sábado, 3 de noviembre de 2007

Nunca una familia hizo más honor a su nombre: La familia Mata.

La familia mata. (Antena 3)


Me la recomendó una amiga, por aquello de la práctica profesional. Y la verdad es que, independientemente de para ver dinámicas familiares (para lo que es estupenda, aunque solo sea por las reiteraciones), como sitcom funciona. No es ninguna cosa del otro mundo, no te partes la caja, pero tiene una serie de personajes que todavía no han salido de lo mismo, siete capítulos después, y que, precisamente por ello, resultan cada vez más divertidos. No se si la serie es de la productora de Jose Luis Moreno, pero no me extrañaría, porque a mi me recuerda cada vez más a Aquí no hay quien viva, tanto en la planificación, en el estilo de las bromas, en las estereotipaciones... Vamos, que es más de lo mismo, aunque lo hagan otros. Quizá haya alguien que pueda pensar que eso no sea bueno, sólo falta recordar que ese es el leit-motiv de toda buena sitcom (¿alguien me puede explicar la evolución que tenían, por ejemplo, los personajes de Cheers?).
La anécdota argumental es la de un novio que va a irse a vivir con su novia, el padre de ella les coge el dinero de la entrada del piso, y se tienen que ir a vivir a casa de la familia de ella, donde él intenta integrarse, quedando atrapado en una familia que, como ya dicen los créditos, hace honor a su nombre. Tenemos al novio, rígido, tímido, y que se cabrea lo justo, con dos amigos (uno de ellos su primo) con pinta de pringados (y que conforman parte de los mejores sketches de la serie), la novia medio pija (puede que el personaje más flojo), con una madre autoritaria, típicamente hispánica, y que pretende (y consigue) controlar todo su entorno, un padre caradura, un hermano que no conseguiría aprobar la EGB (o la primaria de ahora) por falta de neuronas, una tía solterona que quiere casarse (¡qué grande es Anabel Alonso!), un abuelo hasta las narices de todos ellos, y los irritantes hijos del hermano. Como complemento tenemos al ex-novio rico, el que la madre quisiera como yerno, y de lo que no deja que quepa la menor duda. Además unos cuantos personajes extra (los profesores del centro cultural donde trabajan la novia, la tía y el ex-novio, la ex-mujer del hermano...) que van adornando unas situaciones que rondan lo alocado, aunque no lleguen nunca a ello, desgraciadamente.
Sólo que, como todas las sitcom españolas, tiene sus peros. Lo primero la duración (cada capítulo, sin anuncios, dura una hora y cinco minutos), el peor de los males de todas las comedias televisivas que se hacen en este país, y de la que resultan el resto de los males, que consisten en esos intentos de que los argumentos vayan caminando, y que terminan cargándose las series. Las sitcom duran treinta minutos. Con eso se consigue no realizar argumentos larguísimos, alargar la duración de las series (y no de los capítulos) repartiendo las premisas argumentales de cada capítulo en varios episodios (y en cada uno de ellos, como mucho, dos líneas conductoras), y no repetir una y otra vez los mismos sketches risibles. Porque, si eso se hace, se pierde la gracia. Y esta serie, que empezó bastante bien, comienza a perderla. A lo cual también se añade ese intento de denuncia social que en una serie de estas características debería sobrar, pero que todos los guionistas de estas series se obcecan en colocar, aunque sea con calzador, intuyo que para tener la sensación de dedicarse a algo más importante que hacer comedia. Lo que no se acaban de dar cuenta estos mismos guionistas es que la alta comedia necesita bastante más talento que la denuncia boba. Y así nos va. Esperemos que no terminen de estropearlo.

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