jueves, 30 de abril de 2009

Destrozando a... Mentiras y gordas

Mentiras y gordas (Alfonso Albacete y David Menkes, 2009)

Y al guión, que por lo visto lo tiene, aparte de los directores, la flamante Menestra de Verduras, Ángeles González-Sinde.
Primero, y sin que sirva de precedente, voy a hablar bien de quien se lo merece: los de marketing. Porque Albacete, Menkes y, sobre todo, Sindes, no se han visto en otra. Por fin parece que alguien se ha dado cuenta de que, para que la gente vaya al cine, hay que trabajárselo y darle al público lo que el público quiere: actores jóvenes televisivos que salen en bolas. Sólo con eso consiguió ser número 1 en taquilla el fin de semana de su estreno. Y eso, y ya empezamos con el despiece, a pesar de contar una historia vista mil veces y que a estas alturas ya no interesa a nadie.
Mentiras y gordas es una mezcla de Más que amor, frenesí e Historias del Kronen. De la primera coge a sus directores y de la segunda el sino trágico. Es la historia de unos chavales que se drogan mucho mucho y, claro, alguien termina mal, teniendo todas las papeletas (lo sabemos desde el principio) el más atormentado. Por ahí e
s la misma historia vista millones de veces. Ante esto, los guionistas (directores + Menestra) en vez de intentar dar una visión nueva, cogen todos los tópicos y frases hechas que se han dicho y escuchado en todas las películas malas del género y todas las series de televisión (incluída "la Iglesia no me quiere porque soy gay") y lo meten a presión.
Lo supuesto vanguardista tiene que ver con una filmación videoclipera que da más dolor de cabeza que otra cosa, y en meter caras nuevas del panorama nacional (porque los actores de Más que amor, frenesí ya están mayores para estos trotes... lo estaban hasta ya entonces), representados por todos los actores que alguna vez han puesto palote a alguien en una serie de televisión. A partir de ahí, muchas drogas, muchas escenas sexuales, mucha carne, mucho tópico poético... y tenemos esta cosa que está barriendo en taquilla sin demasiado trabajo para nadie.


Y con ello me refiero aparte de los mencionados, a los actores que están francamente horrendos, si esceptuamos quizá a Ana Polvorosa, la única que intenta poner cara de no estar colocada (que es lo que tienen que hacer los otros durante todo el metraje) con cierto éxito ocasional, aunque más bien parece estar toda la cinta pensando en dónde dejó las llaves. Eso sí, seguro que para esta "joya" del cine español, los españolitos hemos tenido que dar parte de nuetros impuestos. ¿A que sí, señora Menestra?

martes, 28 de abril de 2009

Miedo y asco en Las Vegas

Fear and loathing in Las Vegas (Terry Gilliam, 1998)


Gilliam siempre vuelve a hacerlo. Cuando parece que ha tocado fondo respecto a su análisis de la anormalidad y nos ha ofrecido posiblemente su obra más convencional (me estoy refiriendo a Doce monos), coge una novela publicada en 1971 y filma una película lisérgica donde da paso a una locura anteriormente no suficientemente diseccionada por el mismo: la de las drogas.
Sin embargo, el viaje al colocón de los protagonistas no es, en modo alguno, un simple experimento de cámaras y efectos especiales. Gilliam i
nserta a los personajes en el mismo entorno en el que se hallan los protagonistas de la novela en que se basa, el fin de la guerra de Vietnam y de los años 60, con las consecuencias que todo ello tuvo para el consumo yonqueril.
El periodista y su abogado inician un viaje a Las Vegas provistos de estupefacientes más que suficientes para andar colocados toda la vida, pero se lo meten en tan corto espacio de tiempo que lo único que consiguen es sembrar el caos y la destrucción allá por donde pasan, además de asustar a todo bicho viviente que se cruza en su camino.

Y Gilliam nos lo muestra como si nosotros mismos vivenciáramos lo que ellos están haciendo, con la finalidad última, parece, de que seamos conscientes del miedo y el asco que sus mismos protagonistas sufren en relación al consumo. Ese miedo y ese asco que hacen que el personaje de Johnny Deep emita perpetuamente un discurso desperanzado, asqueado, cargado de amargura... que sin embargo no evita que se siga drogando hasta perder el sentido de lo real y la conciencia misma.


Fear and loathing in Las Vegas narra la historia de una época, que tuvo su sentido y que lo seguirá teniendo, pero que ya pasó, y de lo que siguen haciendo los que no han sido capaces de pasar de página. Es una película crítica, incómoda, molesta, resulta difícil de ver. Quizá porque lo que pretende Gilliam es eso mismo, el que lleguemos a darnos cuenta de la degradación que se puede producir, de hasta donde puede denigrarse el ser humano en busca de lo que quiere aunque no le convenga. Y de cómo se denigran todos, incluso los que luchan contra ello. La conferencia sobre narcotráfico a la que asisten nuestros dos protagonistas en estado de narcosis es un ejemplo de ello, y de una contundencia y sentido del humor impresionantes.

lunes, 27 de abril de 2009

La soga

La soga (Alfred Hitchcock, 1948)

