viernes, 1 de mayo de 2009

M, el vampiro de Dusseldorf

M, el vampiro de Dusseldorf (Fritz Lang, 1931)


No quería repetirme tan pronto con directores, había hecho la promesa este año, pero es impepinable que, tras ver M, tenga que hacerlo.
Como ya dijimos (no sólo yo, también alguno en los comentarios) c
uando hablamos de El doctor Mabuse, es difícil, por no decir imposible, encontrar una película fallida de Lang. Esta, de hecho, no solo no falla sino que es espectacular.
Lang realiza una perfecta cinta mezcla entre lo terrorífico y lo policiaco, donde Peter Lorre compone el personaje de su vida encarnando a un asesino (y no sabemos si algo más) de niños buscado por toda la ciudad de Dusseldorf sin mucho éxito por la policía.
Vemos su primera aparición como una sombra, sin mostrarnos quien es, cuando "seduce" a la pequeña hija de una mujer espera en casa a la salida del colegio m
ientras prepara la mesa. Vemos su irresistible atracción a la primera infancia mientras vamos acompañándolo en su caminar. Vemos como toda la ciudad entra en pánico buscando culpables e interpretando maldad incluso en señales nimias de cariño hacia los niños. Vemos también cómo hasta los delincuentes tienen moral, sea cual sea, siendo esos mismos delincuentes los que logran detener a M y convocar un juicio público en el que es condenado a muerte de antemano, siendo sólo salvado por la intervención policial que conseguirá una condena menos punitiva. Vemos al asesino desmoronarse cuando es descubierto e intentar salvar su vida desesperadamente, invocando la compasión de los demás. Vemos como el veredicto final no termina de parecer justo.


Incoherencias todas ellas que pueden ser usadas, si queremos, para censurar la justicia y a los justos, para entablar discusiones morales, para que pensemos en la humanidad o falta de humanidad de nuestros actos y decisiones... todo ello enmarcado en un film siniestro y aterrador, intenso y dramático, entretenido y profundo. Como las grandes obras de arte.

2 comentarios:

dvd dijo...

Es una obra maestra imperecedera que hace palidecer a cualquier mongolero que ahora quiere pasar por "sádico", léase Tarantino como cabeza de lanza y su interminable cohorte de imitadores.
La comenté hace ya mucho, y te ahorro el enlace para no ser pegajoso.
Me voy a por unas Cruzcampo. Brindaré por ti, compi...

Groupiedej dijo...

Ay, Cruzcampo!! qué rica!!