viernes, 31 de julio de 2009

Luz que agoniza

Luz que agoniza (George Cuckor, 1944)


Vehículo de lucimiento para la grandísima Ingrid Bergman, Luz que agoniza es otra de esas joyas con la que nos obsequió a lo largo de toda su carrera el espléndido George Cuckor, y que contaría además con unas magníficas interpretaciones de Charles Boyer y de Angela Lansbury, el trío principal de la casa donde se desarrolla la mayor parte de la acción y la vida casi completa de la protagonista.
Mediante una historia detectivesca acerca de lo que finalmente conocemos como la búsqueda de un tesoro, Cuckor realiza un hondísimo retrato de uno de los estereotipos de la figura del maltratador y la maltratada, de ese hombre que se vende como perfecto y que consigue anular completamente a su mujer y estar a punto de volverla loca (si bien esto último como daño colateral) hasta que aparece el salvador, aquí encarnado por un detective de policía obsesionado por una diva del bel canto, tía de la protagonista y a cuya casa vuelve esta con su marido varios años después de su asesinato.
Con la colaboración desinteresada (y totalmente inconsciente) de esa mal encarada criada encarnada con maestría por Lansbury, y los propios miedos de la mujer, el marido logra sumir a su esposa en la más profunda de las humillaciones, siendo incapaz por momentos hasta de salir de la casa de la que ella marchó al principio de la película aparentemente para no volver.


Cuckor dirigía actores como pocos otros, pero además tenía otras virtudes especialmente apreciables en este film, entre ellas la elegancia y la sofisticación hasta de la más vana de las tareas, con lo que consigue en este caso no sólo realizar una magnífica obra, sino una obra bellísima de contemplar.

jueves, 30 de julio de 2009

Destrozando a... Sin noticias de Dios

Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Yanes, 2001)


Hubiera sido mucho más fácil ensañarse con Alatriste, lo se, pero de vez en cuando me gustan los retos, así que allá vamos.
Díaz Yanes, en base a realizar una película cuyos méritos (que a mi modo de ver no son pocos) se debían casi exclusivamente a sus actores, es otro que se creyó tocado por la mano de los dioses cinematográficos e ideó una complejísima (y carísima) trama que tenía todos los puntos para poder haber sido una divertida comedia.
Pero como Díaz Yanes no es ni Wilder ni Allen, ni mucho menos Buñuel, pretendió ponerse serio y trascendente, y dejar como comedia dramática lo que para tomarse en serio no tenía ni pies ni cabeza. Un guión endeble y unas interpretaciones muy muy ajustadas (a pesar de contar con grandes estrellas de este y el otro lado del Atlántico) dejaban en primer plano lo fundamental del señor Díaz Yanes: que no sabe dirigir. Años después lo reafirmaría en Alatriste... pero eso será otro jueves.


martes, 28 de julio de 2009

Tres reyes

Tres reyes (David O'Russell, 1999)

Hay ocasiones en los que la cinematografía de las mayors americanas da agradables sorpresas, no es habitual, pero las hay. Una de las últimas que vi, hace ya bastantes años, fue esta cinta de la que nos ocupamos hoy.
Tres reyes se disfraza de película de entretenimiento, y lo es, pero a la vez contiene un profundo mensaje antibelicista y contrario a la política invasiva norteamericana en un tono tan agresivo y contundente que llama la atención que venga de donde viene.
La búsqueda de las reservas de oro kuwaitíes por parte de unos soldados americanos al terminar la guerra del Golfo, si bien contada con un tono cafre muy a propósito de la historia que trata, es usada para mostrarnos las falacias del amigo americano y su interesada "ayuda" en todo lo que hace.

Apoyada por unos actores divertidísimos (incluso el normalmente hierático Wahlberg) que consiguen dar un tono realista a la chirriante trama y mostrar el cambio que se produce en sus personajes a medida que van descubriendo las tropelías cometidas por sus mismas acciones, O'Russell construye una película que hará pasar un buen rato a quien quiera, además de enseñar que se puede hacer crítica inteligente en una cinta realizada para conseguir dinero.


El estilo videoclipero lastra un poco el resultado final, pero no deja de ser una gota preciosa en ese gran mar blockbusteriano que tantos dolores de cabeza (y tantas oportunidades de escribir los jueves) han causado al escritor de este blog.

lunes, 27 de julio de 2009

Frase de la semana


Procura prometer pues ¿qué perjuicio causa una promesa? Cualquiera puede ser rico en promesas.


