miércoles, 4 de junio de 2008

El club de la lucha.

El club de la lucha (David Fincher, 1999)


A veces me pongo muy terco. Como cuando me dio por no ver esta película, que ya sabía de antemano que me iba a gustar. Esta es otra de las que llevaba meses en casa esperando, y, como ahora me ha dado por recapitular, ha caído.
Efectivamente, me gustó. No sólo me gustó. Me ha resultado apasionante. Recuerda a demasiadas cosas, de todas formas. Me recuerda a Trainspotting y me recuerda a Doce monos, por ejemplo. De Trainspotting está la adicción, la adicción como resolución de problemas. Sólo que aquí lo que se busca no es la anestesia, sino todo lo contrario. El protagonista sin nombre, al que, como Tyler, llamaremos Jack, es un adicto. Es un hombre que no puede dormir, y que, para lograrlo, busca algo con lo que sentir, con lo que sentir lo que su trabajo como empleado de aseguradora de una compañía de coches no le permite. Por ello se hace adicto a los grupos de autoayuda, donde conoce a Marla, una chica atormentada obsesionada con la muerte (con la suya propia), en la que pone toda su inicial ira. Pero esos grupos se quedan en nada cuando conoce a Tyler (nunca Brad Pitt estuvo tan guapo, ni tan bueno, ni tan.... pongan el adjetivo que quieran), un personaje que, ya desde el principio, se nos antoja siniestro, y con el que formará El club de la lucha, un espacio donde las peleas sirven como método de descarga, y adonde la gente va a pelear. Este, sin embargo, es sólo un pretexto para la creación de un grupo revolucionario antisistema del que Tyler es el cabecilla (y de ahí las reminiscencias a Doce monos), y al que "Jack" pretende frenar tras el fallecimiento de uno de los heroicos guerrilleros. El final, para el que no la haya visto, me lo reservo.


La película está basada en una novela de un tal Chuck Palahniuk (me doy cuenta que tengo que leer más) que desconozco, pero, por lo que he leído, la adaptación es buena. De todas formas, no importa. Como película es efectivísima, complejísima y no deja indiferente a nadie. Intentar hablar de su lenguaje fílmico sería extensísimo, intentar simplificarlo un crimen. Hablar de los juegos que se establecen entre los protagonistas, con el espectador, del narrador (y protagonista) consigo mismo, desvelaría parte de lo más interesante de la película. Así que sólo puedo recomendar que la vean bajo dos advertencias:
-las escenas de lucha, en ocasiones, son un tanto sanguinolentas. Nada que ver con el gore, pero hay gente muy sensible.
-esta película tiene muchísimos detractores, pero muchísimos defensores también. Así que cuidadito con lo que comentamos...
Esto último es broma, de momento no he montado ninguna red organizada... aunque estoy en ello.

6 comentarios:

Lola dijo...

Muy buena película, El club de la lucha. También violenta, y desde luego que Tyler Durden es un punto de inflexión en la carrera de Brad Pitt, que se fue despojando de papeles de seductor de mozas.
Tengo que volver a verla....Todo es sacar tiempo...

sangreybesos dijo...

Anécdotas y curiosidades: En uno de los capítulos de su libro de ensayos "Error humano", Palahniuk habla sobre el rodaje de El Club de la Lucha y el potenciador de labios de Brad Pitt.

Groupiedej dijo...

Lola: más claro agua. Saca tiempo, lo merece.

Sangre y besos: Sigo esperando mi mojito. Respecto al potenciador de labios de Brad Pitt:
1. Si es un cotilleo jugoso, quiero saberlo.
2. Si es un producto de belleza, y te deja como a él, quiero saber la marca y dónde se compra.

Un saludo a ambos.

sangreybesos dijo...

Ejem, yo es que del libro sólo me he leído la contraportada.

En cuanto al mojito, yo de cócteles no ando muy fino. ¿Le da igual un aguardiente?

Unknown dijo...

QUé gran película... y sobre todo... distinta, original y auténtica. Leyendo tu entrada me ha entrado de nuevo mogollón de ganas de verla de nuevo (además en su día me pill un vesión medio-coleccionista con dos discos). Muy guapa la peli.

Groupiedej dijo...

Sangre y besos: con que tenga alcohol a mi me basta. Uno es así de humilde.

Ricardo, sencillo pero justo, como de costumbre. Un saludo.