viernes, 31 de diciembre de 2010

Adios 2010

Ni recuerdo, ni quiero recordar, si hice propósitos para este año, pero da lo mismo. Lo único que me propongo en 2011 es decidir qué hago con este blog para así liberarme o quedar encadenado para siempre.
El 2010 acaba y con él un año fatídico para la mayoría de la gente que conozco y peor aún para el cine, la literatura y la humanidad en general.
Efectivamente, no las tengo todas conmigo y la venida del nuevo año me da más miedito que otra cosa. Pero para intentar compensarlo, dejaremos hoy para todos ustedes la versión buena de Tu vuo fa L'Americano, y no ese horror remezclado en aras de la "modelnidad" que llevamos escuchando en todas partes durante todo el año.
En este caso, la que hizo Adriano Celentano y que puso banda sonora a uno de los mejores momentos de esa película inmerecidamente olvidada que se llamó The Talented Mr. Ripley.
Porque a lo mejor es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor.




viernes, 24 de diciembre de 2010

Recomendación navideña: A Serbian Film

A Serbian Film (Srdjan Spasojevic, 2010)


Me llena de odgullo y zatizfacción reencontrarme con mis compañeros bloguedos en eztaz fechaz tan zeñaladas y, como no podía ser de otra forma en este blog, aprovecharemos para hablar, no mucho, de la que probablemente haya sido la película más comentada de los últimos tiempos, empezando por un paso por Sitges que provocó protestas de todo tipo de asociaciones.
La visualización de A Serbian Film es una de esas raras ocasiones en que se hace necesario diferenciar claramente contenido y continente, y además no es demasiado difícil.
Esta película es, ante todo, un cuento de terror. Pero de un terror mucho más profundo del que pueden producir sustos, sangre y vísceras. Es una película aterradora en su fondo porque de lo que habla durante todo su metraje es de la conversión del mundo en pleno siglo XXI (me temo que, por más que el ejemplo se refiera a Serbia, desgraciadamente podemos hacerlo extensible a toda la supuesta civilización humana) en Esta
do feudal de algo tan superfluo como el dinero y el dueño de ese dinero.
Habla A Serbian Film de un mundo, al que no nos dirigimos, sino en el que vivimos, en el que "el que tiene el dinero hace las reglas" y que, por simple acuerdo económico, el llamémosle "empleador" tiene derecho a hacer todo lo que desee para los fines que desee con el "empleado".
Y cuando decimos "todo" nos referimos a las conductas más depravadas y abyectas que jamás he podido ver en una pantalla en una búsqueda desesperada de encontrar la excitación que el poder del dinero no puede dar, usando para ello los recursos que se hagan necesarios sin escatimar en drogas, coacciones, amenazas...
Se puede ver también, porque lo permite, como ese camino al que va conduciendo la actual filosofía seudo-hedonista (si los hedonistas de verdad nos viera
n renegarían de nosotros) que parece gobernar la cultura en la que vivimos y en la que la búsqueda del placer cuando ya los antiguos métodos que lo generaban dejan de proporcionar el suficiente por rutinarios, llevan a esos caminos de traspasar sistemáticamente todos los límites de la moral y la ética, y de la inmunidad que poseen los que pagan por ello (teniendo que expiar las culpas el que no dispone de esa cobertura).
Campo abonado para la disquisición acerca de la caída en picado de lo que hace al ser humano ser diferente del resto de animales, el pensamiento, y la conversión actual en animales que se guían casi exclusivamente por los instintos
(sexuales y agresivos, aun cuando estos consistan en la humillación y destrucción del prójimo como método de placer propio), A Serbian Film sin embargo falla, y estrepitosamente, en las formas.


Y no me refiero sólo al exceso sexual, de sangre, vísceras y violencia que parece haber sido la base última de la mayor parte de las críticas, me refiero a los personajes planos, a la planificación efectista, a la falta absoluta de ritmo narrativo que hace que nos aburramos como ostras hasta los tremebundos veinte minutos finales, a la reducción de todo el posible dramatismo al repaso último de lo acontecido en la vida del protagonista hasta que despierta en su cama manchado de sangre.
Pero si hay que reconocer que si hay algo que lastra la película de verdad es precisamente ese exceso de explicitud, y no sólo porque la visión de semejantes atrocidades puedan dar náuseas hasta al más curado de espantos, sino porque merma su capacidad de difusión y tiende a dejar todo el debate, como así parece que ocurrió durante su exhibición en Sitges, a los límites que a los que el cine no pornográfico puede llegar. Y créanme, esta película tiene mucha más tela que cortar que Saw VI... pero mucha más.
Y si no me creen, vean sola la última escena, que no revelaré aquí, la mejor de toda la cinta con mucho. Sin enseñar absolutamente nada y con sólo una frase produce más escalofríos que todo el resto de la cinta. Ni el mejor Haneke podría haberlo hecho mejor.

Eso sí, si alguien no quiere que lo vuelvan a invitar a comidas en navidad con la familia, no se me ocurre mejor forma que haciendo que hasta la abuela la vea. Pruébenlo y luego me cuentan.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Texto de la semana


Sonrió al cielo terso. Con un poco de esfuerzo podría levantarse sola.



Paolo Giordano. La soledad de los números primos.