lunes, 31 de agosto de 2009

Texto de la semana

04.21. Vomito en un parterre de la plaza Urquinaona.

04.26. Vomito en un parterre de la plaza Cataluña.

04.32. Vomito en un parterre de la plaza Universidad.

04.40. Vomito en el paso de peatones del cruce Muntaner-Aragón.

04.50. Paro un taxi; le digo que me lleve a casa; vomito en el taxi.


Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb.

domingo, 30 de agosto de 2009

La reina anónima

La reina anónima (Gonzalo Suárez, 1992)



[Inciso: es increíble lo que cuesta encontrar una imagen de una película española de los noventa en la interneeerrr, salvo de los supuestos grandes. En fin...]
Gonzalo Suárez hace unas cosas que me encantan. No por buenas ni malas, simplemente porque me gustan. Recuerdo como si fuera ayer cuando vi por primera vez esta película, en La2 un sábado por la noche (lo se, lo se...) y mi absoluta conmoción ante lo que se me estaba mostrando. No exagero si digo que no me enteré de nada pero que me quedé tan fascinado que casi no podía articular palabra.
Posteriormente la he vuelto a ver un par de veces y casi creo que he entendido algo, aunque tampoco lo tengo muy claro. Suerte de ¡Jo, que noche! castiza y malsana, La reina anónima es una película que trasciende más allá de su calidad por ese universo surreal al que nos envía, por esa atmósfera opresiva en la que incluso nos podemos ver a nosotros mismos al identificarnos con el personaje de Carmen Maura, perdido en un sin fin de extravagancias, en una película distinta e inclasificable. Y ya digo que no se si es buena o mala porque todavía no le acabo de coger el punto, quizá porque esa atmósfera me atrapa y dejo de pensar para empezar a sentir, o no se yo... pero me encanta.

sábado, 29 de agosto de 2009

True Blood

True Blood (HBO)


Alan Ball es el creador de la serie de culto por antonomasia de la nueva hornada, Six feet under. Con el respeto (y reputación) que eso le daba, y ante el fervor que esta nueva creación suya despertaba en los amigos, me dispuse a encontrarme con esta serie de vampiros que está triunfando en EEUU, también entre la crítica.
Quizá porque me esperara algo más complejo, lo cierto es que True Blood me está dejando un tanto frío. Cierto es que el discurso acerca de la intolerancia (pues de eso va, precisamente) y la imbecilidad cultural puede ser estimulante, pero para eso con dos capítulos hubiera bastado. El resto son intrigas más o menos elaboradas, bien realizadas y bien hilvanadas, pero que dan para entretener y poco más.
Es verdad que la incorporación de nuevos personajes
(y nuevos seres) en la segunda temporada ha hecho que aumente en mi su interés, y que incluso haya algunos capítulos en los que me quedo intrigado y esperando el futuro desenlace, pero, vuelvo a repetir, para venir de quien viene, se me queda corta.
Aunque tengo que reconocer lo que me decía Josito hace tiempo: el nivel maromial es increíble, y para muestra un botón (o dos).


Pero aún así esperaba bastante más, no se... También es verdad que últimamente prefiero la comedia... pronto hablaré de Little Britain, les recomiendo que se la vayan repasando.

viernes, 28 de agosto de 2009

El extraño viaje

El extraño viaje (Fernando Fernán-Gómez, 1964)

La censura española logró que esta película permaneciera olvidada durante bastantes años tras su estreno. Afortunadamente para nosotros, una de las obras maestras del cine español resurgiría en la época del franquismo tardío para convertirse en cinta de culto y que nunca más la olvidáramos.
Fernán-Gómez, actor y director de las más dispares producciones, se aseguró la inmortalidad cinematográfica precisamente con esta terrible historia rodada en blanco y negro y con un presupuesto ínfimo, que no deja de ser una radiografía pormenorizada de los mayores males de la vida en este país de chismosos, cotillas e hipócritas.
Ante la apariencia de una película de intriga (y terror en ocasiones), Fernán-Gómez utiliza un guión ajeno para mostrarnos una metáfora de la España de la época, asfixiante y controladora como la misma censura que la desterró a los cajones.