A veces me da por pensar que Hitchcock se pasó toda su carrera riéndose de nosotros. Ese pensamiento se hace más intenso cuando, por ejemplo, reviso esa auténtica (y espléndida) tomadura de pelo que es Los pájaros, quizá porque ahí me resulte más evidente. Pero desde que vi La soga, cada vez que leo o escucho algunos de esos halagos a sus publicitados méritos fílmicos, estoy más convencido de que esta podría ser su mayor broma, porque es precisamente en esta obra donde la realidad de la ficción menos tiene que ver con la ficción misma.
La soga no deja de ser un juego. Hitchcock juega con el espectador como los dos estudiantes con sus invitados a cenar, su profesor y los familiares de un compañero al que ellos mismos han matado y cuyo cadáver esconden en un baúl donde se celebra la cena. Se promete una película, pero lo que se ofrece es una obra de teatro. Se promete un solo plano pero hay varios cortes fácilmente visibles. Se promete un juego respecto a la inteligencia a la que el mismo Hitchcock parece someter al espectador. Se p
romete intriga y lo que causa es auténtico pavor ante el juego macabro que proponen los protagonistas y del que somos partícipes desde el primer momento.
La cámara se mueve como lo podría hacer el ojo de un espectador de la obra teatral en la que se basa, pasando de detalles generales a parciales según se va desarrollando la acción. Y es ahí donde más se pone de manifiesto el juego hitchcockiano, que tiene que ver con el mismo desarrollo del lenguaje fílmico: no les enseñaremos lo que quieren ver, sino lo que tienen que ver.


Aparte de estas elucubraciones, fruto posiblemente del aburrimiento en una tarde de domingo (cuidado con la publicación programada del blogger, la semana pasada adelantó un día la sección favorita de este espacio), La soga no deja de ser otro de los grandes films de intriga sacados de la imaginación de un magnífico director que, por más que se base en lo que sea, es capaz de manejar los hilos del suspense como pocos otros han logrado (aunque muchos se han creído). Y la historia que narra no deja de ser auténticamente terrorífica.

Frase de la semana


Es bueno estar en todo desde el principio. Yo tengo la impresión de haber llegado tarde a todo.


James Gandolfini en Los soprano.

domingo, 26 de abril de 2009

Hierro 3

Hierro 3 (Kim Ki Duk, 2004)

De sobras es conocida mi fascinación por ese cine oriental de corte intimista y lánguido del que Kim Ki Duk es una de sus más recientes adquisiciones. A pesar de ello, mi últimamente excesivo ojo crítico no sabe bien cómo poder defender esta película. Y no lo sabe porque acaba de decidir que su director tiende a repetir sus mismas formas sin modificar un fondo que ya se va acercando a lo puro vacuo. O al menos es la impresión que tengo tras ver otra vez esta película, que por otro lado me sigue encantando.
En resumen Hierro 3 es la historia de un fantasma que seduce a una mujer real que se convierte en fantasma. Ambos se miran, no se hablan dura
nte todo el metraje, y van ocupando casas desocupadas donde viven vidas que no les corresponden. El descubrimiento de que lo parapsicológico quizá no exista es inminente, y se lleva a cabo de la forma más trágica y estúpida que pueda imaginarse. Parece que los dos fantasmas duden de su corporeidad a pesar de haber tenido muestras de que existía y permanecen en una casa en la que no tenían que estar para ser descubiertos y separados nuevamente. El fantasma primero, hecho hombre, pretende volver a convertirse en fantasma y lo consigue, volviendo a encontrarse con la otra fantasma, vuelta mujer de su esposo, tras repasar todas y cada una de las casas donde vivieron y donde, sin decir una palabra, se enamoraron y fueron felices. Y se urde un plan para que ambos lo sigan siendo incluyendo al marido de la mujer, que ya habla, pero manteniendo la presencia fantasmal del chico en casa. Como si no fueran a ser descubiertos nunca, como si las cosas así pudieran durar.
Podríamos hablar de juegos de personalidades, de dos almas solitarias que se encuentran, de mundos interiores compartidos, de la pobreza de vivir la vida de los otros porque uno no tiene una propia (aunque sea en base a posesiones materiales)... aunque más parece que Kim Ki Duk echa mano de sus anteriores trabajos y dirige lo que buenamente se le ha ido pasando por la cabeza sin tener en cuenta nada más, sabiendo que va a salir bien parada en los festivales.


Fotografía preciosista adorna unos planos bellísimos que sin embargo no tienen comparación con lo que se está contando, tan tramposo y artificial como cualquier cinta de von Trier, pero aun así emociona y tranquiliza. Ya he dicho que me encanta, aunque todavía no sepa por qué.

viernes, 24 de abril de 2009

El ángel azul

El ángel azul (Joseph von Sternberg, 1930)


Lola-Lola es uno de los grandes papeles de la historia del cine y Marlene Dietrich prácticamente se lo debe todo a ella, empezando por el papel que ella misma interpretaría en su vida. Lola-Lola además es una heroína única en su especie.
La protagonista de una de las primeras películas sonoras de la historia del cine (y creo que la primera del cine alemán) es la perfecta encarnación
de lo perverso: seduce para, una vez hecho el trabajo, denigrar al seducido por pura diversión. Lola-Lola no tiene contrapunto, no hay yang para ella, nadie que de réplica de bondad a la ridiculización que ella produce. Lola-Lola se convierte en todo para el que cae en sus redes, y es capaz, sin que sepamos muy bien cómo, de hacer que nadie pueda escapar de ellas.
Y El ángel azul es el bar donde actúa Lola-Lola, un antro que desprende vileza y degradación desde antes de entrar en él, aunque esté escondida tras ese humo perpetuo que juega con las luces para conseguir hacer mayor su atracción. Un local adonde el profesor Rath se dirige para salvar de la perdición a sus alumnos, y donde encontrará la suya propia en manos de la pérfida cantante, que ganará todo lo que quiera de él.

