viernes, 30 de enero de 2009

El diablo sobre ruedas

El diablo sobre ruedas (Steven Spielberg, 1971)

Iniciando su carrera como director de estupendas películas de entretenimiento, Spielberg realizaría para televisión el calificado como mejor telefilm de la historia, tanto que inmediatamente sus avispados productores decidieron emitirlo en pantalla grande y quedó como cinta de culto, comenzando con una de las carreras más regulares para un director de la industria (que no brillante, a pesar de contar con algunas cintas magníficas) si esceptuamos algún que otro producto hecho cara a conseguir financiación.
Road movie de terror muy bien rodada, Spielberg demuestra, como tantos otros, lo bien que se pueden hacer las cosas con dos duros si se tienen las ideas claras.
Persecución sin motivo por carreteras del medio oeste americano en base a un conflicto inexistente que sufre el conductor de un automóvil por parte d
e un camión sin que haya motivo aparente, inquietante y sobrecogedora, El diablo sobre ruedas quedó como lo que se podría haber hecho si los señores productores televisivos quisieran. No fue más cara que ninguna de esas bazofias que ponen a media tarde en Antena 3 los fines de semana, pero si es muchísimo mejor película, de hecho es una película, que ya es bastante. Y si me apuran, es casi de las mejores de su director porque no pretende hablar de nada, lo que es mucho para él, con lo que evita caer en esa blandenguería a la que se tira de cabeza cada vez que pretende ponerse profundo.


Precisamente por ello mantiene la tensión, consigue dar miedo durante sus noventa minutos de metraje (que es lo que pretende) gracias a lo no desvelado del suspense (ese nunca saber...) y es entretenidísima. Aparte, como ya he dicho, de estar muy bien rodada. Se nota que me gusta, ¿no?

jueves, 29 de enero de 2009

Destrozando a... Braveheart

Braveheart (Mel Gibson, 1995)


Con esta se que me van a caer hostias como panes, pero estoy dispuesto a aguantarlas. No puedo con ella. Que es mucho mejor película que la mayoría de las damnificadas en esta sección es algo que puedo permitir, pero esa especie de admiración que escucho de vez en cuando (de hecho, ayer mismo, y es lo que me ha decidido) al maniqueísmo de toda la cinta me pone los pelos como escarpias.
A pesar de que reconozco que Gibson tiene talento para dirigir (que como individuo sea deleznable ya es otro cantar), su obsesión por lograr el dramatismo en base al posicionamiento de buenos-buenísimos y malos-malísimos, discursos emocionantes de tipo político y secuencias ralentizadas como únicos medios resulta tan vago y tan infantil que el resto del metraje a mi no me vale para nada (y digo a mi). Además de la ridiculización del hijo del rey marica (la vi hace años, no me pidan que recuerde el nombre porque ni ganas que tengo) que me puso de los nervios por razones más que obvias. No se puede pretender hacer algo grande y riguroso y luego hacer chistes zafios en base a creencias fascistoides.
Ahora toca que ustedes me lapiden. Ahí abajo.


miércoles, 28 de enero de 2009

Murder ballads

Murder ballads (Nick Cave and the bad seeds, 1995)


Mucho tiempo ha pasado hasta que me he decidido a hablar de Nick Cave. Y eso a pesar de que su versión de This boots are made for walking, una especie de maqueta que encontré por ahí en alguna parte, es la que más me gusta. Se que voy a resultar poco original hablado de este disco, puede que el más publicitado de su historia, pero es que me puede Where the wild roses grows, esa canción que marcó una especie de reconversión de Kylie Minogue antes de que volviera a cantar tonterías (muy bailables, para salir me gusta, lo reconozco, nadie es perfecto), con ese video precioso, tétrico y triste como lo es todo el disco, esa colección de baladas de asesinatos que Cave junto con sus inseparables malas semillas nos regalan con su mismo estilo personal de siempre, en esta ocasión acompañados además de la Minogue por otras voces (y llantos) como los de P.J. Harvey, Shane MacGowan o Anita Lane o y que terminan con un precioso canto a la vida, una optimista versión de Death is not the end de Dylan. No me resisto a poner el vídeo (del youtube, para variar, no se ni para qué lo digo).



martes, 27 de enero de 2009

Shooters nation

Shooters nation (Babyshambles, 2007)