Tremenda en el discurso, espeluznante en las formas, gracias en parte a una espléndida fotografía en blanco y negro de José F. Aguayo, El extraño viaje, ese que quieren realizar esos tres pobres hermanos embaucados por Fernando (un espléndido Carlos Larrañaga) hacia un mundo mejor, un mundo lejos de la sociedad opresiva en la que viven, resulta intrigante y sobre todo, incómoda, ante todo porque Fernán-Gómez no deja pasar nada por alto, no deja que ninguno de sus personajes nos termine de caer simpáticos, no deja siquiera un resquicio de humanidad allí donde posa su cámara, no deja que nadie se salga con la suya... y sin embargo todos dan tanta pena...

jueves, 27 de agosto de 2009

Destrozando a... La Roca

La roca (Michael Bay, 1996)


El señor Bay al que, simplemente por forclusión, he evitado en esta sección durante tanto tiempo, podría tener sin embargo, si su filmografía se ampliara, un jueves fijo cada pocos meses. Y es que este buen hombre cuenta con el dudoso honor de no haber realizado una película no ya decente, sino tan siquiera mediocre en toda su carrera. Y si no, visiten la Wikipedia y vean cómo ha sido todo desde que llegó a Joyivú y dirigió aquella cosa llamada Dos policías rebeldes.
En el caso que nos ocupa, una de las producciones más taquilleras de su año (y ahí el quid de la cuestión de por qué este hombre sigue trabajando en esto), hay dos problemas fundamentales que aquejan las producciones de este señor (y de otros muchos llegados desde allende los mares):

1) Como es guiri (en este caso australiano, que como todo el mundo sabe, y si no, a The flight of the conchords me remito, dentro de la cultura anglosajona son descendientes directos de delincuentes) tienen que demostrar que son más fascistas que el ala dura del partido republicano para ser aceptados en yanquilandia.
2) Será un buen director de videoclips, porque de cine no tiene ni repajolera idea.
Y así tenemos esta cosa, dos horitas de planos de milisegundos de duración, estéticamente incoherentes aunque bonitos, que sirven para dar a entender lo larga que la tienen los yanquis, en este caso incluso entre ellos mismos.
En fin, que el señor Bay estará orgulloso y será terriblemente rico (tanto que se atrevió a producir aquel innecesario y patético remake de La matanza de Texas), cosa que es bastante más importante que hacer bien el trabajo para el que te pagan. Así morirá sin haber realizado no ya una película decente, sino tan solo una película a secas. Claro que al olmo no se le pueden pedir peras.


martes, 25 de agosto de 2009

El show de Truman

El show de Truman (Peter Weir, 1998)


Jim Carrey nunca me cayó simpático y tan sólo en raras ocasiones me resultó gracioso, al contrario que a muchos de mis coetáneos, a pesar de participar en algunas comedias que se podrían encontrar entre mis preferidas en los noventa (lo que, por otra parte, es más bien triste). Sin embargo tiene Carrey el honor de haber participado en una de las películas más inquietantes y molestas de finales del siglo pasado.
Justo coincidiendo con el auge de los programas de telerrealidad Andrew Niccol, el creador de esa mirada profundamente nihilista que era Gattaca (de la que, bien pensado, me encargaré otro día), elaboró un espléndido guión donde reducía al absurdo la premisa de "la vida en directo" para hacernos una advertencia de hacia donde encaminamos nuestro cada vez mayor exhibicionismo.
Cuando se escucha hablar de realitys con niños (aunque por lo visto eso no es explotación infantil según las leyes británicas), es tiempo de reivindicar el mensaje terriblemente pesimista que nos ofrecía The Truman Show, esa total pérdida de la intimidad y/o de la vida de una persona que, por contrato con sus padres, es adoptado por una corporación y grabado prácticamente a partir del momento de su concepció
n hasta todo el resto de una vida que le están imponiendo los que se creen dioses. Aunque los dioses también se equivocan de vez en cuando y dejan cabos sueltos o cometen errores que permiten intuir el engaño.
Porque esta es una de esas películas que pese a una apariencia de comedia de entretenimiento (que lo es) posee lecturas múltiples en todos los órdenes: la ética del mundo de la televisión, la ética del ser humano que participa en el engaño colectivo a Truman, la ética de los gobiernos que permiten el que alguien sea explotado de semejante forma, la ética del que mira el programa en casa, la ética y la capacidad de creerse dios todopoderoso y la futilidad de dicha creencia...