El ángel azul es la amoralidad como estilo de vida en el que caen hasta los seres más íntegros, esos mismos que tantas lecciones dan de ética. El ángel azul es la perdición de los hombres en forma de mujer que conducirá a sus presas a su fatal destino. El mismo que el profesor, una vez recuperada su cordura tras su escarnio público, sufrirá. El ángel azul es el engaño y la pérdida, pérdida de la dignidad y de la vida. Pero sin remordimientos ni penalizaciones.


Lo más llamativo, aún a estas alturas, de la película es esa misma transmisión de lo inmoral como forma de vida, ese camino que escogen sus personajes de motu propio y que les traerá consecuencias, como modo de vida alternativa. El ángel azul, la película, se encuentra tan falta de moral como el antro del que lleva el nombre y como la protagonista que la cámara idolatra, y esa quizá sea una de las más interesantes lecciones morales que ha dado el cine.

miércoles, 22 de abril de 2009

Destrozando a... La lista de los 25 mejores discos de la MTV

Lista de los 25 mejores discos de la historia según Mtv:

1. Michael Jackson - 'Thriller'
2. Craig David - 'Born To Do It'
3. Guns N' Roses - 'Appetite For Destruction'
4. Radiohead - 'OK Computer'
5. Nirvana - 'Nevermind'
6. Oasis - '(What's The Story) Morning Glory?'
7. Oasis - 'Definitely Maybe'
8. U2 - 'The Joshua Tree'
9. Artic Monkeys - 'Whatever People say I Am, That's What I'm Not'
10. Amy Winehouse - 'Back to Black'
11. The Strokes - 'Is This It?'
12. Kanye West - 'The College Drop Out'
13. The Stone Roses - 'The Stone Roses'
14. Eminem - 'The Marshall Mathers LP'
15. The Smiths - 'The Queen Is Dead'
16. Rage Against The Machine - 'Rage Against The Machine'
17. Prince and The Revolution - 'Purple Rain'
18. REM - 'Automatic For The People'
19. Usher - '8701'
20. Pixies - 'Doolittle'
21. The Notorious B.I.G - 'Ready To Die'
22. Lauryn Hill - 'The Mis-education of Lauryn Hill'
23. Human League - 'Dare'
24. Jay-Z - 'Blueprint'
25. Dizzee Rascal - 'Boy In Da Corner'

[Fuente: yahoo]

Jajajaja.... bueno... jajajaja...

¿Cómo se hace una lista de los 25 mejores discos de la historia? Según Mtv, preguntando al público más objetivo: ¡¡LOS FANS!! Y al parecer, teniendo en cuenta discos sólo posteriores a 1981.
¿Y cómo es el resultado? Pues a la vista queda.
Sin querer desmerecer el supuesto mejor disco de Michael Jackson (todos sabemos que las listas son subjetivas y, por tanto, no podemos estar de acuerdo la humanidad en pleno), aunque a mi no me parezca gran cosa, ¿esto qué es? ¿Cómo pretenden venderme que entre los mejores discos de la historia no estén ni los ya consabidos Beatles y Rolling, sino tampoco The Clash, Ramones, Pink Floyd, Velvet Underground, Ramones....? Sin echar un ojo, tengo claro que en mi iPod hay metidos al menos cincuenta discos anteriores al 81 mejores que el noventa por ciento de los aquí presentes, y otros tantos posteriores.
Porque si sólo van a estar los posteriores a 1981, dónde están Pulp (en vez de los repetitivos Oasis), Placebo, Housemartins, Cure... cualquiera de cuyos discos son mucho mejores que cualquiera que haya hecho nunca Craig David.
En fin, que salvo el Ok computer, el Is this it y a los Smiths. Si alguien quiere salvar a alguno más, sabeis dónde están los comentarios.

martes, 21 de abril de 2009

Lo que queda del día

Lo que queda del día (James Ivory, 1993)


James Ivory, director estadounidense, se especializó durante un tiempo en realizar películas de época inglesas, y probablemente el mayor de sus logros sea esta adaptación, donde ese estilo pausado y poco personal suyo consigue sus mejores resultados.
Lo que queda del día es una película bellísima, tanto en la fo
rma como en el fondo, que más allá de la historia de amor entre los dos criados, habla del fin de una época determinada de servilismo, de cómo las lealtades en él basadas sólo sirven para llevar a la ruina (ya sea material como la personal) y de cómo no saber adaptarse.
Ivory muestra en toda su magnitud las magnificencias y decad
encias de un sistema de trabajo cuyo máximo exponente es el Sr. Stevens (Anthony Hopkins), ese mayordomo rígido e inflexible tan sólo ocupado en su trabajo y que pretende eliminar de si todo resto de afecto en aras de servir bien a su señor. Claro que el perfecto mundo en el que se mueve se ve alterado tanto por la enfermedad de su padre, ese que le enseñó todo y cuyos fallos se debe encargar de tapar, y la aparición de la nueva ama de llaves, la señora Kenton (Emma Thompson). Stevens se debate entre el deber y los afectos y opta por lo primero, aun con su padre muerto y con la señora Kenton en brazos de otro hombre, hecho este último que acaba por darle conciencia de la pobreza de su vida, y de que él mismo ha sido el encargado de empobrecerla hasta que sólo queda el trabajo.