El problema del grupo de Pete Doherty es que su cantante se ha convertido en carne de cañón de los tabloides ingleses en base a todos sus excesos y sus relaciones con las también excesivas Kate Moss y Amy Winehouse. Como en el caso de esta última, parece que a muchos se les olvida que a lo que se dedican es a hacer música y, válgame dios y todos los santos del cielo, ojalá todos los cantantes de supuestas vidas ejemplares hicieran música la mitad de bien que estos dos.
Para muestra un botón, como puede ser este último disco de Babyshambles, último proyecto hasta la fecha de Doherty, doce canciones que oscilan desde baladas a pop muy brit, con muchos cambios de ritmo y que resulta absolutamente delicioso.
Por si a alguien le interesa, lo encontré de oferta a cinco euros en los grandes almacenes que anuncia Patricia Conde. Eso sí, los de Bisbal a 20. Para este si que trabaja la SGAE.


lunes, 26 de enero de 2009

sábado, 24 de enero de 2009

El juego de Hollywood

El juego de Hollywood (Robert Altman, 1991)

Quizá estemos ante una de las últimas grandes películas de uno de los directores más incómodos de la industria cinematográfica norteamericana de los últimos treinta años. Tan incómodo que la financiación de sus últimos proyectos personales (Kansas City, por ejemplo) fue casi imposible, saliendo en muchos casos de su bolsillo, y teniendo que realizar por encargo hasta versiones de John Grisham (dando una buena hostia al autor, pero eso es otro tema) por proyectos como este.
Visión satírica, malsana e insana de toda la industria holly
woodiense con la mala uva como regla, Altman, basándose en el excelente guión de Michael Tolkin a partir de su propia novela, realiza un juego, precisamente, donde cada uno de los planos esconde algún mensaje, donde todo está medido para decir mucho más de lo que dice, donde se ataca a la industria hollywoodiense desde su primer a su último eslabón, donde no se deja títere con cabeza, y para lo que Altman se sirve de múltiples homenajes a distintos directores rechazados por esa industria, el primero Orson Welles. Los malos son salvados, los buenos son condenados, la mezquindad y la ruindad se recompensan y la bondad y la honestidad se castigan. Y para hacer más daño, Altman se vale, a través de un reparto coral, de los mismos iconos del sistema que hacen cameos para una película que levantó más de una ampolla.


Dos momentos para la posteridad de los muchos que contiene:
1. El nuevo final para la película rodada, Bruce Willis salvando a Julia Roberts.
2. El "final feliz" de la película, el personaje de Tim Robbins, que al principio se nos antojaba un pobre diablo y que había ido demostrando la corrupción imperante, yendo para el trabajo mientras su mujer lo despide desde el porche con la bandera norteamericana al fondo.
Ambos momentos, y sobre todo el último, son una auténtica venganza.

jueves, 22 de enero de 2009

Destrozando a... El crisol

El crisol (Nicholas Hytner, 1996)


Se podrían haber ahorrado esta mamarrachada de adaptación de Las brujas de Salem de Arthur Miller. Y se la podían haber ahorrado porque es más mala que una caída de espaldas. Winona Rider, que siempre ha sido un poco insoportable, se dedica a hacer de histeria desmedida con la ayuda de un Daniel Day Lewis que estuvo a punto de cargarse toda su buena reputación de actor de talento, porque también está horroroso. La única que se salva es la pobre Joan Allen que, como la gran actriz que es, intenta mantener la compostura dentro de todo el circo que organiza Hytner y que es toda la película, para una obra que merecía muchísima mejor suerte y que recuerda terriblemente a cualquier película mala de serie B. Por lo visto la aclamó la crítica, o eso dicen en la página oficial de la Fox. Para que nos fiemos de ellos.
Terrible, terrible.

miércoles, 21 de enero de 2009

Urban Hymns

Urban Hymns (The verve, 1997)


En oferta estaba el otro día. Y este disco mejor tenerlo original, porque es lo mejor que he escuchado de Richard Ashcroft tanto en solitario como en grupo. Trece canciones espectaculares en todas sus dimensiones, comenzando por esa inmensa abertura que es el Bitter Sweet Symphony. Siempre quise ir, como él en el video, por una calle caminando al ritmo de esa melodía mientras la música resonaba a mi alrededor. De momento sólo lo he conseguido con los cascos. Si algún día me hago rico, me permitiré el capricho. Porque yo lo valgo.