Ovidio, El arte de amar.

domingo, 26 de julio de 2009

Hamlet

Hamlet (Kenneth Branagh, 1996)

Siempre existe algún actor, generalmente inglés, que se cree con la capacidad suficiente para dar la "visión última" acerca de las obras de William Shakespeare, como si todo lo realizado anteriormente no tuviera mérito. En ese aspecto, Lawrence Olivier podría haberse llevado la palma si no hubiese existido el señor Branagh, que no solo intentó convencernos de que reinterpretaba las obras shakesperianas llegando a lo más puro, sino que se reservaba los papeles protagonistas dando buena muestra de su ego.
El que Branagh no reinterpretó nada (y hablo en pasado porque hace mucho que no se nada de este hombre) es evidente, el que a su ego cuatro horas le venían estupendamente no pasa tampoco desapercibido a casi nadie. Pero hay que reconocerle el valor de haber realizado cintas posiblemente prescindibles (por más que a él le pareciera que no) pero muy bien resueltas en base a un clasicismo que intentaba disimular, en este caso con intentos de simbolizaciones y demás ornamentos, y a no desviarse de la sólida base que le aportaban las obras del supuesto mayor dramaturgo inglés de la historia.
Partiendo de esta base, que da a entender todo lo que quiero decir de esta película, queda aclarar que Hamlet (de Kenneth Branagh) merece la pen
a. No vamos a encontrar más que una representación de una versión larguísima (hasta cuatro horas en la original, extraída del aparente primer texto completo de la obra) del Hamlet que hemos conocido siempre, solo que llevado al cine con bastante acierto y una capacidad notable de rehuir de la teatralidad.


A mi Branagh no me cae bien, pero tengo que reconocer que logra una película rítmica y nada plomiza, inspirada en alguna de sus propuestas (los juegos de espejos, el teatrito en el que el príncipe realiza sus movimientos, la locura y posterior muerte de Ofelia...) y emocionante a pesar de la frialdad habitual del que la dirige. Claro que me temo que no tiene que ver con él mismo, sino con el texto que utiliza.
Eso por no hablar de los actores, estupendos todos ellos, por más que la omnipresencia de Branagh llegue a dar la impresión de que no hay nadie más que él. Pero bueno... suponemos que su ego quedaría contento.

sábado, 25 de julio de 2009

El silencio de un hombre

El silencio de un hombre (Jean Pierre Melville, 1967)


O El samurai. Esta es la historia de un asesino a sueldo que está solo, que en base a su profesión mantiene una ardua pelea con las relaciones que tiene que establecer, que no puede permitir que nadie interfiera en su vida, tan relacionada con su trabajo.
Melville utiliza la cámara para resaltar precisamente esa soledad: ambientes sombríos, personajes únicos en planos, ambientes sórdidos, y una lentitud pocas veces vista para una cinta que es, en todo caso, policiaca.
Porque aunque lo que aparentamente se nos presenta es la
persecución del Samurai (un inconmensurable Alain Delon) por parte de los mismos que lo contrataron en busca de su (definitivo) silencio, lo que narra en realidad es la historia de un personaje que está sólo, que se aferra a una filosofía de vida (la del samurai) que le permite poder seguir sacrificando seres humanos sin que el afecto le embargue, que se mueve por unas normas propias gracias a las que puede sobrevivir.



Estamos ante una película de cine negro puro, elegante, clásica a la vez que original y profundamente compleja, llena de silencios, de luces y sombras, tantas como la popularidad del título, injustamente relegado de la memoria popular por filmes americanos a los que esta cinta no solo iguala, sino supera en muchas ocasiones.

jueves, 23 de julio de 2009

Destrozando a... El hijo del Caíd

El hijo del Caíd (George Fitzmaurice, 1926)


Porque ni el blanco y negro ni la falta de sonido aseguran la magnificencia. Esta película que me encontré hace un tiempo demuestra que la conservación de los supuestos clásicos es aleatoria y, en cuanto a calidad, dudosa.
La mayor virtud de esta cinta consiste en tener como protagonista a Rudolph Valentino, un señor muy muy guapo (de mi predilección por los actores de cine mudo, por más que parezcan locazas en el comportamiento y anden pintados como puertas, hablaré otro día) que gesticulaba más de la cuenta, y que, según leyendas, aparte de follar, poco más bien sabía hacer.
Bueno, también murió joven, que ya se sabe que es factor imprescindible para convertirse en leyenda.
Aparte de eso, una trama con aires de misoginia es utilizada para intentar realizar una película de entretenimiento que aburre muchísimo y donde todo el mundo es exageradísimo hasta para una cinta muda.
Recordé cuando la vi lo bien que me lo pasé con Valentino, un porno de hace unos años con un actor mucho más apetecible que el Valentino original y muy bien dotado... para la interpretación. No pude hacer otra cosa.