Narrada con sumo tacto, incluso en las ideas pronazis del dueño de la casa, esa que Stevens no se cuestiona, a diferencia de Kenton, porque no debe entrar en los pensamientos de su señor, lo que más asombra de la película es la contención. Esa misma contención o esa misma frialdad que a Ivory lo pierde en ocasiones, aquí sirve para subrayar la personalidad y el entorno de los ocupantes de la casa, esos afectos que no se muestran o que se deslizan a otros términos, esas formas que hacen que el más mínimo roce de una mano pueda ser vivido con la misma desazón que cualquier otro acto erótico mucho más expreso. Esa misma contención que hace que tengamos toda la película el corazón en un puño queriendo que las emociones fluyan normalmente y que todo salga bien, pero que nos deja con el regusto amargo del que fracasa. Del que se da cuenta de que todos sus sacrificios no han valido para nada, porque lo que ha sacrificado, ante todo, es a sí mismo.

lunes, 20 de abril de 2009

Agárrame esos fantasmas

The Frighteners (Peter Jackson, 1996)


Antes de dedicarse a adaptar lo inadaptable, y después de hacer esa maravilla llamada Criaturas celestiales (de la que me ocupé aquí) Peter Jackson volvió por sus fueros iniciales y firmó una divertidísima historia de fantasmas terriblemente traducida en España, con mucho más presupuesto que sus iniciales historias y un tono un poco más amable.
Un estafador profesional capaz de ver fantasmas (y asociarse con ellos) tras un accidente de tráfico se ve envuelto en la aparición de unos crímenes en cadena por parte de una pareja (él también fantasmático) deseosos de conseguir el record guiness de asesinos en serie de forma muy patriótica.
Tan hilarante como el planteamiento es el desarrollo, incluídos algunos de los personajes, y resulta trepidante por momentos e incluso en ocasiones realmente aterradora, aunque un cierto tufillo puerilón la invade de vez en cuando y el final es un tanto simplista.


No obstante, esta es una de esas películas de entretenimiento puro que muchos dejarían pasar por el título y por su protagonista, pero que mereció mucha mejor suerte.

Frase de la semana


No me importa lo rico que sea. Con tal de que tenga un yate, un tren privado y su propia pasta de dientes.


Marilyn Monroe en Some like it hot.

domingo, 19 de abril de 2009

El discreto encanto de la burguesía

El discreto encanto de la burguesía (Luis Buñuel, 1972)


Dado que la semana pasada, más por los efluvios del tequila que por otra cosa, se me olvidó rendir homenaje a don Luis, dejaré la reseña prevista para años venideros si no me canso antes y honraré otro de sus temas predilectos, ya presentes en este blog cuando traté El ángel exterminador.
La fascinación de Buñuel por lo burgués es omnipresente, su caric
aturización eterna, y en esta película evita esconderlo (si es que hacía falta) desde el mismo título. Tres parejas intentan celebrar una cena que, por distintos motivos, tienen que posponer una y otra vez mientras, en los interludios, caminan por carreteras desiertas en busca de sus próximos destinos, esos donde poder ejercer de burgueses perfectos en esa escena teatral que tiene que ver con el estar cara a la galería, con esa hipocresía que los envuelve y que se va haciendo cada vez más patente a medida que la frustración los invade al no poder realizar ese rito que están intentando hacer y que no pueden lograr sin que nada se lo impida.


Lo real se mezcla con lo imaginario para sumergirnos en otra obra intrigante y turbadora, a la vez que puramente cómica pero tremendamente molesta y desasosegante. Otra de esas obras maestras que hay que ver sí o sí.


viernes, 17 de abril de 2009

El extraño

El extraño (Orson Welles, 1946)

Orson Welles es otro de esos autores que cuentan sus películas por obras maestras. Mi decisión de incluir esta como su primera referencia en este blog (a estas alturas imperdonable, por otra parte) ha venido más de lo puramente instintivo que de otra cosa. Y es que cualquiera podría haber servido para adorar una trayectoria tan espléndida como denostada en su país de origen.
El extraño cuenta la historia de un hombre cualquiera que vive en una ciudad cualquiera como un individuo cualquiera y al que un acontecimiento cualquiera revela como alguien diferente. Ese personaje respetado por la comunidad, adorado por los vecinos, pasa a ser un tipo odiado y temido en base a un pasado, que terminará sus días de forma trágica en esa escena en ese reloj que es lo primero que me viene a la mente cuando la recuerdo.
Welles ya había demostrado en varias ocasiones anteriormente cómo manejar una cámara como nadie lo había hecho nunca antes, y lo sigue demostrando aquí usando elementos arquitectónicos y ornamentales como parte del desarrollo, manejando las tres dimensiones con finalidad narrativa y planificando iluminaciones que realzan contrastes que sirven para dar más matices a una historia narrada con extrema elegancia,
con una suavidad y una lentitud que no hacen más que potenciar el suspense de la cinta.


Welles vuelve a demostrar, nuevamente, cómo se debe hacer una grandísima película. Y la escena final, esa que se desarrolla entre la maquinaria del reloj de la torre, imitada una y mil veces, es, probablemente, de las mejores de la historia del cine.

jueves, 16 de abril de 2009

Destrozando a... Troya

Troya (Wolfgang Petersen, 2004)


O como cargarse uno de los mayores poemas épicos de la historia de un plumazo (aunque un plumazo muy caro).
Estoy, muchos años después, volviendo a releerme La Iliada, y desde que empecé no ceso en la idea de coger a Petersen, a Pitt, a Bloom y a toda la peste de estrellitas de Hollywood y cercenarles la cabeza como Diómedes a Dolón.
Porque aunque esta no es una versión del poema de Homero (y que digan lo contrario que es cuando me cojo el avión a Los Ángeles), no deja de sorprenderme la infantilización y caída en lo puro estético y violento de una historia preciosa y llena de poesía y simbolismo, que para lo único que queda es para demostrar los efectos del body-building y la depilación (¿alguien cree que en el siglo XIII a.C. alguien se depilaba?). Aparte de lo videoclipero...
En fin, que Brad Pitt está muy guapo aunque quiera tener los mismos labios que su mujer, y el resto es una pantomima mamarrachosa.


martes, 14 de abril de 2009

Los caballeros las prefieren rubias

Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953)


Uno de los ejemplos más tediosos del musical americano y una de las películas que menos me gustan de su director, no deja de ser una divertida comedia de enredo acerca de las típicas convenciones respecto a la guerra de sexos en la que la gran Marilyn lograría, más que nunca, construir el papel de su vida.
Jane Russell, con una inexpresividad que borda lo cerámico no hace más que favorecer el lucimiento de la Monroe y los diálogos, así como el mensaje general de "busca hombre rico vs. busca el amor verdadero" es de baba, por más que haya momentos descacharrantes.
Pero aún así, y aunque parezca lo contrario, quizá por su aire puramente naïf, tiene el encanto de lo superficial, atrae más que aleja y resulta francamente entrañable. Porque por más que lo que no da para más no da para más, Hawks era un grandísimo director y es capaz de resolver con solvencia lo irresoluble. Algún día hablaré de alguna cinta suya realmente grande. De momento hoy nos quedaremos con el número musical más imitado de la Monroe:




lunes, 13 de abril de 2009

El mal de Portnoy

El mal de Portnoy (Philip Roth)


Con La conjura contra América cogiendo polvo desde que me la compré hace dos años, mi primera aproximación a Roth, uno de los escritores estadounidenses más laureados, ha sido gracias a una novela de hace cuarenta años que Seix Barral reeditó en 2007 en español.
Asistimos en ella al psicoanálisis de Alexander Portnoy, aquejado de un mal que lleva su nombre y que viene a ser una obsesión sexual como otra cualquiera, así como un absoluto rechazo al compromiso, incluso con todo el daño que se pueda hacer.
Sirve a Roth para jugar con la asociación libre y transmitirnos sin cisuras, sin embargo, con toda la amargura posible, el sentimiento de vacío e inconsustancialidad del judío que no quiere serlo, pero que lo necesita como forma de crear un sentimiento de pertenencia. Es ese mismo discurso que hemos visto en Allen, pero con un trasfondo mucho más serio y desesperanzado.
Portnoy quiere ser persona, quiere acercarse a lo que no es, a los gentiles contra los que su familia lo advierte, pero necesita sentir que pertenece a un grupo, necesita saber que es judío... por más que lo deteste, por más que le estrese el odio visceral de su madre hacia los negros, por más que no comparta la segregación que los mismos judíos promulgan, por más que le entren náuseas cada vez que usan el Holocausto como forma de victimización... él necesita estar ahí aunque no quiera.
Y su madre, otra más... demasiado bien terminó el muchacho.


Frase de la semana


¡Ostia puta, el Papa!

Janeane Garofalo en Dogma.

sábado, 11 de abril de 2009

El evangelio según San Mateo

El evangelio según San Mateo (Pier Paolo Passolini, 1963)

Lo mismo dicho a Saramago se puede aplicar a Passolini, director controvertido y denostado por la Iglesia católica que sin embargo rueda una de las más fieles adaptaciones a los textos bíblicos en lo que respecta a la vida de Jesucristo.
Libre de los grandes presupuestos y la megalomanía hollywood
iense, Passolini filma la vida de un Jesucristo humano, que vive en un mundo sucio y lleno de miseria al que llega para dar esperanza y posibilidad de salvación.
Y aun así, con toda la inmundicia que rodea el paisaje en el que se mueve el "Salvador", con toda la miseria humana que Passolini no tiene reparos en mostrar, su director logra llenar de poesía todas sus imágenes, todo el metraje en conjunto, resaltando, sin efectismos innecesarios, las virtudes de una figura que es a la que se dedica el texto.


Sin necesidad de grandes decorados, sin necesidad de metrajes exagerados, narrando lo importante y obviando la grandilocuencia, consigue así acercarse más que ningún otro a lo que se describe en el libro en el que se basa, a esa humildad que los católicos hace mucho tiempo que olvidaron que su héroe pregonaba.

viernes, 10 de abril de 2009

El evangelio según Jesucristo

El evangelio según Jesucristo (José Saramago)


En realidad debería haberse titulado El evangelio según Saramago.
De siempre se supo que las miradas más libres y más fidedignas a la historia narrada en el Nuevo Testamento, ese que fundamenta la fe cristiana (que no católica) la dieron precisamente los que no pertenecen a ella. Y me refiero con fidedigna a que, librados de los preceptos morales de cualquier Iglesia, se acercan a la figura de Cristo para darnos la imagen del hombre y de la caladura moral que esos libros relatan, sin influencias capciosas.
Saramago realiza esa aproximación, en su mismo estilo literario de siempre, para intentar acercarnos, precisamente a los que denostamos esas instituciones que tanto mal han hecho (y siguen haciendo) al desarrollo moral y social, la filosofía básica que constituye esos textos y que se refiere ante todo a la humanidad, esa que los mismos dirigentes eclesiásticos (y no me refiero sólo a los católicos) hace tiempo que perdieron.
Quizá no sea su mejor libro, quizá su lectura es especialmente difícil, pero no deja de ser una obra interesante, compleja y, sobre todo, sensata. Que ya es mucho.


jueves, 9 de abril de 2009

Destrozando a... Marcelino pan y vino

Marcelino pan y vino (Luigi Comencini, 1991)


En realidad esta película no merece ni siquiera un comentario de mala que es. Pero no puedo resistirme, precisamente en Jueves Santo, a hacer mención especial a todas esas películas con ínfulas cristianoides que han ido forjando los poderes fácticos para nuestro adoctrinamiento.
Afortunadamente, la dictadura franquista pasó, y es por lo que esta película, supuesta revisión de la de Vajda de 1955, que ya de por sí era de un infantilismo profundo por más que la quisiéramos salvar, no ha tenido continuación salvo en foros determinados (y a los que yo no me acercaría jamás).
En realidad lo más grave de este remake es que ni siquiera se molesta en aportar nada nuevo al original, ni siquiera modifica lo más mínimo su discurso para librarlo de la ñoñería y hacerlo más adulto, cuarenta años después. Se queda en esa misma historia "enternecedora" llena de puerilidad y misericordia para con los eclesiásticos, y entra de lleno en la sensiblería que la de Vajda procuraba evitar a toda costa (sin conseguirlo, me temo). Por lo que la gran pregunta es: ¿para qué? ¿no había otras cosas en las que gastar el dinero, como por ejemplo dándoselo a Cáritas?
De las películas con niño me ocuparé otro día.


miércoles, 8 de abril de 2009

The holy bible

The holy bible (Manic Street Preachers, 1994)


Estamos ante la "gran obra" de un grupo que quiso ser grande al estilo anglosajón (vender muchos discos y dejar una leyenda) y ha conseguido serlo por hacer buena música, aunque eso no se refleje necesariamente en la popularidad y el número de ventas.
The holy bible es un estupendo disco lleno de desgarro y tremendismo, oscuro y deprimente como Richard James Edwards, su letrista fundamental hasta su desaparición en 1995, que dejó su sello en una obra que no para de aparecer en las listas de los mejores de los noventa. Yo no suelo hacer mucho caso de ellas, pero en este caso quiero querer darles la razón.
The holy bible es una obra completa, transgresora, profunda, triste... de esas que se escuchan y saturan los sentidos, de esas que después de oír completas hay que dejar descansar para poder sentirlas. Porque la buena música se siente, señores, aunque haya algunos que no lo crean.




P.D.: Si, este es mi homenaje a la Semana Santa. Bueno, en realidad es el principio...

lunes, 6 de abril de 2009

Los soprano

Los soprano (HBO)

En la primera escena de el primer capítulo de esta serie, capítulo sobre el que ya dije lo que tenía que decir aquí, un hombre está en una sala de espera frente a una estatua. El hombre es llamado por quien lo va a recibir, una mujer en traje de chaqueta, entra en un despacho y se sienta.
Anthony Soprano se nos presenta como un tipo al que le ha da
do una crisis de ansiedad y es enviado a la psiquiatra, a la que advierte que no puede hablar con ella. A partir de ahí se nos presenta la vida del que, en principio, parece un pobre hombre obsesionado con unos patos que han acampado en su jardín, y que resulta ser uno de los capos más importantes de la mafia de Nueva Yersey.
Un puñado de personajes que forman parte de la familia de Tony Soprano, tanto de la propiamente dicha como de la más amplia que forma parte de
los negocios, son presentados de forma sucinta pero suficiente para que sepamos de qué pie cojean y van a cojear en el futuro.
Y todo ello mientras en la consulta de la psiquiatra el señor Soprano disfraza la realidad tras ser advertida por ella de su obligación legal de comunicar los delitos. La familia, toda la familia, se nos muestra en todo su esplendor yendo más allá de lo puramente mafioso a lo que siempre se han dedicado los autores de las obras referentes a la mafia, y entrando directamente en la cotidianeidad, que incluye las peleas domésticas, la educación de los hijos, las incoherencias de quienes se ganan el pan de forma deshonrosa pero quieren que los suyos se comporten adecuadamente... Ni la Iglesia, esa a la que se aferra desesperadamente Carmela Soprano para poder soportar las infidelidades de su marido, se libra del análisis minucioso que se realiza de todo lo que rodea a esta familia, y que incluye como parte fundamental las cábalas y obsesiones que mueven a estas personas en la vida que llevan.


Porque Los soprano, a diferencia de otras series, no tiene principio y fin por temporada, no tiene un leit-motiv que abra o cierre cada tanda de episodios. Lo que consigue Los soprano es mostrar la vida de esta familia en la que los años van pasando con sus muchos cambios y sus muchos problemas que resuelven como saben, por más desagradable que sea para el espectador, provocando en estos la misma incomodidad que sufren sus personajes, ya que no podemos distanciarnos de ellos, no podemos evitar sentirnos cerca de unos personajes que, sin embargo, no tienen nada de decente ni de moral.
Y es que ni uno sólo de los caracteres que se nos presentan es admirable, todos sin excepción esconden un lado oscuro que va descubriéndose poco a poco obligándonos a replantearnos nuestra posición respecto a ellos, y que con el tiempo además va evolucionando en la medida en que los personajes también evolucionan.

Sin hablar del estilo de rodaje, hiperrealista y violento, heredero directo del cine de Scorsese, al igual que la soberbia inclusión de la magnífica banda sonora. Los soprano es una grandísima película, es Uno de los nuestros en versión ampliada, pero no por ello empeorada.
Lo mismo cualquier día le dedico un post a Livia Soprano, prototipo de madre mediterránea (aunque bien podía haber pasado por judía) que constituye una de las mayores arpías que se han podido ver nunca en una pantalla.
Es verdad que todavía no he terminado de verla, pero si lo que me queda es la mitad de buena de lo que he visto, ya es mejor que el noventa por ciento de las películas que se estrenan en los cines. El cómo programan las series en este país puede dar para hablar muchísimo más... lo mismo lo retomo algún día.

Frase de la semana.


"Contento me tienes"


El Pollo Primigenio a Kevin Moisés en El Éxodo de los pollos (versión reducida)
[Un beso de buenas noches de mil demonios]

domingo, 5 de abril de 2009

Maus

Maus (Art Spiegelman)


Desde mi desconocimiento (se que me repito, lo se) del cómic me enfrento a esta obra. Publicada en capítulos desde 1978 a 1991, Spiegelman cuenta la vida de su padre junto con sus propias vivencias personales en cuanto a su relación con él.
Pero no relata cualquier parte de esa vida, sino su vida dentro del sinvivir que supuso el Holocausto para los judíos, en este caso además polacos, comenzando por su juventud y terminando en su liberación de los campos de concentración.
Tiene el honor esta compilación en forma de novela gráfica de ser la única obra de este tipo galardonada con el Pulitzer, y ya digo que no soy entendedor, pero si que le reconozco valor tanto histórico como sentimental.
Los judíos son representados como ratones, perseguidos por los gatos alemanes y en manos de los cerdos polacos, en un simil quizá un tanto pueril pero muy eficaz. No escatima Spiegelman en crudeza en sus viñetas, ni en exponer al público sus sentimientos y las rarezas de su padre, no es un relato condescendiente en absoluto. Y quizá su mayor proeza es el no intentarlo.
Spiegelman dibuja figuras con sus defectos y sus virtudes, no exculpa a nadie, no escatima en describir a su padre como un avaro prejuicioso, no tiene problemas en contarnos su personal crucifixión tras el suicidio de su madre (en la impresionante Prisionero en el planeta infierno, inserta en uno de los capítulos de forma impoluta), no intenta disimular su sentimiento de indefensión tras la muerte de su progenitor. Spiegelman intenta ser veraz y lo consigue, eliminando esa indulgencia para con el pueblo judío tan frecuente en todas las narraciones sobre este espantoso periodo. Y consiguendo así una obra mucho más creíble y, sobre todo, conmovedora.


sábado, 4 de abril de 2009

Lejos del cielo

Lejos del cielo (Todd Haynes, 2002)

Quizá los visitantes de este blog sepan ya, sobre todo si han leído las reseñas sobre Poison y Velvet Goldmine, del buen concepto que tiene el autor sobre el señor Haynes. He aquí otro de los motivos para que eso pase.
Lejos del cielo es el particular homenaje de Haynes al melodrama de los cincuenta, especialmente a los de Douglas Sirk. Pero como no podía ser de otro modo en este autor, la sensiblería habitual en este tipo de cine es abandonada a mi
tad de metraje, cuando se empieza a descubrir todo, dejando paso a la crudeza que se esconde tras esa fachada estéticamente perfecta, tanto en lo visual (escenografía y vestuario, además del uso de la cámara son espectaculares) como en lo auditivo (gracias a una preciosa banda sonora de Elmer Bernstein).
Y es que todo el perfecto mundo que rodea la típica historia de familia bien de los Whitaker se comienza a desmoronar tanto por la relación que establece la esposa (una espléndida, como siempre, Juliane Moore) con su jardinero negro, como
por el descubrimiento de la homosexualidad del marido (pocas veces Dennis Quaid estuvo mejor, si no ninguna), lo que llevará a un mar de chismorreos en su entorno y a un cambio rotundo en las actitudes de los vecinos respecto a ellos, cuando lo que demuestra es la tremenda infelicidad que posee la aparentemente modélica pareja.


Moore sostiene en base a una composición de personaje soberbia un metraje preciosista y emocionante que sin embargo queda castrado por un final que no le hace justicia, demasiado ñoño para venir de quien viene. Es lo que le falta para ser perfecta.

viernes, 3 de abril de 2009

El séptimo sello

El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957)


Hablar de Bergman me da más miedo todavía que hablar de Eisenstein. Pero creo que ya va siendo hora, así que aprovecharé mi devoción findesemanera por las obras maestras de todos los tiempos para dar mis impresiones sobre una película fascinante, y que ha servido de burla para caricaturizar a los intelectuales durante años (¿o soy yo el único que ha escuchado los chistes acerca de cuántas veces alguien ha visto esta cinta?).
Porque Bergman filma un ejercicio que resulta emblema de la existencialidad en lo cinematográfico, como tal lleno de simbolismo y de discursos filosóficos. Lo magistral es que en vez de resultar pedante (con lo fácil que les sale a otros),
se manifiesta revelador.
En la mente de todos están las muchas imágenes acerca de la partida de ajedrez, eje de la obra, que mantiene el Cruzado con La muerte. Esa partida de ajedrez que el mismo Cruzado, de vuelta a su tierra en plena epidemia de peste, reta a La muerte, esa que ha venido a por él, para intentar engañarla y darle tiempo a hacer algo que de sentido a su vida.


Pero a pesar de que todas las referencias a la película se centran en ella, el resto de sus imágenes son igual de impresionantes. El Cruzado visita los pueblos devastados por la enfermedad, se suceden formaciones (de caballos, de personas), por la playa donde se celebra la partida... todo como medio para plantearse el sentido de la vida y el por qué hay que buscarle a la vida un sentido, ese que consigue que nos resistamos a la muerte aunque no tengamos motivos para seguir viviendo, ese sentido que buscamos sin saber dónde está, sin saber qué significa.
Bergman plantea, a través de esta historia fascinante, a través de unas imágenes poderosas y bellísimas incluso en su crudeza, una percepción cercana a lo nihil en cuanto a esa búsqueda, a esa resistencia a ser llevados por la muerte intentando realizar la obra de nuestra vida, cuando lo que tendríamos que hacer quizá es simplemente vivir.

P.D.: Y su visionado habrá sido motivo de mucho cachondeo, pero es una película bellísima y bastante más asequible que Persona, por poner un ejemplo.


jueves, 2 de abril de 2009

Destrozando a... Maitena/Estados alterados

Estados alterados (La sexta, sobremesa) /Maitena (creo que publica en EPS, entre otras).

Le llegó la hora, demasiado ha tardado. Haremos un compacto para resumir brevemente la filosofía de la ¿obra? de esta ¿dibujante? y la trama de la ¿serie? inspirada en sus viñetas que se ha sacado de la manga La sexta para rellenar sus tardes.
Maitena es una argentina que bajo la pose de mujer liberada dibuja y escribe una serie de viñetas que en esta España nuestra se encargó de dar a conocer el medio progre y liberador por antonomasia, el grupo PRISA (vía El País), cuando todavía eran amigos de los autodenominados progresistas.
Para esta señora y para los señores de PRISA la liberación de la mujer consiste en estar guapa, esbelta, ser rica y famosa y pasarse toda la vida en busca de un hombre que la quiera, mientras se tiran a todo lo que se les ponga por delante y se aguantan cuernos y humillaciones. Es decir, bajo una muy supuesta ironía se dignifican las mayores diatribas machistas de la humanidad, convirtiendo a sus mujeres en arquetipos sacados de unas historias de la lucha de sexo ancladas en los años treinta (o más allá), confundiendo, como les pasa a todos estos, libertad con libertinaje y entendiendo que lo único que necesita una mujer para ser moderna es follar mucho.
Esa misma filosofía inunda la serie, donde los mismos estereotipos, aún más pijos que las viñetas (si es que eso es posible), se dan a conocer mediante unos guiones de parvulario llenos de todos los topicazos posibles y unos ¿actores? que se dedican a declinar a voz en grito (igual que en Aída pero sin tener la poca gracia que ya tiene esta) y gesticular como cualquier espectáculo de drag-queens en unos escenarios que hieren la vista en base a mezclar lo pop con el mal gusto. Para que al final todo consista en una historia de amor que no se sabe por qué no puede ser.
Sólo diré una última cosa: si tantos años de lucha por la libertad sexual ha valido para esto, por favor, volvamos a reprimirnos todos.