(Por supuesto el vídeo vía youtube)

martes, 20 de enero de 2009

El sentido de la vida

El sentido de la vida (Terry Jones, 1983)


O como los Monty Python siguen haciendo de las suyas hasta el final, que tuvo lugar aquí. Sucesión de esketches que supuestamente estudian las distintas épocas de la vida del ser humano sin que exista interrelación entre ellos, e interrumpida a mitad por el corto con el que se inicia la película y que, supuestamente, no tiene nada que ver con el argumento, los Python dieron el último coletazo precisamente siendo más irreverentes y políticamente incorrectos que nunca, saltándose todas las leyes fílmicas habidas y por haber, y jugando a no dejar títere con cabeza nuevamente de la forma más insana posible.
Como en Flying Circus (algún día hablaré de ella, de algunos de sus gags concretamente), como en Los caballeros de la mesa cuadrada o como en La vida de Brian, los Python arremeten contra toda la moralidad reinante y contra todo el orden establecido, de forma más brusca (el episodio del trasplante de órganos es soberbio) o más sutil (la asquerosa escena del opulento gordo comiendo hasta reventar...) pero manteniendo la coherencia que el film no busca en cuanto a su temática fundamental: hacer quedar a la humanidad entera como una panda de imbéciles. Absurda de principio a fin, los únicos personajes sensatos son los peces, y eso dice mucho.

lunes, 19 de enero de 2009

Frase de la semana


Lo tengo pensao: antes muerta, ¿me oyes?, antes muerta.


Pilar Bardem en Siete mil días juntos.

domingo, 18 de enero de 2009

Blanco y negro

Blanco y negro (Bebo y Cigala en concierto, 2003)


Hubiese jurado por lo que hubiera hecho falta que había posteado Lágrimas negras en alguna parte, pero mi cabeza cada vez está peor y ya casi que no se ni lo que hago... Así que este post servirá para ambos, porque este Blanco y negro es la revisitación de ese maravilloso disco de cortísima duración, ahora alargado gracias a un concierto dado por ambos, Javier Colina, Niño Josele e Israel Porrina en Mallorca como presentación del anterior. Concierto que plasmó en imágenes para la posteridad por Fernando Trueba (que parece haber quedado para estos menesteres), y que se editó junto al CD del mismo para vender este formato. En realidad están todas las canciones de Lágrimas negras (las siete) y versiones distintas en el mismo estilo delicioso de otras muchas, diecinueve en total, que junto a las que canta El Cigala, se permiten hasta un solo maravilloso de Valdés. Puro arte todo ello, y es que ya se ha hablado demasiado como para que yo diga mucho más.
En su momento se editó como DVD musical acompañante al Lágrimas negras, y ahora llega el mismo disco (el mismo) con la portada de otro color y como CD con DVD extra... cosas de las discográficas que consiguen que yo tenga ambos en casa cuando con este solo hubiese bastado, quizá. Pero no nos enfademos y sigamos disfrutando de la música. Llevo toda la mañana escuchándolo una y otra vez. ¡Qué preciosidad!.


Hablando de las discográficas, distribuidores y demás lindos seres, espero que todo el mundo haya firmado ya en contra del abusivo canon que propone la SGAE. Podeis hacerlo aquí.

sábado, 17 de enero de 2009

Siete mil días juntos

Siete mil días juntos (Fernando Fernán Gómez, 1994)


Cualquiera que se pase por este blog, aunque sea de vez en cuando, no tendrá que ser muy listo para darse cuenta de que la comedia amarga, y esencialmente la negra es uno de mis géneros preferidos (si no el que más) y en este país hemos tenido grandes maestros en ese género, aunque cada vez se cultive menos. Una pena, porque a la hora de reírnos de la desgracia, ningún país del mundo tiene tanta y tan buena tradición como nosotros. Pero desde que nos globalizaron los yanquis, y con la retirada de Berlanga y la pérdida de Fernán Gómez y recientemente de Azcona, las cosas no son lo que eran.
Pero hace quince años, Fernán Gómez todavía seguía en activo, y de qué manera. Por aquellos entonces, y mientras los jóvenes yanquis se hacían de la Generación X gracias a esa tontería llamada Reality bites (destrozada aquí), yo me solazaba con las gracias y desgracias de Matías (Pepe Sacristán) en su huida hacia una vida mejor, esa huida que su esposa, la espiritista y malvadísima (no voy a insultarla aunque lo merece) Petra (Pilar Bardem) no le permite y que Angelines (María Barranco) le promete: la huida a una vida feliz con una familia de verdad, con la familia que nunca tuvo y que su mujer no le permite tener, mientras se atacaba a toda la cotidianidad y la moralidad posible, tanto al matrimonio convencional (unidos para siempre en base a los niños, a la edad...), como a las prácticas sexuales (el necrófilo interpretado por Agustín González no tiene precio) como a la vida habitual, partiendo del no habitual oficio de Matías (Allan Ball no lo inventó todo, queridos, ya habíamos visto como se embalsamaban cadáveres antes).