Al igual que la anterior obra de Niccol, todavía quiere dejar un hilo de esperanza, en forma de ese supuesto final feliz en el que Truman consigue salir del universo creado para él (y que lo expone a una vida con las mismas personas que lo colocaron donde estaba), aunque por más que exista ese pequeña posibilidad de que las cosas salgan bien, lo único que podemos hacer es no plantearnos aquello de "¿quienes somos?¿de dónde venimos?¿adonde vamos?" porque como lo hagamos... agüita...

lunes, 24 de agosto de 2009

Gosford Park

Gosford Park (Robert Altman, 2001)

Hay muchos que se pasan la vida queriendo ser autores y hay otros, como el caso de Altman, en el que hagan lo que hagan aparentemente, marcan sus películas con un sello de identidad que somos capaces de ver en los primeros cuatro planos.
En el caso de Gosford Park ya en la escena inicial de créditos, esa preparación del coche de la condesa, podemos observar su impronta en esos movimientos de cámara que escudriñan el entorno como si un ojo curioso pero ajeno se asomara a la pantalla.
Tras el auge y caída de sus películas allá por los nove
nta, Altman comienza el que sería su último lustro volviendo a realizar una grandísima película que, bajo la apariencia de una comedia policiaca, vuelve a hablar de relaciones humanas desde esa perspectiva casi misantrópica que desarrolló a lo largo de toda su carrera. Apenas un par de personajes de todos los que intervienen en la historia resultan cálidos y misericordiosos, el resto malmeten, engañan, simulan, chismorrean, actúan por interés... todo un catálogo de la condición humana en su peor vertiente que Altman se encarga sutilmente de desvelarnos como la parte importante de la película (porque sabemos desde el principio cómo fallece el muerto y quién es el asesino).


Altman pretende no engañar a nadie al contrario que sus personajes, con tantos secretos que guardar que a alguno se le tiene que ir por la boca. Con un reparto de lujo, un guión perspicaz y lleno de ironía, y una dirección lenta, tranquila, pero nada aburrida, Altman se inmiscuye en terreno de otros, las relaciones sirviente-señor en la Inglaterra de los treinta para hacer una película que sólo él podría haber hecho, que tiene su marca desde el inicio hasta el falso final feliz que pondrá fin a la película (aunque creemos que no a la historia). Y eso es lo que muchos no consiguen en toda su vida.

Frase de la semana


Deja de lloriquear, van a pensar que eres italiana.


Charles Dance en Gosford Park.

domingo, 23 de agosto de 2009

El misterio de Salem's Lot

El misterio de Salem's Lot (Tobe Hooper)


Hubo una miniserie, cuyo año de emisión no recuerdo exactamente pero que supongo a principios de los ochenta, que se dedicó a asustar a todos los infantes (porque todos la vimos) y a completar parte del ideario vampírico colectivo.
Años después parece que nos ha dado por recuperarla (incluso hicieron una versión en 2004 protagonizada por Rob Lowe) y he leído múltiples referencias a ella en varios foros últimamente.
De esa serie, Salem's Lot, también se extrajo una película, Phantasma II, estrenada en 1979... pero no la he visto y como es un resumen tampoco tengo mayor interés, para qué engañarles.
No se si será por los recuerdos o por mi propia afición por los chupasangres, pero Salem's Lot me sigue provocando miedo años después, no tanto claro, porque han sido muchas horas de mi vida viendo cine de terror, pero mucho más que cualquier
película de estas que se estrenan ahora.
También es cierto que el director de esta teleserie es Tobe Hooper, que rodó con dos duros una película que treinta y seis años más tarde sigue poniéndonos por momentos los pelos como escarpias, La matanza de Texas, y quizá por ello la serie triunfe donde tiene que triunfar, que es en la intriga.


