martes, 9 de febrero de 2010

Mumford

Mumford (Lawrence Kasdan, 1999)


Hay directores que me caen bien, y Kasdan es uno de ellos, a pesar incluso de alguna cosa que me tragué y que estuvo a punto de hacer que vomitara hasta la primera papilla (y me refiero a Grand Canyon, por si alguien se había perdido). Pero luego me atreví con la edulcoradísima pero muy divertida French Kiss y me reconcilié con él. Claro que antes había dirigido El turista accidental y había escrito el guión de El imperio contraataca, ahí es nada...
Y ya para acabar de ganarme, escribe y dirige esta comedia á
cida disfrazada de romántica con la que pasé una tarde encantadora hace ya demasiados años.
Mumford es un psicólogo que decide irse a trabajar al pequeño pueblo de Mumford, y cosecha un éxito tras otro para desesperación de sus competidores, hasta que se enamora y se descubre que no todo es lo que parece.
Película bella, cargada de optimismo y sin embargo profundamente triste, Mumford, el psicólogo, la ciudad y la película, hablan de la necesidad de escucha, de la soledad y sus miserias, y de cómo las pequeñas cosas pueden hacernos nuestra vida más fácil e incluso hasta más feliz.


Kasdan, como los buenos, se dedica a pasear con su cámara y dejar que el guión y las estupendas interpretaciones de un elenco no por menos conocido menos inspirado, nos vayan mostrando las rarezas y cualidades de unos personajes atípicos a los que no se les puede hacer otra cosa que cogerles cariño.
Mumford es de esas típicas películas de domingo por la tarde que te dejan un regusto que te dura y te dura y te dura... y que hace que el lunes por la mañana tengas más ganas de ir a trabajar... al menos yo (no me puedo ni imaginar por qué será la cosa).
En resumidas cuentas, que es mejor de lo que parece a primera vista y que tengo que volver a verla.


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