Y disfrutaba observando con qué elegancia y de qué forma tan sutil se puede mostrar toda la hipocresía, de qué forma tan rebuscada se puede engañar al prójimo como engaña Petra a todas sus vecinas, incluyendo al personaje de Chus Lampreave, su maestra en la adivinación, cómo consigue ir de víctima cuando es ella el verdugo de su marido, cuando es ella la que no permite que ninguno de los dos sea feliz. Cuando es ella la que firma su propia sentencia de muerte. Cuando es ella, y solo ella, la que finalmente gana la partida. Porque, que nadie se lleve a engaño, el mal siempre gana. Y Petra lo hace. Aunque sea desde la tumba.

jueves, 15 de enero de 2009

Destrozando a... Vicky Cristina Barcelona

Vicky Cristina Barcelona (¿Woody Allen?, 2008)

                             

A ver, si tan mala no es. Las he visto muchísimo peores y no han estado en esta sección... pero todo depende de quien venga. Y Allen no se puede permitir esto. No se lo debería permitir, vamos, digo yo. Porque lo que hace Allen (o quienquiera que sea que ha dirigido esto, yo estoy a punto de pedir que venga Allen en persona y me firme con sangre que ha sido él) es un publirreportaje larguísimo sobre lo bonita que es La Toscana (que por lo visto está al lado de la Ciudad Condal) lleno de topicazos no ya sobre lo español (que total, si Tom Cruise llevaba falleras al lado de los nazarenos... tampoco nos vamos a enfadar por esto) sino sobre la forma de llevar las relaciones amorosas y la pasión en general, con un guión que parece escrito por un colegial recién graduado y corregido después por alguien que tenga idea de la planificación para que cuadre sin que el contenido sea retocado lo más mínimo. Pero lo peor no es eso, lo peor es que la película resulta TREMENDAMENTE ABURRIDA. Pero aburrida hasta el sopor. Esfuerzos tuve que hacer para no quedarme dormido. Eso sí, mi salón está mucho más ordenado desde que la vi.
Las escenas son estáticas, los personajes son otros estereotipos inanimados (tanto ellos mismos como en su desarrollo) y la única que se salva (parece mentira que sea yo quien diga esto) es Penélope Cruz, tanto porque su personaje se asemeja a uno de esos neuróticos que estamos acostumbrados a ver en las cintas del otrora maestro de Manhattan, como porque ella aprovecha el regalo que le hacen. El resto no pueden hacer más de lo que hacen en una cinta en la que ellos mismos parecen imbuídos en la pereza, esa misma pereza que ha hecho que el señor Allen, necesitado de dinero para poder seguir manteniendo su trabajo (y por ende, su calidad de vida), no se haya esforzado lo más mínimo en contentar a sus nuevos productores, esos que le encargaron precisamente un folleto publicitario donde la ciudad de Barcelona tenía que ir en el título. Él se lo ha dado. A los que le seguimos desde siempre, nos ha dado una buena hostia. Hombre, pensándolo bien, a sus productores también. Ha realizado el encargo y ya tiene dinero para hacer lo que le de la gana durante los próximos dos años. Esperemos que recupere la cordura y haga algo mínimamente decente.

                                     

Y por cierto, estoy con Lo. La canción de "Barceloooonaaa" de los créditos (que se repite millones de veces a lo largo de la película) es exasperante, irritante, insufrible... y todos los adjetivos peyorativos del Diccionario de la RAE juntos. Abogo porque creemos un grupo en el Facebook para recoger firmas y que quemen todas las copias que existan, como si hay que hacer un aquelarre y resucitar a Torquemada para eso.

martes, 13 de enero de 2009

Todo por la pasta

Todo por la pasta (Enrique Urbizu, 1990)