Los momentos de interludio, de escenas "costumbristas" y estudio de personajes son más bien vagos, previsibles y prescindibles, como en todas las novelas de Stephen King con más de tres protagonistas, para qué engañarnos, pero en una película/serie de este género eso quizá es lo que menos importa.
Y los niños vampirizados en las ventanas siguen dando tanto miedo como hace veinticinco años. Lo juro.

viernes, 21 de agosto de 2009

Como casarse con un millonario

Cómo casarse con un millonario (Jean Negulesco, 1953)


En la época muda la música venía de fuera de la película, a modo de orquesta que interpretaba una partitura que no necesariamente tenía que coincidir en cada representación. Con el sonoro llegaron las bandas sonoras que acompañaban a la película desde dentro, y en un paso más allá, las películas donde las canciones formaban parte de la trama. Y en 1953 Jean Negulesco terminó de rizar el rizo (también advierto: desconozco si fue el primero) y descompuso la banda sonora para mostrarnos a la orquesta tocándola al inicio de How to marry a millionaire, incluso antes de los créditos, a modo de coreografía estrictamente milimetrada. Independientemente de la belleza formal de la misma, en unos pocos planos y en base sólo a esa escena Negulesco advierte ya de la irrealidad del resto de su relato, aunque es sólo el principio.
Quintaesencia de la comedia romántica de los cincuenta, estéticamente impecable y decididamente kitsch, Negulescu demuestra su pasado como pintor filmando fotogramas bellísimos, cromáticamente impolutos y marcadamente teatrales. Planos ideales de las localizaciones donde se desarrolla la película, glamour a raudales y una historia de amor con final feliz sirven sin embargo para negar la existencia de lo que en ello se nos retrata.


Como ya dije antes Negulescu se afana en hacer una película bella, en unos decorados preciosistas, en unos recorridos amorosos perfectos... tan perfectos que parece que quiere que nos demos cuenta de que todo es mentira, que igual que la premisa del engaño que une a Grable, Monroe y Bacall, la vida no es de color de rosa y no todo se soluciona con aspiraciones vagas, que hay mucho más que conseguir la fortuna (ya sea económica o emocionalmente).
Que a pesar de este (consciente o no) mensaje la película resulta terriblemente naïf y bobalicona... pues a lo mejor si, pero a mi el final me sigue pareciendo divertidísimo.


jueves, 20 de agosto de 2009

Destrozando a... La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades (Brian de Palma, 1989)


La hoguera de las vanidades fue un libro de Tom Wolfe convertido en best-seller que, a diferencia de la mayoría de sus iguales, gozaba de bastante calidad, contando la historia de la caída a los infiernos de Sherman McCoy en forma de relato mordaz, hiriente y nada complaciente con la alta sociedad neoyorquina (y con toda la alta sociedad por extensión).
Como best-seller que era se planteó su versión cinematográfica que, esta vez si, se llevó a cabo. Para ello contaron con actores de cierto renombre en la época (incluyendo una Melanie Griffith de moda tras Armas de mujer) y se contrató a un director con solvencia como era de Palma (de moda también gracias a Los intocables). No sabemos qué pasaría en el traslado a la gran pantalla, pero no se consiguió, en modo alguno, la gran película que todos querían ver.
Aburridísima hasta el hastío y nada graciosa, ni siquiera simpática, La hoguera de las vanidades, la película, se convierte en un monótono paseo por la vida de su protagonista, donde se pierde la profundidad, la ironía y la capacidad crítica del libro que le precede, y ni tan siquiera se es capaz de realizar un film mínimamente entretenido.


Tan solo el personaje de Bruce Willis (que hace de él mismo, para variar) mantiene el tipo en una cinta donde falla absolutamente todo, desde el descafeinado guión hasta la incoherente dirección de de Palma, más interesado al parecer en el reconocimiento de méritos con el manejo de la cámara que en el que el resultado de lo que rueda tenga sentido.
Un despropósito que fue, justamente, ignorado a uno y a otro lado del Atlántico. Y una de esas dos horas de tiempo perdido que si pudiera recuperar...


martes, 18 de agosto de 2009

Escándalo en el plató

Escándalo en el plató (Michael Hoffman, 1991)


Hay sentimientos que no pueden ser explicados por la lógica, como mi fascinación por esta película. Excesiva, sobreactuada, completamente histriónica, la he visto mil veces y cada vez me río más.
La novelesca historia de Celeste Talbert (la generalmente insoportable Sally Field) que ella misma construyó y que se vuelve en su contra gracias a las maquinaciones de Montana Moorehead (Cathy Moriarty) deseosa de convertirse en la protagonista del culebron que Talbert lidera desde hace años (El sol también se pone, no
mbre ya de por si risible) tiene la gracia del guiñol y de lo esperpéntico.
Especie de radiografía perversa de la fama, de la dividad de los actores, del paso del tiempo y lo que eso supone, de los entresijos de la industria, de cómo la gente se construye su propia desgracia... Soapdish funciona precisamente por su intensidad excesiva, por lo ridículo de todo su planteamiento, por la caricaturización de todo lo que se propone dentro de la trama y al espectador.


