lunes, 13 de abril de 2009

El mal de Portnoy

El mal de Portnoy (Philip Roth)


Con La conjura contra América cogiendo polvo desde que me la compré hace dos años, mi primera aproximación a Roth, uno de los escritores estadounidenses más laureados, ha sido gracias a una novela de hace cuarenta años que Seix Barral reeditó en 2007 en español.
Asistimos en ella al psicoanálisis de Alexander Portnoy, aquejado de un mal que lleva su nombre y que viene a ser una obsesión sexual como otra cualquiera, así como un absoluto rechazo al compromiso, incluso con todo el daño que se pueda hacer.
Sirve a Roth para jugar con la asociación libre y transmitirnos sin cisuras, sin embargo, con toda la amargura posible, el sentimiento de vacío e inconsustancialidad del judío que no quiere serlo, pero que lo necesita como forma de crear un sentimiento de pertenencia. Es ese mismo discurso que hemos visto en Allen, pero con un trasfondo mucho más serio y desesperanzado.
Portnoy quiere ser persona, quiere acercarse a lo que no es, a los gentiles contra los que su familia lo advierte, pero necesita sentir que pertenece a un grupo, necesita saber que es judío... por más que lo deteste, por más que le estrese el odio visceral de su madre hacia los negros, por más que no comparta la segregación que los mismos judíos promulgan, por más que le entren náuseas cada vez que usan el Holocausto como forma de victimización... él necesita estar ahí aunque no quiera.
Y su madre, otra más... demasiado bien terminó el muchacho.


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