Voy a hablar de una de mis películas preferidas de todos los tiempos. Y no estoy hablando de calidad fílmica, por más que esté convencido de que la tiene, estoy hablando de preferencias, que no tienen nada que ver. Si alguien no está de acuerdo, lo siento mucho. Y supongo que debe ser cosa mía, porque no saben lo difícil que me ha resultado conseguir una sola imagen de la película (que he tenido que sacar de la web de El País).
Siempre me pareció que Urbizu era un director con talento, tanto talento que su trabajo sobresalía hasta en proyectos cómicos (realizados muchos de ellos por encargo) y que no hacen justicia a su labor dentro del género policiaco (si es que se le puede llamar así), donde realmente responde con maestría como bien demuestra en esta segunda película suya y primera en la que se dedica a esos menesteres.
Especie de road movie cañí donde nada es lo que p
arece, entretenidísima y tensa , sorprendente en sus giros de guión, y sucias como sólo son sucias las películas policiacas que se realizan a este lado del Atlántico (qué muertes más atroces, cuánta sangre y qué poco higiénico todo...), cuenta además con una factura impecable y una realización prodigiosa para los medios que se manejaban. Urbizu consigue extraer oro de lo que en manos de otro podría haber sido un auténtico desastre y con sus fallos, que los tiene, dirige una de las películas más sorprendentes del cine español (a estas alturas casi única), ayudado por el estupendo guión de Luis Marías y las espléndidas interpretaciones de Resines, Barranco y, sobre todo Kiti Mánver (qué grande es esta mujer), en este ejercicio de mezquindad en el que la honradez brilla por su ausencia y, efectivamente, todos son capaces de hacer lo que sea con tal de conseguir el dinero.


Como buena muestra de ello, esa imagen final, Barranco y Mánver, enemigas íntimas tras tanta traición, reuniendo fuerzas y vendiendo sus encantos al joven que finalmente se ha hecho con el botín, lo que sólo puede hacer pensar en una nueva traición o en alguna escena calenturienta entre el joven y ambas dos mujeres sedientas de dinero. Pero ese último pasaje está en mi imaginación. Llámenme romántico.

lunes, 12 de enero de 2009

Speakerboxxx/The love below

Speakerboxxx/The love below (Outkast, 2003).


Llevaba años sin escuchar este disco, hasta que el otro día vi uno de los videoclips mientras me rebelaba contra los virus hartándome de cerveza en un pub irlandés, y sentí la necesidad irrefrenable de volver a escucharlo y postear lo bueno que es. Aunque no tenga ni idea de que fue de Outkast. No porque no hayan hecho nada ni antes ni después, sino porque, por cosas de esas que pasan, no les he seguido la pista, a pesar de hacer uno de los discos más divertidos, completos e imaginativos a los que tuve acceso durante 2003 (y en muchos otros años también).
La dualidad de la pareja formada por Big Boi y André 3000 llegaba a su máxima expresión en la publicación conjunta de dos discos que iban a ser editados como trabajos en solitario de los dos componentes del grupo, y que juntos conforman un trabajo perfectamente coherente y delicioso en su complejidad, tanto musical como estética. Speakerboxxx, el trabajo de Big Boi ahonda muchísimo más en ritmos hip-hop, mientras que The love below, el de André 3000 se sumerge más en el soul, pero ambos fusionan y mezclan funky, jazz... así como beben el uno del otro... para hacer una obra completa y absoluta, de la que quizá saliera mejor parado el segundo por aquellas cosas del marketing y porque, a nivel individual, The love below quizá sea mejor disco. Aparte de porque Hey ya! es una canción maravillosa, desenfadada y llena de ritmo, con un videoclip divertidísimo que si el blogger no se pone tonto y me deja, cargaré recién bajada de youtube.





Claro que el resto de los dos discos tampoco tiene desperdicio. Ni las canciones ni las múltiples introducciones ni los interludios. Palabrita.

Frase de la semana


El viejo muere, la chica vive. Me parece justo.


