La HBO estuvo durante mucho tiempo convenciendo al mundo que lo normal era que las mujeres fueran estupendas, glamourosas, tuvieran cuatrocientos euros (o dólares) para comprarse un sólo par de zapatos cuando les viniera en gana a pesar de escribir columnas insulsas en periódicos y follaran mucho como pretexto para encontrar marido, que es lo que querían de verdad.
Ese futil ejercicio de ilustración sobre estereotipado neofeminismo estuvo encarnado durante años por cuatro estereotípicas pijas neoyorquinas que resultaban ser cuatro estereotipos de mujeres antagónicas pero cuyo amor por el lujo y por las charlas sexuales conseguían una amistad a prueba de bombas.
Como serie podía resultar divertida y ocasionalmente brillante debido precisamente a la interacción entre caracteres diferentes, si bien la protagonista (y productora e ideóloga y casi que guionista), la sin par Carrie Bradshaw resultara irritante casi todo el tiempo y el tono falsamente liberal quedara relegado a la estupenda Samantha, a la que finalmente también metieron en vereda y formalizaron su relación con un señor con el que a nadie que le guste un hombre tendría problemas en hacerlo.
Hasta ahí podía pasar, pero como los "Manolos" son caros y los bolsos de Vuitton ni te cuento, las pijas neoyorquinas se reunieron para hacer un pase de modelos larguísimo, superficial, estúpido y mononeuronal donde el drama se desencadena por las dudas acerca de una boda, culmen de la tragedia de unos personajes que, como ese mismo hecho hace ver, tampoco tienen demasiado de lo que preocuparse.
Que la planificación, el guión y el desarrollo argumental sean una pura bazofia para principiantes resulta una nimiedad si lo comparamos con el daño que podría hacer la exacerbación del mensaje que ya mermaba la serie y que tenía que ver con la mayor paletez que puede tener una pija: la idolatría a la marca y al marido rico que las pueda comprar y del que enamorarse como fin primero y último.
Como no había dos sin tres, acaban de estrenar una segunda parte que es todavía peor que la primera, y donde realmente dan ganas de coger a las cuatro imbéciles y quemarlas con un lanzallamas. A ver si así aumentamos la inteligencia media del género humano.
Ese futil ejercicio de ilustración sobre estereotipado neofeminismo estuvo encarnado durante años por cuatro estereotípicas pijas neoyorquinas que resultaban ser cuatro estereotipos de mujeres antagónicas pero cuyo amor por el lujo y por las charlas sexuales conseguían una amistad a prueba de bombas.
Como serie podía resultar divertida y ocasionalmente brillante debido precisamente a la interacción entre caracteres diferentes, si bien la protagonista (y productora e ideóloga y casi que guionista), la sin par Carrie Bradshaw resultara irritante casi todo el tiempo y el tono falsamente liberal quedara relegado a la estupenda Samantha, a la que finalmente también metieron en vereda y formalizaron su relación con un señor con el que a nadie que le guste un hombre tendría problemas en hacerlo.
Hasta ahí podía pasar, pero como los "Manolos" son caros y los bolsos de Vuitton ni te cuento, las pijas neoyorquinas se reunieron para hacer un pase de modelos larguísimo, superficial, estúpido y mononeuronal donde el drama se desencadena por las dudas acerca de una boda, culmen de la tragedia de unos personajes que, como ese mismo hecho hace ver, tampoco tienen demasiado de lo que preocuparse.
Que la planificación, el guión y el desarrollo argumental sean una pura bazofia para principiantes resulta una nimiedad si lo comparamos con el daño que podría hacer la exacerbación del mensaje que ya mermaba la serie y que tenía que ver con la mayor paletez que puede tener una pija: la idolatría a la marca y al marido rico que las pueda comprar y del que enamorarse como fin primero y último.
Como no había dos sin tres, acaban de estrenar una segunda parte que es todavía peor que la primera, y donde realmente dan ganas de coger a las cuatro imbéciles y quemarlas con un lanzallamas. A ver si así aumentamos la inteligencia media del género humano.
2 comentarios:
Gran verdad, la serie se podía aguantar (aunque era bastante retrógrada, bajo una apariencia brillante) menos a la detestable protagonista.
Con las pelis no me atrevo, vamos, ni ganas.
Y te digo lo que digo siempre (aun a expensas de cansinar al personal)... No es tanto problema lo que un@s tip@s hagan, sino la aceptación que esto tiene entre gente que no llega a fin de mes. Opio, pueblo, Blahniks y dietas milagrosas para personas que no existen...
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