martes, 21 de julio de 2009

Memento

Memento (Cristopher Nolan, 2000)



Uno de los recursos más socorridos para intentar innovar en el mundo del cine es el juego con el tiempo. Ese juego bien puede ser usado tanto de forma caprichosa como con intenciones más dramáticas, pero hacía ya años que parecía un filón agotado cuando descubrimos la primera (y mejor) película de Nolan.
El juego que guía al espectador no tiene que ver tanto con un puro recurso narrativo, sino que es parte fundamental de la línea de construcción de todo el film, curiosamente a base de deconstruir los momentos de la historia que nos relata y engarzar partes inconexas de las dos formas de mirar la misma.
Utiliza para ello dos cuentas
, una hacia atrás y otra hacia delante, que convergen finalmente a mitad de la historia para terminar de dar sentido no ya a la búsqueda del asesino de la mujer del protagonista, sino a nuestra propia búsqueda de la interpretación de la historia que nos cuenta Nolan.



Al final, evidentemente, esa manera inhabitual de manejar el tiempo no deja de ser uotrocapricho, pero es cierto que a lo que cuenta, a la extraña enfermedad de Leonard, que no puede memorizar más allá de unos cuantos minutos y tatúa todo su cuerpo con recordatorios tan vagos como toda la historia que él mismo está intentando ordenar, le sienta estupendamente.
Ante todo para que finalmente nos demos cuenta de las mismas trampas en las que cae Leonard al optar por inventarse, poco a poco, el sentido de su vida, las mismas que son necesarias para que nosotros nos podamos seguir lo que él mismo fabrica.


lunes, 20 de julio de 2009

Frase( o texto, para qué engañarnos) de la semana


Comenzando por ti, Febo, evocaré las hazanas de los antiguos héroes, que allende la boca del Ponto y a través de las Rocas Ciáneas por mandato del rey Pelías guiaron la sólida Argos en pos del vellocino dorado.

Apolonio de Rodas, Las Argonáuticas.

domingo, 19 de julio de 2009

El pueblo de los malditos

El pueblo de los malditos (John Carpenter, 1995)


Yo a Carpenter lo quiero mucho, ya es sabido por los seguidores de este blog que todo lo que hace (a lo que de unos años a esta parte asocia su nombre por costumbre) me gusta per se (ya he hablado muchas veces de que creo que es un grandísimo director) pero tengo que reconocer que si buscamos justificación a este remake no la vamos a encontrar por ningún sitio.
Quizá el que su director sea Carpenter y que sea una de los últimos papeles relevantes de Christopher Reeve, cosas ambas que entran dentro de lo curioso, sea lo más llamativo de este film.
Y es que Carpenter demuestra lo bien que puede tratar una historia, aunque sea con niños (que ya dijo Hitchcock que no traían nada bueno en el cine), narrando como él sabe hacerlo la historia ya conocida de los inmaculados niños seudonazis que invaden un pueblo americano en busca de terminar dominando el mundo.
Precisamente es ese mensaje el que se pierde, por más que Carpenter construya una dignísima película de intriga que ni resulta tan profunda ni tan inquietante como la original de la que nace.
Puede que porque efectivamente no aporte nada o porque lo simplifique todo demasiado, pero sigo creyendo que no hacía falta. Aun a pesar de Carpenter.

P.D.: Llevo queriendo hablar de esta película desde el lunes, pero gracias a la informática, he tenido que aprender a manejar el nuevo Mac antes de poder. A partir de mañana, volveremos a la carga... aunque con tranquilidad.

jueves, 16 de julio de 2009

Destrozando a... la informática

Odio los ordenadores, al Windows Vista, a Bill Gates, a Toshiba y a toda la familia de todos ellos. Me refiero básicamente a que se me ha vuelto a joder el portátil. Pero como no hay mal que por bien no venga, Machintosh me ha salvado la vida. Ahora sólo tengo que averiguar cómo funciona esto y me pondré a actualizar. Espero que el fin de semana. De todas formas, probablemente también acabe hasta los huevos de todos ellos.