Bruce Willis en Sin city.



domingo, 11 de enero de 2009

Twin Peaks

Twin Peaks (David Lynch y Mark Frost, 1990 y 1991)


Vista después de la adolescencia, Twin Peaks pierde mucho. Sobre todo porque se nota, y se nota mucho, la mano de sus creadores y la de los capítulos en los que no han tenido nada que ver. Twin Peaks llegó a mi vida cuando yo tenía trece añitos apenas y es la gran culpable de mi adoración por Lynch. Recalco lo de la edad porque evidentemente tiene que ver con mi percepción de la serie, sobrevaloradísima hasta que he vuelto a verla hace unos meses.
La atmósfera de ese pequeño pueblo de la frontera canadiense en la que se desarrollaban las aventuras y desventuras del maníatico agente Dale Cooper era igual de fascinante que la primera vez, los extravagantes personajes que poblaban sus calles eran igual de atrayentes, pero sus fallos eran más llamativos, mucho más risible todo ese gir
o absurdo de guión a partir del descubrimiento del asesino de Laura Palmer, allá por el séptimo capítulo de la segunda temporada, que servía para prolongar una historia que ya dejaba de tener pies y cabeza una vez finiquitado su leit motiv. Por más que estuvieran ahí Lady Leño o Nadine. Y es que finiquitada la intriga, quedaba en primer plano lo afectivo, que caía en en más absoluto de los ridículos, convirtiendo a Twin Peaks en un folletín que solo se venía arriba en su espeluznante y espléndido último capítulo, dirigido nuevamente por Lynch, que volvía a dar sentido a la historia, pero que hubiera podido suceder trece capítulos antes si no fuera porque la ABC quería exprimir su gallina de los huevos de oro y consiguió que lo que podía haber sido la mejor serie de los noventa terminara siendo una caricatura de si misma.


Porque he ahí el gran fallo de esta serie: se convirtió en un fenómeno. Se hicieron libros, se editó un disco (que evitaba la magnífica banda sonora de Badalamenti y se limitaba a las canciones/versiones de Julie Cruise) e incluso Lynch dirigiría una película, Twin Peaks: Fire walk with me, que lo mismo cae cualquier jueves de estos (y sabe Dios, que no existe, que me va a doler a mi más que a nadie), llegando a ser un fenómeno de fans del que Lynch, sin embargo, dándole un puñetazo a la ABC en toda la cara, supo finalmente librarse con la escena final que cabreó a todo el mundo. Claro que a los que durante el tiempo que duró la serie habíamos aprovechado para ir descubriendo el universo lynchiano no nos sorprendió lo más mínimo. Reconocíamos las ambientaciones de los años cincuenta, los personajes extraños que se comportaban de forma más extraña todavía, los bobos simpáticos, las sensualidades perversas, las cortinas rojas, los sonidos de Badalamenti... y los finales que son un principio... De hecho, sirvió para reconciliarnos con él.

sábado, 10 de enero de 2009

Blancanieves y los siete enanos

Blancanieves y los siete enanos (Walt Disney 1938).


Hubo un tiempo, hace no demasiado, en el que la cultura occidental (Japón siempre fue otra cosa) trataba a los niños como seres inteligentes capaces de desarrollarse con normalidad y aguantar cualquier tipo de afecto. Era un tiempo en que la Disney hacía películas que ahora serían censuradas por traumatizantes, pero muchos niños crecieron con entretenimientos fílmicos basados en la muerte de los seres queridos (Bambi), abandonos forzados (Dumbo) y desgracias varias, sin que ninguno de ellos tuviera ningún problema. Es más, desde un punto de vista evolutivo, para alcanzar la madurez es necesario que el ser humano se vaya enfrentando y sea capaz de lograr estrategias para afrontar con éxito las circunstancias adversas, pero eso ahora no está de moda y hay que sobreproteger a los niños para que vivan en burbujas en las que nada les afecte y lleguen a los dieciocho con la misma edad mental que si tuvieran ocho... claro que eso es otro tema.


En ese tiempo se gestó este primer largo de animación de la historia, que por mucho enano gracioso y mucho baile con animales que contenga, en el fondo no es más que un cuento terrorífico sobre el poder, el poder de quien consigue lo que quiere y quiere más. Esa Reina, una de las mejores malvadas salidas de la factoría (con permiso de Maléfica), llegada a lo más alto, no se conforma con ello, y desea ser la más bella del reino, decretando la muerte para su rival, la adolescente hija de su marido que escapará por designios de la providencia. Juegos de luces y sombras casi expresionistas, colores matizados, ambientes y personajes oscuros (comenzando por el Espejo) y todas y cada una de las apariciones de la Reina, absoluta protagonista del evento, hasta su transformación, huida y muerte (magistral secuencia en sombras) sirven para dar cuerpo a una historia suficientemente infantilizada para sus fines pero siniestra como sólo de esa factoría salió años después Alicia en el país de las maravillas, quizá otra de mis películas favoritas. Luego ya...

