martes, 14 de octubre de 2008

The black rider

The black rider (Tom Waits, 1993)


En un panorama artístico y, sobre todo, musical que lucha desesperadamente por ser cada día más ortopédico, que alguien tan incómodo en todos los sentidos como Tom Waits lleve treinta y cinco años haciendo de las suyas no deja de ser un hilo de esperanza para que podamos aferrarnos a la idea utópica de que no todo está perdido.
Este puede que no sea su mejor disco, aunque puede que sí, pero es expresión de en lo que la música de Waits se ha ido convirtiendo con el paso de los años, y eso que ya tiene una edad. Realizada para una obra de teatro de su mismo nombre (y que yo no he visto) dirigida por Robert Wilson, no sabemos que tal será como banda sonora, pero como disco es coherente y espeluznante como pocos.
Suerte de ópera circense siniestra, turbadora y perversa (o pervertida), la ya de por sí macabra voz de Waits aparece más ronca que nunca para transportarnos a paisajes nebulosos y oscuros en los que quizá haya muchos que no se sientan cómodos. Describir las canciones sería un error, y lo sería porque The black rider es un todo, si quisiéramos diseccionarla probablemente la dejaríamos coja, con lo que no será en este sitio donde lo hagamos. Quizá lo mejor es ponerse a escucharlo y dejarse seducir por algo mucho más tenebroso que aquel "lado oscuro de la fuerza".

1 comentario:

Justo dijo...

No he oído el disco, peró tienes razón, nada más que el hecho de que siga en el candelabro -y con dignidad, claro- es un puntazo.

A mí me gusta mucho Neil Young, que debe ser de su quinta, y se mantiene musicalmente en plena forma.