Como uno tiene su orientación sexual pero no es militante, cada vez que me encuentro con el último descubrimiento de los cada vez más prolíficos festivales de cine LGTB (y pongo siglas sólo por recortar) tengo una extraña mezcla entre curiosidad y desazón que lo único que consigue es que salga huyendo de tal manera que si me encontrara con una reposición de Los bingueros, entraría a verla.
Claro que al final siempre caigo y hace pocos días, y gracias a mi suscripción a Filmin, tuve la grata sorpresa de ver cómo mis prejuicios eran firmemente abofeteados por una película bellísima que todavía hoy me tiene fascinado.
Entre otras cosas porque Le fate ignoranti se olvida, precisamente, de toda la parafernalia activista que nos llega de esos festivales y se centra en algo que, por lo visto, cada vez cuesta más trabajo en el cine actual y que consiste en algo tan difícil como contar una historia.
Historia de amor, de desamor y de muerte, de pérdidas y encuentros, de secretos, mentiras y medias verdades que, lejos de caer en el dramón histriónico o en la telenovela de parvulario, consigue tratar con dulzura, respeto y sensibilidad (que no pararé de repetir que no tiene nada que ver con la sensiblería) unas experiencias tan duras como pueden a veces llegar a ser las movidas por los sentimientos.
Personajes que sostenían al ausente, aunque ellos creyeran lo contrario, héroes heridos al descubrir que sus mundos nunca fueron lo que parecían, Antonia y Michele, esposa y amante masculino del hombre muerto, descubren al intentar reemplazarlo no sólo su sumisión al otro en ese desatinado intento de normalidad, sino su propia individualidad y su manera de volver a ser ellos mismos.
Claro que al final siempre caigo y hace pocos días, y gracias a mi suscripción a Filmin, tuve la grata sorpresa de ver cómo mis prejuicios eran firmemente abofeteados por una película bellísima que todavía hoy me tiene fascinado.
Entre otras cosas porque Le fate ignoranti se olvida, precisamente, de toda la parafernalia activista que nos llega de esos festivales y se centra en algo que, por lo visto, cada vez cuesta más trabajo en el cine actual y que consiste en algo tan difícil como contar una historia.
Historia de amor, de desamor y de muerte, de pérdidas y encuentros, de secretos, mentiras y medias verdades que, lejos de caer en el dramón histriónico o en la telenovela de parvulario, consigue tratar con dulzura, respeto y sensibilidad (que no pararé de repetir que no tiene nada que ver con la sensiblería) unas experiencias tan duras como pueden a veces llegar a ser las movidas por los sentimientos.
Personajes que sostenían al ausente, aunque ellos creyeran lo contrario, héroes heridos al descubrir que sus mundos nunca fueron lo que parecían, Antonia y Michele, esposa y amante masculino del hombre muerto, descubren al intentar reemplazarlo no sólo su sumisión al otro en ese desatinado intento de normalidad, sino su propia individualidad y su manera de volver a ser ellos mismos.
2 comentarios:
ME ENCANTA esta película tio... me parece una historia preciosa. Ahora que lo recuerdo, perdí el DVD... Gracias por recordarla.
Dulcísima y maravillosamente sencilla! así da gusto ver una película sobre emociones como El Hada Ignorante. Muy buen comentario ;)
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