jueves, 7 de enero de 2010

Destrozando a... Anastasia

Anastasia (Don Bluth, 1997)


Érase una vez un país maravilloso donde reinaban unos señores maravillosos llamados Zares. No se sabe muy bien por qué, otros señores, muy malvados esta vez, llamados comunistas, y capitaneados por un monje que no sólo había trascendido a la muerte (que fechaban un año antes del comienzo de nuestra historia) sino que había cambiado totalmente su concepción política, esta familia fue masacrada sobreviviendo tan solo una de las hijas que llegó a Paris.
Esta hija, Anya, volvió, tampoco se sabe muy bien por qué, años después a reclamar la que suponía su herencia (porque era amnésica para todo menos para el dinero) y se enamoró de un joven revolucionario al que la revolución (encabezada como decimos por un monje muerto) no convencía.
Y en medio cantaban y había un perro insoportable.
Y luego pasaban cosas con murciélagos que hablaban como los animales de la Disney, y seguían cantando como en las películas de la Disney, y todo era muy ñoño y muy cansino, y todo daba mucha pereza por más que fuera disfrazada de intento de filosofía política como las películas de la Disney.
Y el público ahora era engañado por unas imágenes resultonas, ahora se aburría como una ostra esperando a que la ñiñata de los huevos dejara de cantar y pasara algo creíble.
Adivinen a qué parte del público correspondía el que está escribiendo esto...


1 comentario:

Lola dijo...

Qué horror.

Fijate que esta peli no la he visto ni en la sección infantil de pelis de El corte inglés.
Y es mala de narices.
Puuuuffffffffffffffffffffffffffffff