lunes, 13 de julio de 2009

Let love in

Let love in (Nick Cave and the Bad Seeds, 1994)


Habrán podido todos observar lo de buen humor que me pone el calor. De hecho el tono de este blog en los últimos tiempos se me antoja extremadamente jovial por lo que hoy tenía pensado poner orden, pero he decidido no hacerlo y hablar de un cantante y grupo divertidísimos en uno de sus discos más risueños.
Ya he hablado alguna vez de mi fascinación por el señor Cave y sus malas semillas, fascinación que esta mañana, vía reproducción aleatoria del iPod, me ha llevado a escuchar esa maravilla de canción llamada Red Right Hand, usada en millones de alegres películas como Scream y sus secuelas por poner un ejemplo, y que en este disco o en el grabado en directo en el Royal Albert Hall me sigue poniendo los pelos como escarpias.
Aunque no menos que el resto de las hermosas canciones que la rodean. Este es, posiblemente, lo más parecido a un disco romántico que puedan hacer sus autores y, ciertamente, lo llega a ser, con ese estilo insano y siniestro que tiene todo lo que hacen, pero que personalmente hace su discurso (tanto el musical como el verbal) más poético y conmovedor. Ahí se la dejo.




Frase de la semana


El hábito es necesario; es el hábito de tener hábitos... lo que más debe combatir incesantemente si quiere continuar vivo.

Edith Wharton en Una mirada atrás (referencia extraída de Lo que Sócrates diría a Woody Allen)

domingo, 12 de julio de 2009

Tres años harto

Tres años harto (Astrud, de Mi fracaso personal)

Dado que el reproductor de la página parece haber fallecido (voy a darle una semana más de plazo para recuperarse), traeremos, gracias a goear, una canción del magnífico Mi fracaso personal que, especialmente en el día de hoy, me recuerda muchas cosas. Sobre todo ese párrafo que dice:

"Pronto hará un año que me puse un año de plazo para trazar un plan

sobre cómo iba a cambiar la manera en que funcionan mis cosas,
y el año acaba ahora y todavía no estoy listo
para tomar decisiones importantes por mí mismo.
Y casi que voy a esperar un año a ver si todo empieza a mejorar."

viernes, 10 de julio de 2009

Ser o no ser

Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942)


Otra joya de la comedia americana de los cuarenta. Esta vez a cargo de un director alemán llegado para su bien en su juventud a Estados Unidos tras una larga trayectoria en su país de origen, y que filmaría algunos de los grandes clásicos de la comedia hollywoodiense, como Ninotschka o esta que nos ocupa.
To be or not to be no deja de ser una comedia de
enredo típica que bromea con la ocupación polaca por parte de los nazis y la capacidad de una humilde compañía de teatro, que va a estrenar una obra llamada Gestapo justo el día en que los alemanes invaden el país, para zafarse de todos los controles dictatoriales y escapar a Londres.


La película comienza y termina con la llegada de Hitler a Varsovia (la primera ficticia y la segunda real), como personaje central del contexto histórico. Contexto en el que Lubitsch crea una comedia total, con sus (falsos) triángulos amorosos, sus caricaturizaciones de tipos (esencialmente de los actores), sus intrigas políticas, sus muchos gags a costa de malentendidos... todo para una cinta descacharrante que ha dejado múltiples secuencias para el recuerdo, especialmente la (reiterativa) huida del admirador del patio de butacas cada vez que Hamlet da inicio a su monólogo. Magistral.

jueves, 9 de julio de 2009

Destrozando a... el verano

Sol, calor, sudor... esto es el verano, en definitiva. Que esto no es aquí, si yo lo se... pero es que no puedo más, porque otra de las cosas del calor es que me pongo de mala hostia y me patinan las neuronas. Por lo que entre hablar de esto y poner verde una película de Valentino... pues lo dejaré para la semana que viene, miren ustedes. En fin, que vamos a hacer un recuento de las virtudes de la época del supuesto buen tiempo:
- temperaturas entre los treinta y cinco y cuarenta y cinco grados en toda la península. En las islas cinco grados menos, pero con un cuarenta por ciento de humedad, gracias a lo cual se está todo el día muy fresquito... gracias a no parar de sudar.
- playas atestadas con padres que no quieren cuidar de sus hijos, que se entretienen corriendo al lado tuyo y enarenándote bien.
- Más calor.
- Ramón García.
- Georgie Dann y la canción del verano.
- Sigue haciendo calor.
- Precios desorbitados por cualquier billete de avión... y no digamos los hoteles. Y todo a pesar de estar más apretada que nunca.
- El mismo trabajo para menos gente, porque no se sustituyen las vacaciones.
- Mucho calor.
- Resfriados gracias al aire acondicionado.
- El posado de Anita Obregón.
- Gente en la calle mientras tú tienes que trabajar.
- La programación veraniega de la tele.
- Ni un solo estreno cinematográfico decente.
- Las canciones que pretenden ser canciones del verano y no lo consiguen.
- Y no para de hacer calor.

