martes, 12 de mayo de 2009

Mi own private idaho

My own private idaho (Gus van Sant, 1991)

La consagración del irregularísimo Gus van Sant vino de la mano de esta película. La mitificación de River Phoenix también tiene que ver con ella. No obstante, ni lo uno ni lo otro es para tanto, y no porque la película no merezca la pena, sino porque parece que, sobre todo al primero, las hazañas de los protagonistas se le van de la mano.
Mike es un chapero nacido en Idaho que sufre una especie de
narcolepsia que parecen más bien crisis epileptoides. En uno de sus trabajos se encuentra con Scott, otro prostituto que parece no tener demasiada relación con él. A lo largo del metraje vamos conociendo que esa interacción existe, desde hace bastante tiempo, y es más importante de lo que parece en todo momento. Mike es gay, aunque al principio no se sospecha, y anda por el mundo buscando a su madre. Scott es hijo de un influyente político que va buscando hacer todo el daño posible a su padre. Ambos se conocen desde hace años y son amigos, aunque en un momento determinado, Mike querrá ser algo más. Scott, aunque nada hace que lo pensemos antes, se revela heterosexual, cortando las alas del deseo de Mike, pero aun así lo ayuda en su búsqueda. Mike tiene una historia anterior lamentable, Scott se ha hecho lamentable a si mismo. Son dos personas que se han encontrado para hacerse compañía... hasta que Scott se enamora de una chica, y Mike cae en la más profunda de las desesperaciones, llevando su existencia, colmada de riesgos, a un estado de profunda autodestrucción que solo es interrumpida por sus estados durmientes, esos en los que recuerda a su madre en su Idaho natal, y que son el único momento de felicidad que posee. Solo al final, cuando Scott reniega de todo lo hecho con anterioridad, es cuando vemos que su conexión sigue intacta, cuando vemos que Mike se ha dado cuenta de que Scott ya no será nunca el que él quería, y es el único que lo deja ir sin molestarlo. Hasta ahí todo bien.


El problema fundamental de la cinta es puramente formal, sin embargo. El histrionismo se va de madre, la planificación comete errores garrafales en ocasiones (¿si el plano es subjetivo, qué hace Mike viéndose a si mismo de bebé?), y los intentos poéticos merman la finalidad aparentemente realista del relato. Todo ello a pesar de grandes hallazgos, como las escenas sexuales en foto fija. Pero si van Sant se hubiera dejado de experimentación, o hubiera entrado de lleno en ella, estaríamos posiblemente ante una película redonda, y el resultado se acerca, pero no llega.

3 comentarios:

loquemeahorro dijo...

Uf, a mí no me gustó, y eso que tenía algunos hallazgos, pero el conjunto realmente me pareció muy pasado de vueltas.

Claro que es posible que tuviera que ver porque la vi con el peor subtitulado de toda la historia.

En los cines Ideal de Madrid (o la distribuidora, o quien fuera) se ve que que se quisieron ahorrarse la traducción y no tuvieron vergüenza en coger la mejicana, cosa que se notaba cada vez que decían cosas como "Hijo de la chingada".

dvd dijo...

Yo creo que no la he visto, aunque no podría asegurarlo; hay títulos que se me juntan con otros... será la edad.
Bueno, espero que lo pases bien por aquí, yo ahora estoy convaleciente, lo que voy a aprovechar para poner al día lecturas, pelis y pensamientos...

Groupiedej dijo...

Te mejores, muchacho.