jueves, 8 de enero de 2009

Destrozando a... El primer caballero

El primer caballero (Jerry Zucker, 1995)


O cómo hacer Pretty woman en la Corte del Rey Arturo. Colocamos a Richard Gere, que tiene dos registros dramáticos básicos (y únicos) [a saber: sonreir con cara pícara cuando tiene que parecer que quiere ligar, y entornar los ojos, cerrarlos y girar la cara con cara compungida para todo lo que tenga que parecer dramático], a Julia Ormond como la "pobre" Ginebra "obligada a casarse" con Arturo, un viejales (Sean Connery bastante desagradable) para salvar su reino (porque por supuesto, en aras del puritanismo no podemos dejar que nadie piense que Ginebra era una pérfida, que las cosas se hacían así o que lo que es, es y punto...) y ya tenemos a Richard Gere poniéndonos caritas y todo un melodrama edulcorado y malo malo malo malo malo.... y pueden seguir así hasta que se cansen. Yo tengo que hacer cosas más importantes con mi vida como por ejemplo investigar por qué la peluquería que han abierto frente a mi casa no cierra hasta las once de la noche y está abierta los domingos... creo que trafican con algo, si no al tiempo.


P.D. Querido dvd, la de Clive Owen, comparada con esta, me parece una obra de arte poco más o menos... aunque caerá, caerá.

miércoles, 7 de enero de 2009

Excalibur

Excalibur (John Boorman, 1981)

Quien quiera leer un buen post, bien documentado y con fundamento, que se pase por el que escribió el amigo dvd hace unos meses en el indéfilo cinesnable respecto a esta maravillosa película y al que yo pensaba hacer referencia como único dato en este. Después de volver a leérmelo, y dado que uno es mucho más bruto, indocumentado e instintivo, diré un par de palabritas en mi estilo porque me parece demasiada jeta.
Excalibur es la mejor película que he visto jamás de los jamases de los jamases sobre uno de mis mitos preferidos, el del rey Arturo, y sobre el medievo en general. John Boorman es un gran director y consigue en apenas dos horas contarnos toda la histor
ia de Arturo desde su concepción hasta su muerte mezclando el fantástico con el realismo (jamás hemos visto unos caballeros más sucios y violentos) con una narrativa fluida que le permite que el protagonismo de la película cambie cada cinco minutos de personaje sin que nada chirríe en ningún momento y logrando hilar sin problemas en un sólo metraje lo que ha servido para hacer muchas otras obras, mucho peores en su mayoría a pesar de centrarse en retazos (podeis intentar adivinar cuál va a ser la que caiga este jueves). Todos los actores, muchos de ellos famosos muchos años después, demostraron entonces lo grandes que podían llegar a ser, además de ser otro de esos claros ejemplos de cómo hacer cine entretenimiento de (muchísima) calidad. Y eso sin querer hablar de algunas de las imágenes, como la que muestro a continuación, que he tomado prestada del artículo antes citado, de una belleza apabullante:


En fin, que espero haber dicho algo.

martes, 6 de enero de 2009

Hellboy 2, the golden army

Hellboy 2. The golden Army (Guillermo del Toro, 2008)


Poco voy a decir, porque mucho se ha dicho, y demasiado bueno me temo. Había leído demasiadas críticas positivas y además a mi Guillermo del Toro es un director que me suele gustar porque me parece que tiene talento para dirigir cine de entretenimiento, pero sinceramente he de decir que esta segunda parte de las aventuras de Hellboy (que he visionado sin haber visto previamente la primera) me ha parecido una auténtica tontá.
Una escenografía preciosista, una producción estupenda y una postproducción aún mejor sirven para un cuento de inspiración seudokitsch que tiene un tono infantiloide de principio a fin y que de ninguna manera alcanza la más mínima profundidad. Las es
cenas de acción rozan estrepitosamente lo videoclipero, lo que viniendo de un director como del Toro, que ha dado muestras de sobrada capacitación, es preocupante, y poquito más.
Eso sí, entretener entretiene, que es de lo que se trata. Aunque a mi sinceramente las escasas muestras de humor se las habrían podido ahorrar. Puede que la viera después de Desmontando a Harry (one more time, si ya digo yo que cuando me da por algo...), pero la gracia la tienen donde yo les diga...


Por si no lo parece, porque no lo parece, que quede claro que me gustó, aunque no tanto como al noventa por ciento de la crítica patria de la que, por cierto, cada vez me fío menos.

lunes, 5 de enero de 2009

Frase de la semana


¡¡A por él, a por él!!


