lunes, 11 de mayo de 2009

El robo más grande jamás contado

El robo más grande jamás contado (Daniel Monzón, 2002)


Daniel Monzón fue durante muchos años crítico de la revista Fotogramas, entre otras, donde daba cuerpo (y mala hostia) a ese personaje con consultorio propio llamado El sobrino. También fue durante bastante tiempo, si no me falla la memoria, subdirector de Días de Cine a las órdenes de Antonio Gasset (en lo que se ha ido convirtiendo el programa... ni mencionarlo cabe). Es decir, estamos ante alguien que, aparentemente, sabe de cine.
En sus películas, sin embargo, demuestra lo que todos sabemos: es más fácil ver los errores que tomar las riendas. Pero aún así, Monzón ha rodado tres películas hasta el momento, con muy escasa repercusión en taquilla para sus presupuestos y ambiciones, pero mucho mejores que otros directores salidos de las escuelas de cine.
Monzón, defensor acérrimo del cine de entretenimiento, se reunió en su segunda película con Guerricaecheverría y perpetró una comedia muy dive
rtida aparentemente dentro de ese cine esperpéntico basado en lo frikoide que tanto dinero ha dado a la taquilla española. No fue ese el caso, no sabemos muy bien por qué, porque El robo más grande jamás contado funciona de principio a fin. Es ágil, superficial, con multitud de chistes acerca del estado de las cosas en nuestro país... y recoge a gran parte del star-system de este tipo de cintas, empezando por Jimmy Barnatán, sin el que, a estas alturas, una cinta de frikis no es una cinta de frikis.
Los homenajes son múltiples, y las referencias (en forma muchas veces de juegos de palabras) innumerables. Precisamente es ahí donde la cinta se pierde, no tanto por la repetición de estereotipos (incluyendo a Resines haciendo por enésima vez de si mismo) sino ante todo por el empeño de sus guionistas en conseguir que los protagonistas salgan, por una vez en este tipo de películas, bien parados.


Y es que la última media hora (toda la larguísima escena del aeropuerto) ataca la coherencia interna y, sobre todo, la capacidad irónica de la cinta, recurriendo al enredo a base de situaciones ya vividas en muchas otras obras, que pueden terminar cargando. No obstante, como finalidad última, Monzón realiza una cinta muy entretenida y,desde luego, mucho más comercial y visible que la mayoría de los éxitos de taquilla del cine español.

2 comentarios:

Justo dijo...

A mí me gustó mucho El corazón del guerrero, su primera película...

Groupiedej dijo...

Yo esa la recuerdo poco, así que no debió hacerme demasiada gracia... a pesar de Joel Joan. No lo entiendo, ahora que lo escribo.
Tendré que volver a verla.