Me olvido muchas más cosas, pero no puedo más con la calor. ¡Qué ganas de que llegue la cuarta glaciación!.


P.D.: Efectivamente estoy repugnante, del todo además. Pero para que lo parezca menos, os dejo la última canción de Vega, una de las triunfitas más lamentables que recuerdo y que, sin embargo, tiempo después, saca un nuevo disco cuyo primer single, sin ser ninguna maravilla, es optimista y divertida, además de muy pegadiza. Eso sí, la muchacha ha debido pasarlo nada más que regular, porque está que no le vendría nada de mal un par de platos de jalapeños...


martes, 7 de julio de 2009

Rojo oscuro

Rojo oscuro (Dario Argento, 1975)


Esta es, según se cuenta, la perla de su director y la de ese cine giallo que surgió en Italia en los sesenta y setenta, en un alarde de originalidad que sería imitado hasta la saciedad por el amigo yanqui, y que no vaticinaba que treinta y cuatro años después un patán como Berlusconi estaría gobernando un país que llevaba años haciendo muy buenos y modernos trabajos (empezando por el neorrealismo...). Pero esto creo que no iba aquí.
Rojo oscuro es un producto de su tiempo que ha envejecido mal. Precisamente por ser producto de una época, a estas alturas el cine de Argento queda como muy viejo. Y no porque le falten motivos de calidad y de originalidad, sino porque la sangre de sus películas es demasiado roja... no se si me entienden.
En la web Kane 3, de donde he sacado la segunda de las fotos,
Ramón Monedero realiza una estupenda crítica de la película en la que mantiene la tesis de que Argento ha realizado siempre la misma película. Y no tengo que hacer otra cosa que darle la razón, si bien esta es especialmente bella, dentro de lo que puede serlo... no se si se me entiende esto tampoco.
Argento filma con tono preciosista cada uno de los asesinatos, planifica especialmente bien los escenarios y la posición de la cámara para mostrarnos una situación de intriga rayando lo absurdo, consiguiendo, por ejemplo, mostrar espléndidas postales de la ciudad en la que se desarrolla la intriga (supongo que Roma), a la vez que estéticos cadáveres. Y todo ello logrando una atmósfera de suspense que llega incluso a hacer que no nos demos cuenta de lo que hemos visto desde el principio, y que aunque los elementos nos chirríen, lo demos todo por bueno.


Efectivamente a mi esta película me gusta mucho pero, treinta y tantos años después y con mucho cine de terror a mis espaldas, se me antoja un poco vieja. Claro que es mucho mejor que todo lo que se hace ahora, también hay que decirlo.

lunes, 6 de julio de 2009

Nocilla dream

Nocilla dream (Agustín Fernández Mallo)


Me había propuesto, ante todo porque no se, dejar de hablar de literatura en este blog, y que los libros que leo tuvieran sus referencias en la Frase de la semana. Pero en el caso de la primera parte del Proyecto Nocilla me resulta extremadamente difícil escoger una frase por lo que prefiero escribir una breve reseña con la que dar una idea general de mis impresiones sobre este libro.
Porque aquí no estamos hablando de literatura en sí tal y como la conocemos. Nocilla dream es una especie de fresco elaborado a retazos, con supuestos capítulos que a veces son tres simples líneas, que no tiene ningún tipo de continuidad, y en la que su autor mezcla ingeniería, política, deportes y anécdotas que tienen como punto de referencia un árbol con zapatos colgados en medio del desierto de Nevada, tampoco se sabe muy bien por qué.
Fernández Mallo dibuja un mapa con múltiples personajes que muchas veces no vuelven a aparecer, pensamientos suyos y múltiples referencias a distintos escritos de distintos autores, que sitúan a esta novela más cerca del ensayo que de la ficción, si bien no deja de ser esto último. Un mapa de la sociedad postmoderna pasando por múltiples países, múltiples vidas y múltiples personas, y que nos muestra un mundo des-sensibilizado, des-afectivizado y que camina hacia un bien merecido exterminio.
O eso me ha parecido porque, como dije al principio, son impresiones. A mi me ha encantado leerlo, aunque todavía no se muy bien por qué.


