viernes, 13 de junio de 2008

Boogie nights

Boogie nights (P.T. Anderson, 1998)


Esta es otra gran película. De temática conocida, caída y ascenso de estrella, sólo que en esta ocasión, del porno de los 70, cosa que sirve a Anderson para realizar un estudio de personajes, de la sociedad estadounidense de los 70, y de toda la industria pornográfica, donde pocos salen bien parados.
Basada en la vida de John Holmes, actor mítico gracias a los 35 centímetros que calzaba el muchacho, esta película sirvió para varias cosas:
-Para que Marky Mark se convirtiera en Mark Wahlberg, de bastante mejor reputación, y que nos diéramos cuenta de que sus abdominables son más expresivos que él.
-Para que todos nos hiciéramos preguntas (iba a decir pajas mentales, pero eso da para muchos chistes) acerca de si el miembro que muestra en la escena final es suyo o no. He encontrado alguna página que dice que sí, aunque a mi siempre me pareció una prótesis.
-Para que muchos conociéramos a esa gran actriz que es Julianne Moore.
-Para que Heather Graham tuviera una oportunidad como actriz, oportunidad que pocas veces más ha aprovechado.
-Para recuperar a Burt Reynolds.
-Para hacer una película sobre el cine pornográfico y que no resulte una sucesión de polvos (más o menos explícitos).
-Para tener la oportunidad de descubrir a P.T.Anderson, cuya primera película, Sydney, se estrenó en nuestro país posteriormente a esta.
La película tiene sus pros y sus contras. En ocasiones, como en Magnolia, de la que ya hemos hablado aquí, hay una inmersión en lo trágico que puede no acabar de convencer a algunos. Pero lo que no le pueden quitar es la magnífica dirección, el espléndido guión, y la buena actuación de todos cuantos participan (a Mark Walhberg no se le pide más de lo que da), así como el atrevimiento a hablar del porno desde otra perspectiva, mucho más humana. Qué bonito.

1 comentario:

Groupiedej dijo...

A mi también me encanta la pelí, a pesar de que Wahlberg me pusiera mucho más cuando iba de macarra. Lo del pene era evidente, pero no le quedaba nada mal.