jueves, 20 de agosto de 2009

Destrozando a... La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades (Brian de Palma, 1989)


La hoguera de las vanidades fue un libro de Tom Wolfe convertido en best-seller que, a diferencia de la mayoría de sus iguales, gozaba de bastante calidad, contando la historia de la caída a los infiernos de Sherman McCoy en forma de relato mordaz, hiriente y nada complaciente con la alta sociedad neoyorquina (y con toda la alta sociedad por extensión).
Como best-seller que era se planteó su versión cinematográfica que, esta vez si, se llevó a cabo. Para ello contaron con actores de cierto renombre en la época (incluyendo una Melanie Griffith de moda tras Armas de mujer) y se contrató a un director con solvencia como era de Palma (de moda también gracias a Los intocables). No sabemos qué pasaría en el traslado a la gran pantalla, pero no se consiguió, en modo alguno, la gran película que todos querían ver.
Aburridísima hasta el hastío y nada graciosa, ni siquiera simpática, La hoguera de las vanidades, la película, se convierte en un monótono paseo por la vida de su protagonista, donde se pierde la profundidad, la ironía y la capacidad crítica del libro que le precede, y ni tan siquiera se es capaz de realizar un film mínimamente entretenido.


Tan solo el personaje de Bruce Willis (que hace de él mismo, para variar) mantiene el tipo en una cinta donde falla absolutamente todo, desde el descafeinado guión hasta la incoherente dirección de de Palma, más interesado al parecer en el reconocimiento de méritos con el manejo de la cámara que en el que el resultado de lo que rueda tenga sentido.
Un despropósito que fue, justamente, ignorado a uno y a otro lado del Atlántico. Y una de esas dos horas de tiempo perdido que si pudiera recuperar...


2 comentarios:

Luis Cifer dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. Una basura de cuidado. A la hoguera con ella.

dvd dijo...

El libro me fascinó en su momento. La película es una puta mierda. Fin del mensaje.