domingo, 27 de marzo de 2011

Tierra y Libertad

Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)



Hoy voy a hablar de una película que a mi me encanta. Y es de coproducción española y trata de la Guerra Civil, miren ustedes. ¿A que nadie creía que eso fuera a pasar en este blog si no iba asociado a Berlanga? Pues miren por donde.
En realidad esto es así por una razón. Y lo es porque Ken Loac
h, director inglés, es el único que, aparte del maestro, ha sido capaz de dar una visión medianamente madura de lo que ocurrió para que el bando republicano perdiera la Guerra, más allá de las visiones maníqueas de todos los directores de un cine que lleva treinta años viviendo de la explotación de la misma.
Y eso que Loach realiza una película militante, y mucho. Pero Loach sabe que si alguien quiere hablar de historia, debe contar con todos los elementos de la historia, todos los elementos per se y en condiciones de igualdad y no centrarse en el discurso de republicanos-buenos/golpistas-malos en el que anda metido el cine patrio.
Es cierto que se puede acusar a Loach de ensalzar hasta límites insospechados la figura de los anarquistas, pero realmente no es así. Loach ensalza a las
personas que intentaron cambiar las cosas y no fueron dejados, los que se sacrificaron en busca de unos ideales y lo que ellos entendían era el bien común, los que estaban y se quedaron solos.
Porque lo que a Loach le interesa, más allá de la historia, representada con una fidelidad cronológica que muchas veces falta, es la vivencia de los que defendieron lo suyo y lo de lo demás en aras de la justicia social.
Como personas completas, no simples arquetipos, dibuja el director a sus personajes, no quedándose en lo anecdótico y haciendo el mismo hincapié en sus defectos que en sus virtudes, por más que el tono general, y ya lo dije anteriormente, sea el de la glorificación de la causa.


A pesar de ello y de las espinas que puede levantar en un país en el que parece que nadie está interesado en que se supere el odio, Loach realiza una película sobre personas con afectos, sobre vidas en juego y sobre formas de soportarlas, una película emocinante y cuya última escena, esa constatación de la impotencia del que se rebela cuando su suerte está echada, me provocó en su momento más de una lágrima. Y yo no pertenezco al POUM.


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