Si les parece que vamos a hacer una recopilación de lo que el mockumentary ha dado de si... pues si, al menos lo parece.
Y vamos con una de las últimas adquisiciones para un género que en general no hace otra cosa que darnos alegrías a los amantes de la comedia.
Planteada como un spin-off de The Office (versión yanqui) que no es tal, Parks and Recreation es sin embargo el reverso oficial de La oficina, entendiendo como tal el que, efectivamente, se sitúa en la gestión y funcionamiento de una entidad, en este caso gubernamental.
Entre los personajes que pueblan el funcionariado del pequeño pueblo de Pawnee (donde curiosamente el ayuntamiento es mayor que el de cualquier ciudad media española) destaca, con mucho, la sin par Leslie Knope, interpretada con maestría por Amy Poehler, también productora ejecutiva de la serie.
Siendo la segunda de a bordo del Departamento de Parques y Actividades recreativas del ayuntamiento, la cámara se dirige a ella por ser una rara avis dentro de toda la burocracia.
A Leslie le apasiona su trabajo y se entrega a él con diligencia y excesivo entusiasmo, tanto que la primera vez que la observamos está realizando una encuesta a niños de parvulario para dilucidar la opinión de la "ciudadanía" sobre los juegos de uno de los parques que ha construido su gobierno.
El destino de un solar deshabitado será tomado por la Knope como su caballo de batalla contra las injusticias, planificando un parque que nadie ha pedido pero que ella considera necesario para "el pueblo" y para su carrera política.
Fotos de Janet Reno y Hillary Clinton presiden el despacho compartido de esta defensora del sistema que, llegado el momento y gracias a su amistad con Ann Perkins (Rashida Jones), inquilina de una vivienda cercana al solar de marras que pone la primera piedra de la fantasía del parque de Leslie, se dará cuenta de que no tiene vida personal real y hará lo posible para remediarlo.
Leslie no nos cae bien desde el primer momento. Es irracional, terca, agresiva en sus luchas (sus argumentos para convencer a las madres que se oponen a su proyecto carecen de cualquier tipo de ética y, por tanto, son descacharrantes) y vive ajena a la realidad del mundo laboral que la rodea: nadie, excepto ella, cree que en los políticos ni los gobiernos, incluidos sus jefes y sus colaboradores que, también desde el primer momento, se nos hacen mucho más identificables.
El ridículo continuo de Leslie y las tomaduras de pelo que sufre por parte del antiseductor y holgazán Tom, del sabihondo Mark (y su no relación amorosa años atrás), la ¿emo? April (y su relación triangular con su novio bisexual y el novio gay de este) y, sobre todo, su jefe Ron, un republicano que entiende que la mejor forma que tendría un gobierno sería dinamitándolo, no hacen más que conseguir que poco a poco, le vayamos cogiendo cariño a una señora que, pese a las formas, es la única que lucha por un futuro mejor.
Tras una primera temporada de tan sólo seis episodios algo dubitativa y más seria de lo deseable, la continuación en forma de segunda temporada completa logró que la serie subiera enteros en cuanto a su conformación como sátira y como ridiculización tirando a salvaje del panorama político estadounidense y casi que mundial, no sólo centrado en los políticos, también en los votantes que se nos presentan como egocéntricos meapilas que, como dice Ron, tienen demasiado tiempo para preocuparse de tonterías.
Además sirvió para la incorporación a la serie con todas las de la ley del bobalicón Andy, ex-novio de Ann y objeto de deseo de April, grandísimo payaso del show en el que además brillan con luz propia unos secundarios excelentes.
Una gran apuesta que no sabemos si durará mucho más (la tercera temporada está renovada, pero sólo la dejaron en media), por lo que habrá que aprovecharla.
Y vamos con una de las últimas adquisiciones para un género que en general no hace otra cosa que darnos alegrías a los amantes de la comedia.
Planteada como un spin-off de The Office (versión yanqui) que no es tal, Parks and Recreation es sin embargo el reverso oficial de La oficina, entendiendo como tal el que, efectivamente, se sitúa en la gestión y funcionamiento de una entidad, en este caso gubernamental.
Entre los personajes que pueblan el funcionariado del pequeño pueblo de Pawnee (donde curiosamente el ayuntamiento es mayor que el de cualquier ciudad media española) destaca, con mucho, la sin par Leslie Knope, interpretada con maestría por Amy Poehler, también productora ejecutiva de la serie.
Siendo la segunda de a bordo del Departamento de Parques y Actividades recreativas del ayuntamiento, la cámara se dirige a ella por ser una rara avis dentro de toda la burocracia.
A Leslie le apasiona su trabajo y se entrega a él con diligencia y excesivo entusiasmo, tanto que la primera vez que la observamos está realizando una encuesta a niños de parvulario para dilucidar la opinión de la "ciudadanía" sobre los juegos de uno de los parques que ha construido su gobierno.
El destino de un solar deshabitado será tomado por la Knope como su caballo de batalla contra las injusticias, planificando un parque que nadie ha pedido pero que ella considera necesario para "el pueblo" y para su carrera política.
Fotos de Janet Reno y Hillary Clinton presiden el despacho compartido de esta defensora del sistema que, llegado el momento y gracias a su amistad con Ann Perkins (Rashida Jones), inquilina de una vivienda cercana al solar de marras que pone la primera piedra de la fantasía del parque de Leslie, se dará cuenta de que no tiene vida personal real y hará lo posible para remediarlo.
Leslie no nos cae bien desde el primer momento. Es irracional, terca, agresiva en sus luchas (sus argumentos para convencer a las madres que se oponen a su proyecto carecen de cualquier tipo de ética y, por tanto, son descacharrantes) y vive ajena a la realidad del mundo laboral que la rodea: nadie, excepto ella, cree que en los políticos ni los gobiernos, incluidos sus jefes y sus colaboradores que, también desde el primer momento, se nos hacen mucho más identificables.
El ridículo continuo de Leslie y las tomaduras de pelo que sufre por parte del antiseductor y holgazán Tom, del sabihondo Mark (y su no relación amorosa años atrás), la ¿emo? April (y su relación triangular con su novio bisexual y el novio gay de este) y, sobre todo, su jefe Ron, un republicano que entiende que la mejor forma que tendría un gobierno sería dinamitándolo, no hacen más que conseguir que poco a poco, le vayamos cogiendo cariño a una señora que, pese a las formas, es la única que lucha por un futuro mejor.
Tras una primera temporada de tan sólo seis episodios algo dubitativa y más seria de lo deseable, la continuación en forma de segunda temporada completa logró que la serie subiera enteros en cuanto a su conformación como sátira y como ridiculización tirando a salvaje del panorama político estadounidense y casi que mundial, no sólo centrado en los políticos, también en los votantes que se nos presentan como egocéntricos meapilas que, como dice Ron, tienen demasiado tiempo para preocuparse de tonterías.
Además sirvió para la incorporación a la serie con todas las de la ley del bobalicón Andy, ex-novio de Ann y objeto de deseo de April, grandísimo payaso del show en el que además brillan con luz propia unos secundarios excelentes.
Una gran apuesta que no sabemos si durará mucho más (la tercera temporada está renovada, pero sólo la dejaron en media), por lo que habrá que aprovecharla.
1 comentario:
Buen comienzo
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