Frase de la semana


Y allá por donde el poder de Roma se extienda sobre las tierras sometidas, los labios del pueblo me leerán, y por todos los siglos, si algo de verdad hay en las predicciones de los poetas, gracias a la fama yo viviré.

Ovidio, Metamorfosis.

domingo, 5 de julio de 2009

Glin-Gló

Glin-Gló (Björk Gudmndstóttir & Trío Gudmandar Ingógssonar, 1990)


Mientras se deshacían The Sugarcubes, Björk comenzó a colaborar en otros proyectos. Quizá el que más me guste personalmente (al menos de los conocidos) es esta efímera banda que lanzó a principios de los noventa un precioso disco de versiones jazz de canciones populares (sobre todo islandesas) desconocidas para el público en general, y que estructuran parte de lo que podría ser (a falta de conocer el contenido de la letra) una magnífica banda sonora para un musical hollywoodiense de los cincuenta. Ya digo que me guío sólo por la música, que a veces es lo más importante.
Por lo demás el resto de los experimentos jazzísticos de la islandesa son puntuales. Después de escuchar este disco, que gusta hasta a los amigos que no soportan a la cantante, me parece una lástima.


viernes, 3 de julio de 2009

La noche del cazador

La noche del cazador (Charles Laughton, 1955)

Quizá lo que más me gusta de esta película es su estética, y no porque el resto sea desdeñable, sino porque Laughton crea una película casi pictórica, inimitable en cuanto al desarrollo de los decorados, esos cuya falsedad no parece haber intención de esconder, quizá en un intento de hacernos llegar la artificiosidad de la historia que cuenta.
Una historia que es una de las grandes películas de intriga (casi de terror me atrevería a decir) de todos los tiempos, sostenida por un eficiente guión y unos
magníficos actores, que gracias a la también espléndida dirección, son capaces de transmitirnos esa amalgama de incoherencias de lo religioso llevado a su máximo delirio.
El personaje de Mitchum, el pastor que asesina y roba para conseguir poder continuar con su peculiar transmisión de la palabra de ese dios que se lo permite todo, es digno de un estudio en profundidad que no vamos a hacer aquí (y menos espec
ialmente hoy que estoy espesito), pero resulta fascinante y terrorífico en su maldad. Shelley Winters, especializada en madres que no salen bien paradas (mírese si no la Lolita de Kubrick) compone un personaje portentoso en su sumisión a su perverso segundo marido y la religión que practica (impagable la escena de su discurso rodeada de antorchas).


Y eso hablando de los actores, que como ya digo no es lo que más me llama la atención. Porque si nos pusiéramos a analizar cada una de las escenas, cada uno de los planos, cada uno de los juegos de luces, cada uno de los decorados, cada uno de los cuadros que nos regala Laughton para hacer aún más creíble o increíble la historia que nos cuenta, más central o imaginaria, estaríamos aquí hasta mañana. Y yo trabajo, así que tengo que dormir.

jueves, 2 de julio de 2009

Destrozando a... Asesinos natos

Asesinos natos (Oliver Stone, 1994)


Nunca tuve muy clara mi posición respecto al cine del señor Stone. Es como que a todo lo que hace le falta algo para que me termine de gustar. Me pasó con JFK, con Platoon, con Wall Street, con Giro al infierno... pero en el caso de Natural Born Killers es algo más que eso.
Según mi planteamiento Stone desaprovecha absolutamente todas las posibilidades de un guión firmado por Tarantino para realizar una película a la que pierden los excesos, que ya en el libreto eran muchos. Stone pretende realizar una película seria de lo que no daba más que para una broma y recurre al histerismo generalizado consiguiendo, ante todo, darme un dolor de cabeza que pocas veces en un cine.

Terriblemente efectista y con una carga moralizante de la que Stone no es capaz de librar a ninguno de sus productos, la película busca la provocación como máxima y para ello usa todos los efectos a su alcance, sin que nada tenga ni pies ni cabeza de principio a fin.


Y lo dice alguien que no tiene demasiados problemas a la hora de engranar películas desengranadas y a quien no le molesta en absoluto la violencia en el cine... pero es que esto... que se que hay mucha gente que la considera estupenda, pero no seré yo, vamos.