Impagables son las discusiones entre Rose, guionista y amiga de Talbert (Whoopi Goldberg) y David, el productor enamorado de Montana (Robert Downey Jr.) al ver como la ejecutiva propone los más descabellados giros en la historia ("¿Pero de verdad creeis que eso se lo van a tragar?").
Y es que no será Historias de Philadelphia, pero como comedia funciona a las mil maravillas... vamos, o por lo menos a mi.


lunes, 17 de agosto de 2009

Frase de la semana


No puedes hacer eso. Mira lo que has creado aquí. ¡Esto es el Nerdvana!


Simon Heldberg en The Big Bang Theory.

domingo, 16 de agosto de 2009

Flight of the conchords

Flight of the conchords (HBO)


Lo malo de las series de veinte minutos es que se acaban rápido. Lo bueno es que hay tiempo para ver otras, y tras terminar con las dos temporadas de The Big Bang Theory, me he decidido por fin por una de las series más marcianas que ha parido la HBO, tan marciana como sus protagonistas.
Jemaine Clement y Bret McKenzie son Flight of the conchords, un duo neozelandés teóricamente folk, que han dedicado parte de su tiempo a rodar sus supuestas andanzas por la gran manzana para deleite de sus fans y, sobre todo, de los que no los conocíamos.
En forma de episodios surreales vamos asistiendo al desarrollo de la vida de dos cantantes perdidos en EEUU, cuyo necio representante no es capaz de conseguirles ni un concierto y que cuenta en su haber con una única (y acosadora) fan en todo el país, sin que ellos en realidad resulten menos raros que lo que los rodea.

En un mundo que no conocen desarrollan su absoluta falta de sentido de la realidad mientras los chistes acerca de su acento demasiado inglés, de la industria del disco, de lo que se supone que deben ser las estrellas, se van sucediendo mientras cantan en forma de videoclips canciones cuyos títulos dan idea de lo que pretenden con su música (y con la serie también). The most beautiful girl in the room (que, si me deja el youtube, pondré abajo), You don't have to be a prostitute o Too many dicks in the dancefloor, son sólo un ejemplo de cómo darle la vuelta a tópicos de la industria musical.


El resto de la tomadura de pelo que entraña todo lo que nos ofrece la serie está en ella misma, desde la ridiculización que sufren (y promueven) los cantantes en forma de personajes hasta esa sensación que nos invade desde que empezamos a ver el primer capítulo de que se están quedando con nosotros con ese cínico sentido del humor que la serie derrocha. Y cada vez tengo más claro que no es sólo una sensación.



viernes, 14 de agosto de 2009

La novia de Frankenstein

La novia de Frankenstein (James Whale, 1935)


Odio a los modernos. ¿Lo he dicho alguna vez? Pues lo repito, odio a los modernos y las moderneces. Y gran parte de la culpa la tiene esta película, que se atrevieron a versionar sólo con música electrónica. El por qué yo me metía en esos berenjenales tiene que ver con lo pedante, pero con la verdad reconocida ya no lo necesito. ¿He dicho ya que odio a los modernos?
Porque que alguien me explique si esta película necesita ningún tipo de adaptación... todos los que tenemos una mínima idea de cine, y aun muchos que no la tienen, sabemos que no. Pero los modernos no se enteran.
La novia de Frankenstein es, al igual que su predecesora, también dirigida por Whale, una obra maestra del cine, poderosa visualmente y vibrante en su historia. Un cuento de terror con final trágico que narra la mismísima Mary Shelley, y que está impregnado de un sentido del humor negrísimo, tal y como pasaba con la anterior.


