Aprovecharemos que se está estrenando su última película, afortunadamente más parecida a sus comedias alocadas, para homenajear esta primera película de Ben Stiller como director, película a la que siempre le he tenido una especial tirria y eso que teniendo en cuenta el desolador paisaje de la comedia yanqui comercial de principios de los noventa tampoco es de las peores, hay que reconocerlo, pero los ardores llegan cuando llegan, es algo que el estómago no puede evitar.
Reality bites es una especie de revisitación mala de St. Eltmo, punto de encuentro, en forma de revisión del mito de generación de jóvenes desencantados con la situación generada por sus predecesores que les ha tocado vivir, y que siempre encuentra eco en quienes se sienten identificados y la convierten en película de cabecera como guía espiritual. Esta sirvió para inventarse la llamada Generación X, esa que resultaba del mismo desencanto del inicio de década de siempre que llegaba además de la década hortera y superficial por antonomasia, los 80 (hay quien me dirá que fueron los 60, pero que se fije un poco en el estilo de vida yuppie para darse cuenta de que no era así), y justo antes del fin de siglo y precedida del grunge, con lo que lo nihil se hacía quizá un poco más patente en un mundo que ya parecía querer irse a la mierda.
Por ahí todo bien. El problema venía por el hecho de que esa misma película generacional que se quejaba del orden establecido la financiaba el mismo orden, la publicitaba la cadena del mismo orden (llámese Mierditivi, por poner un ejemplo), y los actores que la interpretaban se han ido haciendo, sin que se les caiga la cara de vergüenza ni nada, un hueco dentro de ese mismo orden contra el que se quejaban. Y lo del nihilismo a tomar por culo en menos que cante un gallo. Y es que hay que darle pan a todo el mundo, hasta al que se queja. Cliches estereotipados con discursos más o menos estereotipados en historias de amor más o menos estereotipadas para una película que, afortunadamente, llegó en un momento en el que en este país todavía no nos había dado por querer ser americanos y se seguían estrenando en salas películas de Fernán Gómez (tengo que volver a ver Siete mil días juntos, que no se si es buena o mala, pero a mi me encantó). Si no, puedo asegurar que la mitad de los treintañeros españoles tendría una copia original en su casa (y por favor, si la tienen, que nadie me lo diga, prefiero pensar que la corrupción cultural no había llegado tan pronto).
Eso sí, hay que reconocer que a Ethan Hawke le sentaba estupendamente no lavarse.
Reality bites es una especie de revisitación mala de St. Eltmo, punto de encuentro, en forma de revisión del mito de generación de jóvenes desencantados con la situación generada por sus predecesores que les ha tocado vivir, y que siempre encuentra eco en quienes se sienten identificados y la convierten en película de cabecera como guía espiritual. Esta sirvió para inventarse la llamada Generación X, esa que resultaba del mismo desencanto del inicio de década de siempre que llegaba además de la década hortera y superficial por antonomasia, los 80 (hay quien me dirá que fueron los 60, pero que se fije un poco en el estilo de vida yuppie para darse cuenta de que no era así), y justo antes del fin de siglo y precedida del grunge, con lo que lo nihil se hacía quizá un poco más patente en un mundo que ya parecía querer irse a la mierda.
Por ahí todo bien. El problema venía por el hecho de que esa misma película generacional que se quejaba del orden establecido la financiaba el mismo orden, la publicitaba la cadena del mismo orden (llámese Mierditivi, por poner un ejemplo), y los actores que la interpretaban se han ido haciendo, sin que se les caiga la cara de vergüenza ni nada, un hueco dentro de ese mismo orden contra el que se quejaban. Y lo del nihilismo a tomar por culo en menos que cante un gallo. Y es que hay que darle pan a todo el mundo, hasta al que se queja. Cliches estereotipados con discursos más o menos estereotipados en historias de amor más o menos estereotipadas para una película que, afortunadamente, llegó en un momento en el que en este país todavía no nos había dado por querer ser americanos y se seguían estrenando en salas películas de Fernán Gómez (tengo que volver a ver Siete mil días juntos, que no se si es buena o mala, pero a mi me encantó). Si no, puedo asegurar que la mitad de los treintañeros españoles tendría una copia original en su casa (y por favor, si la tienen, que nadie me lo diga, prefiero pensar que la corrupción cultural no había llegado tan pronto).
Eso sí, hay que reconocer que a Ethan Hawke le sentaba estupendamente no lavarse.
7 comentarios:
Querido, admirado y amado RFP
Qué etiquetas más estupidas: generación X, JASP, etc... Reality Bites sirvió para ir bailando en la cola del super, con las patatas fritas de bolsa...es lo único que recuerdo.
Ethan Hawke es muy guapín, hombre!!
Desde luego, me quedo de película generacional de algo con Todo es mentira...soy una sentimental, RFP, ya lo sabes.
Un beso, emorme, enorme.
...Jejeje... pero qué mala es ésta. Joder...
Es como aquella de Whit Stillman... ¿METROPOLITAN puede ser?, sólo que allí los chavalines iban de etiqueta y en esta de C&A... Sigue así que los jueves son más entretenidos...
Lola: a mi las películas generacionales me hacen salir corriendo a por el protector de estómago en general. Todo es mentira era otra cosa, en realidad, y aunque reconozco que tenía momentos buenos, tampoco era para tanto.
dvd: no me suena esa película, gracias a dios (que no existe), el director de algo, pero no se de qué, así que supongo que de nada bueno...
Veo que has vuelto con fuerza, querida Lo. Efectivamente, eran unos puercos. Es algo que los anglosajones aprovechan cada vez que quieren poner algo de moda.
Me has hecho recordadar esta peli, la tenía medio olvidada y mira que fue famosilla en su día... recuerdo que hasta era una de las preferidas de mi hermana... Es cierto que la relacionaban con llamada Generación X... "Bocados de realidad"... yo no la recuerdo mucho... pero tengo como flashes que era algo flojilla... Habrá que hacerse con la peli y volverla a ver. Un saludo
Pues para llevar la contraria como casi siempre (no es mi intención) a mi me gustó, aunque hace tiempo que no la veo, la vi un par de veces incluso si mal no recuero. Y la banda sonora muy buena.
La segunda película de Ben Stiller como director (Un loco a domicilio) sí que es un autentico truño.
Saludos.
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