lunes, 6 de abril de 2009

Los soprano

Los soprano (HBO)

En la primera escena de el primer capítulo de esta serie, capítulo sobre el que ya dije lo que tenía que decir aquí, un hombre está en una sala de espera frente a una estatua. El hombre es llamado por quien lo va a recibir, una mujer en traje de chaqueta, entra en un despacho y se sienta.
Anthony Soprano se nos presenta como un tipo al que le ha da
do una crisis de ansiedad y es enviado a la psiquiatra, a la que advierte que no puede hablar con ella. A partir de ahí se nos presenta la vida del que, en principio, parece un pobre hombre obsesionado con unos patos que han acampado en su jardín, y que resulta ser uno de los capos más importantes de la mafia de Nueva Yersey.
Un puñado de personajes que forman parte de la familia de Tony Soprano, tanto de la propiamente dicha como de la más amplia que forma parte de
los negocios, son presentados de forma sucinta pero suficiente para que sepamos de qué pie cojean y van a cojear en el futuro.
Y todo ello mientras en la consulta de la psiquiatra el señor Soprano disfraza la realidad tras ser advertida por ella de su obligación legal de comunicar los delitos. La familia, toda la familia, se nos muestra en todo su esplendor yendo más allá de lo puramente mafioso a lo que siempre se han dedicado los autores de las obras referentes a la mafia, y entrando directamente en la cotidianeidad, que incluye las peleas domésticas, la educación de los hijos, las incoherencias de quienes se ganan el pan de forma deshonrosa pero quieren que los suyos se comporten adecuadamente... Ni la Iglesia, esa a la que se aferra desesperadamente Carmela Soprano para poder soportar las infidelidades de su marido, se libra del análisis minucioso que se realiza de todo lo que rodea a esta familia, y que incluye como parte fundamental las cábalas y obsesiones que mueven a estas personas en la vida que llevan.


Porque Los soprano, a diferencia de otras series, no tiene principio y fin por temporada, no tiene un leit-motiv que abra o cierre cada tanda de episodios. Lo que consigue Los soprano es mostrar la vida de esta familia en la que los años van pasando con sus muchos cambios y sus muchos problemas que resuelven como saben, por más desagradable que sea para el espectador, provocando en estos la misma incomodidad que sufren sus personajes, ya que no podemos distanciarnos de ellos, no podemos evitar sentirnos cerca de unos personajes que, sin embargo, no tienen nada de decente ni de moral.
Y es que ni uno sólo de los caracteres que se nos presentan es admirable, todos sin excepción esconden un lado oscuro que va descubriéndose poco a poco obligándonos a replantearnos nuestra posición respecto a ellos, y que con el tiempo además va evolucionando en la medida en que los personajes también evolucionan.

Sin hablar del estilo de rodaje, hiperrealista y violento, heredero directo del cine de Scorsese, al igual que la soberbia inclusión de la magnífica banda sonora. Los soprano es una grandísima película, es Uno de los nuestros en versión ampliada, pero no por ello empeorada.
Lo mismo cualquier día le dedico un post a Livia Soprano, prototipo de madre mediterránea (aunque bien podía haber pasado por judía) que constituye una de las mayores arpías que se han podido ver nunca en una pantalla.
Es verdad que todavía no he terminado de verla, pero si lo que me queda es la mitad de buena de lo que he visto, ya es mejor que el noventa por ciento de las películas que se estrenan en los cines. El cómo programan las series en este país puede dar para hablar muchísimo más... lo mismo lo retomo algún día.

No hay comentarios: