martes, 17 de marzo de 2009

8 y medio

8 y medio (Federico Fellini, 1963)

Había jurado intentar no repetirme tanto, pero a petición popular daré mis impresiones sobre esta película que, como se han dado cuenta, no ha caído en jueves a diferencia de Satyricon. Llevo un buen rato buscando el post que dvd realizó de la misma en el indéfilo, más para robarle la foto que otra cosa, pero creo que intentaré no leer nada primero y después echarle una ojeadita.
8 y medio es una maravilla. Ya lo he dicho, nada que ver. Un año y pico después de tener el dvd original en casa me decidí el sábado por la noche, y no me arrepiento en absoluto.
Juego caprichoso acerca de la creación cinematográfica, lleno de escenas oniroides, lo que Fellini consigue hacernos entender en esas más de dos horas de metraje es que el arte imita la vida, la vida que tenemos o la que queremos llevar.

El director, un estupendo Mastroianni, obsesionado con Claudia Cardinale, mira su vida con los ojos del cinematógrafo, fotografía lo que ocurre a su alrededor como si fuera una de sus películas, esa película que va a empezar a rodar pero no puede por su confusión, confusión que reina y gobierna en su vida, esa vida donde él entromete las imágenes de las escenas que a él le gustaría tener y no tiene.
Ridiculiza Fellini además a todos los estamentos del género, comenzando por él mismo, que al fin y al cabo es el director de su película. 8 y medio viene a ser una suerte de autobiografía donde Fellini se venga de actrices, directores, productores... además de hacer un retrato de lo que debe ser él mismo. Ese director no es más que un ególatra pagado de sí mismo y autocomplaciente, como nos imaginamos al propio Fellini, que realiza en boca tanto del crítico como del mismo director, un elogio de lo que debía ser su cine refutando los posibles ataques que vengan de fuera.
Y sin embargo Fellini se da cuenta de que tiene que elegir, que solo en la pantalla, como modo de expresión de su propio yo, puede darse el lujo que no le permite la vida de tener todo lo que quiere, a todas esas mujeres rotundas que tanto le gustaban y que pueblan sus imágenes. Y que bailan al final de todo como una especie de celebración de esa vida imposible pero que gracias a lo fantasmático puede tener.
Un final que es un principio, cuando los demás ya han elegido por él porque él no ha sido capaz. Un final espectacular para una cinta que, a pesar de no dejar de ser un homenaje del autor a si mismo, hay que ver en algún momento antes de morir. Yo ya lo he hecho, pero me quedan muchas otras, ojo...

P.D. Finalmente encontré la reseña referida. No tiene nada que ver con esto. Así de complejas pueden llegar a ser las cosas.

3 comentarios:

Vivian dijo...

Adoro a Fellini, y dentro de su filmografía, ésta, junto con "La Strada" son dos de mis películas favoritas. Me gustó especialmente que resaltaras el final, ese fascinante final, ni que decir, me sumo con tu mismo entusiasmo a esta magnífica recomendación.

Un saludo

dvd dijo...

¿Ves como el séptimo arte aún sorprende?... Y lo que queda...

Groupiedej dijo...

de verdad queda? Y dónde?