Pero aún así lo que guía al Monstruo no es más que una búsqueda casi romántica de compañía. Dentro de un mundo en el que es diferente, pretende obligar a Frankenstein a que le de alguien con quien compartir su singularidad, con quien poder sentirse acompañado, por más que no suponga que ese mismo rechazo puede venir hasta de sus iguales, precipitando el terrible (y maravilloso) final de la historia.
Por no hablar de que casi cada fotograma es un prodigio de la combinación de luces y claroscuros... mucho que decir para poco espacio y para una película que merece su revisitación (que no revisión). Y sigo odiando a los modernos, por cierto.


jueves, 13 de agosto de 2009

Destrozando a... Top Gun

Top Gun (Tony Scott, 1986)
Hace demasiado calor para ser original, y el hermano del mayor desperdicio de la historia del cine moderno todavía no había sido homenajeado en esta sección... cosa harto injusta, con todo lo que tiene detrás... 
En resumen: Tom Cruise entra en la academia militar y quiere ser el más guay pero Val Kilmer no está por la labor, pero al final pasa y alguien muere y Cruise hace que se folla a la McGuillis (lo mismo que por lo visto hace con su mujer, vamos) y las adolescentes lloraron mucho. Y Sam Peckinpah se revolvió en su tumba. 
Esto, sin embargo sirve para dos cosas: 
- explicar lo mal que ha terminado el comeplacentas. 
- para que nos hagamos una idea de por qué hemos terminado como hemos terminado los que éramos adolescentes entonces. ¿Alguien creía que íbamos a salir normales?

martes, 11 de agosto de 2009

Tras el cristal

Tras el cristal (Agustí Villaronga, 1987)

Obra de culto, ejemplo de cómo se puede realizar una película memorable con escasísimo presupuesto, y relegada a cineclubs y a la rememoración de frikis varios, el debut en el largo de Villaronga no ha tenido parangón dentro ni fuera de su filmografía en el cine patrio. Por más que muchos otros hayan intentado acercarse en algo a la atmósfera enfermiza de esta obra, nadie lo ha conseguido nunca, ni tan siquiera el mismísimo director.
Tenebrosa, sombría, desconcertante... la opera prima de Villaronga queda como una rara avis dentro del cine patrio, casi olvidada por muchos, y relegada al ostracismo en su momento por más que se la volviera a recuperar después. Es por ello que Villaronga durante muchos años se tuvo que dedicar a filmar encargos y llegó a plantearse incluso su deserción del cine... quizá porque los productores de este país están demasiado obses
ionados por dramas personales que no interesan a nadie y dejan de lado que existan producciones de este tipo que, bien publicitadas, podrían dar ingentes ingresos en taquilla.
Porque reconozcamos que Villaronga realiza un film terrible, inquietante y desagradable, pero que logra momentos terroríficos y emocionantes a partes iguales, y que no escatima en mostrar lo que haya que mostrar.


Como ya digo, queda en mi recuerdo porque no hay forma de conseguirla, ni aun tirando de mula, y los recuerdos son engañosos... pero si es la cuarta parte de lo que me viene a la memoria, cuánto se ha perdido en el cine fantástico en este país...

lunes, 10 de agosto de 2009

Frase de la semana


La gente como usted no se para nunca a pensar que tenemos un subconsciente por una razón, porque existen cosas que nos atañen que no podemos afrontar... que no deberíamos afrontar.

Glynn Turman en In Treatment.

domingo, 9 de agosto de 2009

Un dia de furia

Un día de furia (Joel Schumacher, 1993)


Como no tengo suficiente con el hecho de que últimamente no actualizo, no contesto comentarios, ni comento nada en los blogs amigos, os voy a terminar de ganar con lo que voy a decir de esta película, yo lo se. Y es que tengo que reconocer que me encanta.
Que no es una maravilla, que Michael Douglas está demasiad
o exagerado, que la dirección de Schumacher es todo lo efectista que puede llegar a ser una dirección... que si... pero no puedo evitar que la historia de este hombre que termina liándose a tiros como cualquier adolescente yanqui de instituto contra todo lo que se menea me guste.