Rosario Dawson, Tracie Thoms y la grandísima Zöe Bell en Death Proof.

domingo, 4 de enero de 2009

Prince y Leonardours

Prince y Leonardours (Mathieu Lindon, Editorial Anagrama)

Cuando uno viene de leerse La montaña mágica y La mujer justa, se halla perdido en medio de las Teogonías de Hesiodo (en la versión de Gredos, que contiene más introducción y notas a pie de página que texto del poema original) y está a la espera de comenzar con los relatos de Italo Svevo y, sobre todo, con el Ulises de Joyce, comenzar con un libro de apenas ciento veinte páginas que se puede terminar en apenas tres horas sin mayor problema se queda corto, muy corto. Y eso que la tralla que maneja Lindon es mucha. Como todo el exceso que rodea su obra.
Defendido como ejemplo de la libertad de expresión en Francia (donde ha sido sistemáticamente censurado) más que aclamado por la calidad de su obra (que también), Lindon es uno de esos ejemplos de la libertad creativa dentro de la muestra de lo perverso, que en esta pequeña novela se refleja a la perfección. Quizá porque esté ambientada en una guerra, con toda la perversión que ello conlleva ya de por si, Lindon utiliza la historia de dos amantes, esos Prince y Leonardours del título, para llevarnos por un recorrido acerca de todo tipo de prácticas sexuales de lo más absoluto escandaloso y que engloban desde la pederastia hasta la necrofilia (en directo) sin que, sin embargo, su relato se vuelva desagradable y tan siquiera estremecedor respecto a ello. Estamos en tiempos de guerra, y en el amor y en la guerra (y en el sexo) todo vale.
No soy yo muy amante de las novelas eróticas (no entra del todo dentro de lo pornográfico, aunque está a punto en ocasiones), pero reconozco que tiene su aquel. Más que nada por su capacidad de asimilar como propios aquellos deseos que muchos tienen (tenemos) y jamás se atreverían a reconocer. Independientemente de que la verdadera perversión que nos enseña, toda la que se origina para conseguir la captura de Leonardours y su posterior tortura por parte de los militares, que en sí debería parecer muchísimo más escandalosa que algunas de las prácticas sexuales del relato. Y fíjense que hasta a mi se me pasa por alto.
Por cierto, no encontré foto. Así que... nos quedamos sin ella.

sábado, 3 de enero de 2009

Los olvidados

Los olvidados (Luis Buñuel, 1950)

Tragedia mayúscula, considerada, según he podido leer en la wikipedia, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Los olvidados es considerada la primera gran película mexicana de Buñuel y, desde luego, es una de sus grandes películas, curiosamente olvidada por gran parte del público que le reivindica a la hora de enumerar sus grandes obras, y que pasan de Las hurdes a sus películas de los sesenta como si en medio no existiera nada salvo Nazarín.
Crudísima historia hiperrealista a pesar de sus múltiples toques fantástico-oniroides, el demoledor relato de Buñuel acerca de la pobreza, de la delincuencia y de la maldad humana enclaustrada en los suburbios no deja bien parado ni a ricos ni a pobres. Presenta a todos ellos como dueños de sus actos y a todos ellos como esclavos de una rueda en la que están insertos sin que haya forma de que puedan salir. Sus buenas acciones son interrumpidas por otros que impiden que escapen del círculo vicioso en el que se hayan y la confianza es traicionada sistemáticamente por aquellos a los que se les presta, mostrando un panorama desolador del que no hay forma de huir, salvo la muerte.


Otra de esas películas que habría que ver regularmente para darse cuenta de que los cambios que hay que hacer son muchos, muchos más de los que nos creemos.

jueves, 1 de enero de 2009

Destrozando a... El cuervo

El cuervo (Alex Proyas, 1994)


Como propósito para año nuevo tengo el intentar no repetirme tanto con los directores. A alguno le parecerá que ayer hablé también de Proyas. Le recuerdo que ayer era diciembre y hoy enero... así que no estoy incumpliendo nada. Supongo que si todo ha ido bien ahora mismo estaré acostado o de resaca, y vosotros también, pero para que no se diga... el blog se actualizará... diciendo dos palabras sobre este grandísimo bodrio, y las diré bien altas:

¡¡¡MENUDA MIERDA!!!

Ya está. Que nos sea leve.