo de que la ambigüedad moral es inquietante lo digo en el buen sentido, ya que no me gustan las películas de buenos y malos.

Y muchas veces la víctima pasa a ser peor que su verdugo..

Groupiedej dijo...

Yo estoy más con dvd, la escena de la piscina me fascinó.
Y respecto a la ambigüedad... ¿a quién le interesan las películas de buenos y malos a estas alturas?