Quizá porque siempre me ha gustado fantasear con hacer lo mismo, quizá porque me parece un ejercicio de lo más liberador, quizá porque el calor me afecta tanto o más que al protagonista... quizá porque entre tanto despropósito podemos entrever una crítica feroz a la política armamentística estadounidense (y no estoy hablando de misiles) y a todo su sistema de valores...
También es verdad que igual solo la veo yo, pero eso tampoco puedo evitarlo.


jueves, 6 de agosto de 2009

Destrozando a... Demasiada carne

Demasiada carne (Jean Marc Barr y Pascal Arnold, 2000)


Y el Dogma llegó a Francia, y uno de los actores fetiches de von Trier cuando era más europeo, Jean Marc Barr, decidió hacer una trilogía. Y Lovers no estaba del todo mal. Y la tercera no se dónde habrá ido a parar. Pero en medio hizo esta cosa inmunda para lo que contó con la musa independiente francesa Elodie Bouchez (de la que afortunadamente tampoco sabemos nada desde hace años) y la no menos provocativa Rossana Arquette, a fin de dar cuenta del supuesto dramón que consiste en tener una polla como una olla y no haya sitio para meterla sin que el pueblo entero envidioso te quiera correr a puñaladas... es lo que tiene follarse a las putillas francesas en el medio oeste americano. Más o menos es eso...
Y que quede bien claro: creo que a Barr no se le ve el rabo en toda la película (y si se le ve mal parado), pero en otras fotos que podemos encontrar en interner... que no es pa tanto, vamos...


martes, 4 de agosto de 2009

The Big Bang Theory

The Big Bang Theory (CBS)


Tengo un poco olvidado el cine en estos días más allá de rehacer la base de datos que perdí, y he dedicado mi tiempo de visionado mayormente, que diría el otro, a repasar algunas de las series que me han venido recomendando desde hace tiempo.
De momento, y a la espera de Mad Men, va ganando (y por goleada) esta divertidísima sitcom de la CBS. En capítulos de veinte minutos (que es lo que debe durar una sitcom a pesar de lo que piensen los productores españoles) se no
s van contando anécdotas de un grupo de inteligentísimos nerds confesos (con sus cómics, sus convenciones de Star Trek, su fascinación por Spock, sus disfraces, su Comicon...), cuya vida se ve modificada tras la mudanza de la muy normal Penny.
Como en todas las sitcom los personajes son estereotipados, y en sus incoherencias e interacciones basan la mayor parte de sus espléndidos gags donde además ocasionalmente juegan con el espectador para darle aquello que no está esperando.

Sin menospreciar al salido Howard, al indio mutista (con las mujeres guapas) Raj o al apocado Leonard, cuyo enamoramiento por la camarera Penny es el leit motiv de la serie, el gran personaje de The Big Bang Theory es, sin ninguna duda, el maniático hasta lo enfermizo Sheldon Cooper, ese físico narcisista, que se considera a si mismo como uno de los tres seres más inteligentes del mundo, y cuya absoluta incapacidad para entender todo el amplio abanico de cualidades y lenguajes que hacen posible las relaciones humanas da lugar a la mayoría de los mejores momentos de una serie a la que, tras las dos primeras temporadas, yo no he sido capaz de encontrar un mal chiste... y eso que me he visto todos los capítulos tres veces.


Eso sí, advierto: nada recomendable para el que esté a regimen, se pasan la mayor parte del tiempo comiendo.

lunes, 3 de agosto de 2009

sábado, 1 de agosto de 2009

Turistas

Turistas (Fila India)

No se qué habrá sido de ellos. Eran un grupo malagueño que hacía indiepop aneuronal y realizaron una versión de Yo tenía un novio que tocaba en un conjunto beat mucho más estimulante que la de los originales Ruby y los casinos.
Llegaron incluso a ser parte de la banda sonora de esa cosa que (aunque muchos lo nieguen) veíamos todos los adolescentes a la hora de llegar de la facultad llamada Al salir de clase, pero luego desaparecieron de la faz de la Tierra y no se encuentra nada de ellos por ahí, ni siquiera referencias.
Grabaron un primer (y que yo sepa último) disco llamado Turistas, que contenía una canción de la que últimamente no paro de acordarme (El verano), además de la citada anteriormente, y luego desaparecieron hasta de la antigua Fórmula 1, esa radio que de la que disfrutábamos en Andalucía antes de que los señores de Canal Sur decidieran que era mucho mejor convertirla en Fiesta Radio y no dejar de poner a Carlos Baute.
En fin... que yo tampoco soporto este calor, y que os dejo la única canción suya que he encontrado en goear, además de la versión de Ruby de la canción de marras (podría subirla.... pero mañana estoy de guardia y llevo todo el día sentado al ordenador así que... pa otro día)

Me has dejado



Yo tenía un novio que tocaba en un conjunto beat